La segunda parte de la precuela de Harry Potter cuenta con un gran elenco y el director de varias entregas de la saga. Pero el resultado es un derroche de efectos poco sorprendentes y una historia tremendamente aburrida.
Dirección: David Yates
Eddie Redmayne, Johnny Depp, Jude Law, Ezra Miller, Katherine Watertston, Zoe Kravitz
La nueva entrega de Animales fantásticos, la saga que describe los eventos ocurridos antes de que Harry Potter fuera educado en Hogwarts y se enfrentara a Voldemort, fue escrita por J.K. Rowling (la autora original de los libros del popular universo de hechiceros), es dirigida por David Yates (autor de cuatro películas de Harry Potter y de la primera parte de Animales fantásticos) y cuenta con un elenco conformado por actores de la talla de Eddie Redmayne, Johnny Depp, Jude Law y Ezra Miller. Todo apuntaba a un nuevo triunfo para una serie mágica y fascinante. Pero el resultado es toda una desagradable sorpresa: Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, es un trabajo vacío, aburrido y decepcionante.
Es casi imposible poder mantenerse despierto durante las dos horas y catorce minutos de esta película que carece de la elegancia y la humanidad que Alfonso Cuarón le brindó a Harry Potter y el prisionero de Azkaban, y que el mismo Yates supo mantener, inclusive hasta el inicio de la serie Animales fantásticos. Si hay una evidencia de cómo la necesidad por obtener un éxito de taquilla por parte de los estudios acaba con el mérito artístico de una película, este es uno de los mejores ejemplos.
Ambientada como su predecesora en la ciudad de Nueva York en el año de 1927 (el período entre guerras), Los crímenes de Grindelwald es protagonizada de nuevo por Newt Scamander, un personaje que ahora es mucho más antipático y desesperante que antes (gracias en gran parte a la sobreactuación de Redmayne). El hechicero y zoólogo introvertido se encuentra acompañado de los animales fantásticos del título presentados en la primera parte, como lo son la tierna plantita llamada Bowtruckles y Niffler, un ornitorrinco ladrón, los cuales, la verdad sea dicha, lucen como copias baratas de Kroot y Rocket Racoon de Guardianes de la galaxia.
Scamander se reúne con Dumbledore, quien más adelante se convertirá en el mentor de Harry Potter (aquí encarnado por Jude Law), y este le encarga la misión de detener a Gellert Grindelwald (un Johnny Depp convencido de que el maquillaje hace al personaje), un líder malvado que está convenciendo a una gran cantidad de hechiceros de dominar el mundo de los mortales (conocidos como Muggles). Como era de sospecharse, Dumbledore y Grindelwald antes eran grandes amigos (y posiblemente amantes), pero la opción del último por el lado oscuro, acabó con la relación. Sí señores, todo parece indicar de Dumbledore es gay.
Asimismo, un equipo de hechiceros llamado Aurors, liderado por Theseus Scamander, el hermano de Newt (un sobrio Callum Turner), se encuentra en la búsqueda de Grindelwald, quien se escapó en un traslado de prisión, en una secuencia inicial que ya establece las características de la película: efectos especiales sin nada de emoción. Theseus está comprometido con Leta Lestrange (una Zoe Kravitz pasmada), quien a su vez fue la antigua novia de Newt y quien más adelante va a revelar algunos secretos de la truculenta trama. Aunque Newt sigue sintiendo algo por Leta, su corazón está puesto en Tina Goldstein (Katherine Wasterston), personaje que ya había aparecido en la cinta anterior junto con su hermana Queenie (Alison Sudol) y el muggle Jacob Kowalski (Dan Fogler), quien originalmente aportaba el toque cómico a la historia, pero que ahora no. Por su parte, Grindelwald busca reclutar para su causa a Credence Barebone (un Ezra Miller que se limita a posar con cara de acontecimiento), el joven y perturbado hechicero que sirvió de villano en la primera parte y cuyo origen oculta un secreto que los fanáticos de las obras de Rowling sabrán agradecer.
Algo extraño pasa con esta película, ya que además de tener un efecto soporífero, se ve con amnesia. Como si se tratara de un hechizo mental, el espectador sentirá que conoce a los personajes y algo de la historia, pero no recordará mucho al respecto. La apuesta es que la trama es tan frenética y enredada y los personajes tan superficiales y vacíos, que no alcanzan a dejar ninguna huella significativa en la memoria del público. Este peculiar efecto, obliga a recurrir a una revisión de la primera parte. Sin embargo, dicha revisión no vale la pena.
Ya se han anunciado tres próximas entregas de Animales fantásticos. Si continúan por la línea truculenta, cansada y aburrida de esta, no quedará más remedio que abandonar Hogwarts. Aunque existe la esperanza de que Rowling y su equipo intenten explorar la relación homosexual entre Dumbledore y Grindelwald y la similitud entre Grindelwald y Hitler. Eso haría de la saga algo interesante. Por ahora, la varita ya no encanta y la magia se ha agotado.