Director: Gabriel Casilimas
Hassam, Diego León Ospina, Christophe De Geest, Violeta Bergonzi
Agente Ñero Ñero 7, la comedia protagonizada por Hassam y que buscaba parodiar a la colombiana a James Bond (una especie de Johnny English criollo), fue una película horrible que contaba con unos escasos chistes buenos. Sin embargo, su estilo camp (intencional o no), la convirtió en todo un placer culposo.
Ahora, siguiendo la tradición iniciada en el cine colombiano con Amenaza nuclear (una cinta de 1981 en el que el dúo cómico Los Tolimenses, buscaban detener a un científico perverso que pretendía dominar el planeta), nos llega la segunda parte de Ñero Ñero 7 subtitulada Comando jungla (aunque Escuadrón Ñero suena mucho mejor).
Gabriel Casilimas, director formado en la televisión, debuta en el cine con esta pseudo-película, que, en comparación con la primera parte, deja mucho que desear: Hassam se ve cansado y constreñido, sus chistes a menudo no cuadran con las situaciones y a la historia traída de los cabellos le falta la estructura de su predecesora. Teniendo en cuenta que la primera parte es una mala película, esto convertiría a la segunda parte en un producto pésimo… pero curiosamente, no llega a ser así.
Comando Jungla (una especie de mezcla entre The Expendables, The A-Team, Commando, Predator y Suicide Squad), nos muestra a Hassam (perdón, Rogelio Pataquiva) acusado de un crimen que no cometió y obligado a recurrir a sus antiguos compañeros del servicio militar para internarse en la jungla y limpiar su buen nombre.
Esto nos lleva al regreso triunfal de Diego León Ospina, el protagonista de la recordada serie para la televisión Cusumbo (un melodrama acerca de un niño pobre proveniente de un pueblo llamado Barro Negro), quien encarna al Sargento Mena, el líder del escuadrón en cuestión. Decir que la actuación de Cusumbo es pésima sería todo un elogio. Pero, ¡Maldita sea! ¡Es Cusumbo! Todo adicto a la mala televisión de los 70 y 80 estaba esperando su regreso.
Los otros miembros del Comando Jungla son el indio Chindicué (el «místico» del grupo), Lucumí Arrechea (el moreno del grupo, con labios partidos y mirada de «atembao»), Loboguerrero (un fanático de las armas y el «simpático» del grupo) y, por supuesto, Hassam (el «ñero» del grupo). Este equipo merece sus correspondientes figuras de acción (yo las compraría).
Entre los villanos se esconde otro regreso triunfal: nada menos que John Silva, el popular «Herculito» de la serie Dejémonos de vainas. Y ni hablar de la aparición especial de Aurelio Cheveroni.
En la función de preestreno, Hassam nos recomendó ver la película con los ojos de un niño de 7 años. Hasta un niño de 7 años criticaría los malos efectos especiales, las pésimas actuaciones y los chistes flojos. Pero es ese espíritu camp, lo que hace que Agente Ñero Ñero 7: Comando jungla sea una película colombiana con alma y que supera con creces a esos tóxicos trabajos pretenciosos, exasperantes, aburridos y vacíos que últimamente se están produciendo en nuestro país. Prefiero diez partes de Ñero Ñero 7 a una segunda parte de Sin mover los labios o Siete cabezas.