Como si fuera una secuela de Braveheart, la cinta del director de Hell or High Water nos muestra cómo luego de la muerte de William Wallace, Escocia se rebela contra su opresor.
Dirección: David Mackenzie
Chris Pine, Florence Pugh, Aaron Taylor-Johnson, Billy Howle, Stephen Dillane
Con un portentoso plano secuencia de nueve minutos, el cual se inicia con un plano detalle de una vela y que termina con una catapulta lanzando una bola de fuego al muro de un castillo, se inicia Legítimo rey, la nueva película del director de esa obra maestra llamada Hell or High Water.
Basada en la vida de Robert Bruce (encarnado por un maravilloso Chris Pine), esta película bien podría pensarse como una digna secuela de Braveheart, esa cinta inmortal dirigida y protagonizada por Mel Gibson, en la que el actor australiano interpretó a William Wallace, contemporáneo de Bruce.
Legítimo rey comienza en 1304, cuando el Rey Eduardo de Inglaterra (Stephen Dillane) se impone sobre Escocia luego de ocho años de rebelión. Su hijo, el príncipe Eduardo II (Billy Howle), respalda a su padre y busca someter a quienes se opongan (del príncipe Eduardo existe una interesante película de 1991 dirigida por Derek Jarman, centrada en las inclinaciones sexuales del monarca). Entre los inconformes se encuentra Robert Bruce, heredero al trono de Escocia, y el noble James Douglas (un irreconocible Aaron-Taylor Johnson), que clama venganza por la expropiación de sus tierras.
En medio de un clima de opresión, Bruce contrae matrimonio con Elizabeth Burgh (interpretada por Florence Pugh, actriz que nos sorprendió en Lady Macbeth), una mujer de armas tomar. Aunque la unión se realizó por conveniencia, poco a poco los dos comenzarán a sentir cariño el uno por el otro y se convertirán en una sólida pareja (la película incluye algunas escenas de sexo gratuito para despertar a los espectadores a los que la historia de la Edad Media les aburre).
Luego de asesinar a un rival en una Iglesia, Robert Bruce se declara rey de Escocia, lo que lleva a este país a entrar en guerra con Inglaterra. Es así que el Rey Eduardo envía a su hijo a un enfrentamiento sin cuartel para aplastar con crueldad a todo aquel que se oponga.
Al finalizar el primer acto, Legítimo rey se convierte en una cinta de acción llena de espadas, caballos y sangre. Sin embargo, a la cinta le falta algo de ritmo y no logra un equilibrio óptimo entre el drama y la acción. De todas maneras, una cinta tan llena de testosterona como esta, con buenas actuaciones y hermosa fotografía, es más que apreciada para los amantes de las batallas épicas.