The Nutcracker And The Four Realms (El cascanueces y los cuatro reinos) (2018)

Los estudios Disney apuntan de nuevo a un relato fantástico dirigido al público femenino, y esta vez se equivocan.

Dirección: Lasse Hallström, Joe Johnston
Mackenzie Foy, Morgan Freeman, Helen Mirren, Kiera Knightley

Luego de un intento fallido por llevar al cine la novela de Madeleine L’Engle Un viaje en el tiempo, los estudios Disney continúan dispuestos en adaptar relatos fantásticos enfocados hacia un público femenino. Con ese objetivo en mente llega una nueva versión cinematográfica de Cascanueces, basada en el relato de E.T.A. Hoffmann, El cascanueces y el rey de los ratones y el ballet de Tchaikovsky.

Curiosamente, esta cinta no es un musical y tiende más a ser una película de aventuras al estilo de El mago de Oz, El pájaro azul, Willy Wonka y la fábrica de chocolates, Alicia en el país de las maravillas y las Crónicas de Narnia. Sin embargo, tal vez debido que el director Lasse Hallström (Las reglas de la vida, Siempre a tu lado) tuvo que relegar el proyecto a Joe Johnston (Jumanji, Parque Jurásico III), la cinta se percibe como un producto frío y artificioso (pese a que fue filmada en celuloide), que carece de autoría propia y que se apoya en un exceso de efectos especiales por computador más que en darle vida a los personajes.

La historia de Cascanueces y los cuatro reinos (ya se sospechan varias secuelas) es protagonizada por Clara (Mackenzie Foy) una chica que extraña a su madre fallecida y quien vive con su padre, hermana y hermano en la ciudad de Londres de la época victoriana. Cuando su padre la lleva a un baile, Clara aprovecha para visitar a su padrino Drosselmeyer (Morgan Freeman), un fabricante de juguetes y llevarle una especie de huevo Fabergé que heredó de su madre y el cual no puede abrir por la falta de una llave. Como es de esperar, la búsqueda de la llave lleva a Clara a una dimensión mágica conformada por cuatro reinos, liderados por Mother Ginger (una supuestamente malvada Helen Mirren), Sugar Plum (Kiera Knightley con una voz chillona exasperante), Hawkthorne (un floripondio Eugenio Derbez) y Shiver (un gélido Richard E. Grant). La estrategia de las películas de Disney de presentar personajes en apariencia buenos y luego evidenciarlos como malvados, aquí se vuelve a utilizar sin mucho éxito. A eso se suma que el elenco multiétnico se siente forzado e impuesto por exigencia de lo políticamente correcto y que Philip, el compañero de aventuras de Clara, sea interpretado por Jayden Fowora-Knight (Ready Player One) de una manera desganada y postiza.

Los fanáticos de la música de Tchaikovsky deberán conformarse con los guiños de la banda sonora de James Newton Howard. Los fanáticos del ballet deberán conformarse con una breve presentación de la bailarina Misty Copeland al inicio del segundo acto y al final de los créditos. Y quienes esperan una película de fantasía mágica y original, tendrán que conformarse con un simpático ratoncito (no, no es Mickey), con unos arlequines luchadores, un ejército de soldados de juguete y una dirección de arte y vestuario excesiva.

En los últimos años, los estudios Disney han demostrado su preocupación por contar historias entrañables, originales y llenas de humanidad. Tristemente, su Cascanueces es una notable excepción.