O Sussurro Do Jaguar (El susurro del jaguar) (2018)

Una joven se interna en el Amazonas para iniciar un peculiar viaje espiritual causado por la absurda muerte de su hermano, en la desconcertante ópera prima de Thais Guisasola y Simon(e) Jaikiriuma Paetau.

Director: Thais Guisasola, Simon(e) Jaikiriuma Paetau

Thais Guisasola, Simon(e) Jaikiriuma Paetau

Un ensayo fílmico, una cinta que borra los límites entre el cine argumental y el documental, una película posmoderna, un homenaje a los misterios de la naturaleza y una road movie. Estos son algunos de los conceptos que pueden definir a El susurro del jaguar. O quizás es mejor no intentar definirla.

La ópera prima de la brasilera Thais Guisasola, en colaboración con Simon(e) Jaikiriuma Paetau, alemán de madre colombiana, es un trabajo de hermosa factura. En él, una joven llamada Ana (encarnada por Guisasola), inicia un viaje físico y espiritual al interior del Amazonas, a raíz de la muerte absurda de su hermano Sebastián (Paetau), un joven de género fluido quien, al grabar un performance erótico en medio de un campo de maíz como protesta hacia el cultivo de alimentos genéticamente modificados, es perseguido por unos sicarios que lo llevan a huir, tropezar y golpearse fatalmente la cabeza contra una piedra.

En varios momentos de la película, veremos a Sebastián bailando y posando al ritmo de la música electrónica o de Jazz contemporáneo. Asimismo, recorreremos junto con Ana, acompañados de música Punk, el camino que trazó su hermano, en el que se encontrará con falsos chamanes que han convertido el saber ancestral de los indígenas en un negocio; con una exmodelo de Coca-Cola que ahora practica medicina natural y que se queja de la ambición desmedida de las empresas farmacéuticas; con bellas jóvenes que bailan en la noche, tienen orgías y consumen rapé; y con bellos paisajes que invitan a contemplar, pero que a menudo son contaminados por automóviles y botes que viajan a alta velocidad.

La propuesta de Guisasola y Paetau no es la de mostrarnos la dicotomía que se produce entre lo artificial y lo natural. Todo lo contrario. El susurro del jaguar celebra la hibridación entre la tecnología y la naturaleza, entre lo moderno y lo ancestral. Mientras que las imágenes nos desorientan en su polisemia, las reflexiones de Ana (narradas con voz en off), nos centran y dan cuenta del discurso inherente a su película.

El susurro del jaguar es una especie de remix de los trabajos de Antonioni, Godard y Jarman, cuya intención aparente es la de dirigirse especialmente a las generaciones del siglo XXI (llamadas por los medios millennial o centennial), quienes no encuentran ninguna contradicción o traición a los principios, cuando se venden artesanías en medio de la selva utilizando tarjetas de crédito; cuando se consumen alucinógenos pertenecientes a las culturas indígenas, mientras se baila al ritmo de la música moderna; donde el maquillaje es obligatorio como preámbulo para iniciar un viaje espiritual; y donde el sexo inducido por los psicotrópicos, genera un “orgasmo trascendental” que libera a las mujeres que por siglos han sido oprimidas por la colonización, el machismo y la discriminación.

El jaguar del título se describe aquí como el motor de la biodiversidad, como un espíritu salvaje y como la encarnación del poder de la naturaleza, pero pese a que Ana (y los espectadores) lo escuchamos rugir, en realidad está enjaulado y es un animal dócil. Derrida, el padre de la deconstrucción, debe estar revolcándose en su tumba.    

Sobre André Didyme-Dôme 1646 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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