La cantante de música ranchera que se enfrentó al machismo y a la homofobia de México siguiendo las reglas del juego, es presentada en un documental que tomó 26 años en hacerse y que está dirigido especialmente a los que poco o nada saben sobre ella.
Dirección: Catherine Gund, Daresha Kyi
Este proyecto cinematográfico sobre Chavela Vargas arranca en el año de 1991, cuando la directora australiana Catherine Gund realiza una serie de entrevistas con la mítica cantante mexicana, explorando las diferentes facetas de su vida y obra. 26 años más tarde y luego de la muerte de Chavela en el 2012, Gund se une a la co-directora norteamericana Daresha Kyi para estructurar alrededor de las entrevistas un documental que busca ofrecer un retrato completo y consistente para las personas que tienen poca o ninguna idea sobre la importancia de esta artista para la música y la cultura mexicana.
Chavela nos muestra como la cantante de música ranchera se enfrentó a un ámbito machista y homofóbico, demostrando ser una mujer lesbiana de armas tomar, poniéndose a la par de sus colegas masculinos en cuanto al número de mujeres que conquistaba y el número de tragos de tequila que se tomaba. Asimismo, su presencia andrógina, su voz grave, rasgada, amarga y llena de melancolía (que nos recuerda a la de un borracho despechado), su amor por las armas y sus canciones que hablaban sobre el dolor causado por el desamor, lograron no solo el apoyo de un público masivo, sino la amistad de ídolos como el gran José Alfredo Jiménez, quien acompañó a Chavela tanto en los escenarios como en las cantinas, antes de sucumbir debido al alcohol en 1973.
Chavela Vargas no solo fue una figura marginal debido a su presencia masculina y a su orientación sexual. Ella, originaria de Costa Rica, debió enfrentarse al rechazo y el abandono de sus padres y tuvo que luchar el doble que muchos otros cantantes para poder obtener un lugar en el mundo de la canción mexicana en calidad de forastera.
Se inició como cantante en el Acapulco de los años cincuenta, lugar donde se reunía lo mejor del jet set norteamericano. Cantó en la boda de Elizabeth Taylor con Mike Todd, tuvo un amorío pasajero con Ava Gardner y luego una relación más larga con Frida Kahlo. Grabó su primer álbum en 1961, actuó en la película de 1966 La Soldadera junto a Silvia Pinal y debido a su fuerte alcoholismo, se retiró de los escenarios por más de dos décadas, para luego hacer un regreso triunfal en los años noventa en el bar “El Hábito”, cuyas dueñas fueron Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, amigas que colaboraron en su rehabilitación.
En esa misma época, el director Pedro Almodóvar, ferviente admirador de ella, no solo incluyó su música en sus películas, sino que sirvió de promotor de una serie de exitosos conciertos realizados en España y en el Olympia de París. Chavela Vagas muere a los 93 años, luego de una carrera llena de altibajos, pero bajo el estatus de leyenda de la música ranchera.
La aproximación de las directoras a la vida de Chavela es la de una mujer a la que le encantaba la soledad, que hacía lo que quería y que desconfiaba de la idea del amor incondicional o a largo plazo. Pero las deficiencias en el ritmo y el descuido en el tratamiento del material de archivo (que a menudo parece como si se estuviera descargando frente a nuestros ojos), le resta impacto. Más música y un análisis más profundo de la obra y la psique de Chavela es algo que quienes conocíamos de antemano sobre su vida nos quedamos esperando. Pero para aquellos que poco o nada saben sobre Chavela, este documental sirve como un abrebocas que probablemente los llevará a indagar más sobre su música y sobre su peculiar personalidad.