Amigo de nadie (2019)

El infierno vivido por una familia de clase alta en la Medellín de los años noventa y el retrato de un psicópata producto de esta familia, hacen que esta cinta colombiana rebose en riesgo, violencia y pertinencia.  

Director: Luis Alberto Restrepo

Juan Pablo Urrego, Patricia Tamayo, Ricardo Mejía Abad, Erik Rodríguez, Julián Delgado, Ernesto Benjumea, Germán Jaramillo

En 1993, el director Rob Weiss sorprendió al público y a la crítica con la película Amongst Friends, la historia de dos amigos cuyas vidas se ven afectadas por un entorno de crimen y violencia. Esta cinta carecía de unos actores famosos, pero poseía una gran fuerza, así como la sensación de estar reflejando una realidad que su director y guionista parecía conocer muy bien.

El director Luis Alberto Restrepo, nacido en Medellín, y cuyos trabajos previos incluyen las películas La primera noche y La pasión de Gabriel, nos ofrece un relato similar titulado Amigo de Nadie, el cual está inspirado en hechos reales y en el libro Para matar a un amigo, escrito por Juan José Gaviria (co guionista de la cinta) y Simón Ospina Vélez, publicado en el 2012.

Este crudo y violento relato ambientado en la Medellín de los años noventa, tiene como personaje principal a Julián Vidal (Juan Pablo Urrego), hijo de una familia acomodada y cuyo abuelo y patriarca (Germán Jaramillo) lidera una gran empresa que heredó por tradición. La familia Vidal ha sido víctima de amenazas y secuestros, y el abuelo ha reunido a la familia para darles un consejo: no dejarse doblegar sin importar las circunstancias.

Esta lección la interioriza Julián desde pequeño. Un día, unos niños de origen humilde intentan robarle su bicicleta, dejándolo golpeado y humillado frente a su mejor amigo (Ricardo Mejía Abad) y su madre (Patricia Tamayo). Es así que Julián, toma una de las tantas armas de fuego de su padre (Ernesto Benjumea) y busca a uno de los niños para asesinarlo a sangre fría. Este es el inicio de la vida de una persona que, aparentemente es un joven de dinero y de buenos valores, pero que, en el fondo, oculta la personalidad de un psicópata.

Restrepo logra condensar ese aire de peligrosidad y de moral trastocada de la Medellín de Pablo Escobar que también lograron evocar Víctor Gaviria con Sumas y restas y Barbet Schroeder con La virgen de los sicarios. De la primera, Amigo de nadie se asocia por retratar a unos jóvenes obsesionados por el dinero fácil y la vida violenta. Con respecto a la segunda, ambas exploran la homosexualidad y cómo esta, al ser reprimida, explota en un afán obsesivo por demostrar que se es hombre, agrediendo de una forma brutal a los demás.

A esta película se le perdonan los problemas de montaje y sonido, así como la fotografía descuidada y las actuaciones irregulares, porque es la disección sobre el infierno que vive una familia de clase alta y los resultados que produce en los hijos, lo que hace de Amigo de nadie una cinta arriesgada, vital y pertinente.