Una joven misteriosa y su amigo nerd se embarcan en una revolución contra un malvado opresor de un futuro postapocalíptico, en una cinta que no ofrece nada novedoso o, por lo menos, interesante.
Dirección: Christian Rivers
Hera Hilmar, Robert Sheehan, Hugo Weaving, Jihae Kim
Hace mucho tiempo, en una sala de cine muy lejana (1983), se estrenaba el clásico de la comedia The Meaning of Life, en el que los monstruos de la comedia que se hacían llamar Monty Python, nos mostraban una serie de escenas acerca del absurdo sentido de la vida. La cinta dirigida por Terry Jones, incluía un prólogo asumido por Terry Gilliam (ambos miembros de los Python) titulado The Crimson Permanent Assurance (a su vez inspirado en la historieta del francés Caza), acerca de un grupo de ancianos empleados para un grupo de yuppies déspotas, que se rebelan ante sus jefes y transforman el edificio en el que trabajan en una especie de edificación rodante pirata.
La idea de una edificación rodante (que también fue planteada por el escritor Italo Calvino), es pirateada sin escrúpulos por el autor Philip Reeves en su cuarteto de novelas ciberpunk (o más bien, steampunk) que se comenzaron a publicar en el 2001, siguiendo la tradición de las sagas juveniles (futuro apocalíptico, gobiernos totalitarios, joven elegido, adultos opresores, triángulo amoroso). Causa extrañeza que Peter Jackson, el director de la magnífica trilogía de El Señor de los anillos, sea el productor y co-guionista de la adaptación de una historia tan poco original como Máquinas mortales (hasta el título suena genérico).
La premisa se desarrolla mil años en el futuro y nos muestra cómo a raíz de una guerra que acabó con la mayoría de la humanidad (y por ende con su desarrollo tecnológico), los sobrevivientes construyeron una serie de hábitats rodantes en el que viajan por el mundo buscando sobrevivir. Obviamente, unas edificaciones son mayores que otras (inserte aquí la metáfora sobre la lucha de clases) y las más grandes son prácticamente ciudades rodantes (como Londres), las cuales “cazan” a las más pequeñas y las devoran para hacerse más poderosas (como Disney con Fox).
Lo que sigue es una mezcolanza entre la ya mencionada The Crimson Permanent Assurance con The Hunger Games, Divergent, Harry Potter, Mad Max, El castillo vagabundo, Snowpiercer y cualquier película de zombies dirigida por George A. Romero: Un joven llamado Tom Natsworthy (Robert Sheehan) es traicionado por su mentor Thaddeus Valentine (Hugo Weaving) y junto con Hester Shaw (Hera Hilmar), una chica misteriosa (con todo y cicatriz en el rostro) a la cual Thaddeus le asesinó a su madre, harán parte de un grupo rebelde con la misión de acabar con la Estrella de la Muerte… perdón, con la inmensa ciudad rodante liderada por el déspota que busca oprimir a los desfavorecidos. El lapsus con La guerra de las galaxias no es fortuito, ya que el tercer acto de esta historia incluye a una nave disparándole al núcleo de la ciudad rodante agresora y la revelación de un vínculo filial entre Thaddeus y uno de los jóvenes heroicos (y ni hablar de la presencia de Anna Fang, una especie de aventurera rebelde al mejor estilo de Han-Solo e interpretada por la cantante Jihae Kim.
Aquellos que odien los spoilers no tienen de qué preocuparse, ya que esta cinta es predecible a más no poder (la mayoría de espectadores podrán adelantarse inclusive a los diálogos). Lo que queda es una dirección de arte que le debe mucho más a Terry Gilliam que el corto que hizo para The Meaning of life y un derroche de efectos abrumadores que generan más sueño que emoción.
En conclusión, Máquinas mortales es lo que el público actual busca en los Multiplex: entretenimiento alienante con poco o nada de originalidad. Una película rápida y furiosa que quedará en el olvido justo después de haberse visto.