La quinta parte de la horripilante saga de películas de El paseo es la mejor de todas. Pero eso no evita que sea una basura homofóbica, misógina, machista, racista y para nada graciosa.
Dirección: Mario Ribero
Adriana Ricardo, Waldo Urrego, Jose Daniel Cristancho, Gill González, Ricardo Mejía, Jhon Alex Castillo, Alma Rodríguez, Catalina Londoño, Paola Moreno, Maria Irene Toro
¿En qué momento el público colombiano comenzó a aceptar productos de tan baja calidad como la serie de películas de El paseo? Mi apuesta está en los más de veinte años de basura televisiva que ha sido emitida a partir de la privatización de la televisión colombiana, la cual ha formado a toda una generación enajenada y sin puntos de referencia para establecer qué es bueno y qué no. Tal vez la respuesta también esté en la paupérrima educación que se ofrece en las escuelas de nuestro país. Pueden ser ambas cosas. O puede ser una involución cultural que se está gestando a nivel mundial, la cual trasciende a nuestro país.
Es irónico y triste que El paseo de Teresa, una simpática cinta costumbrista dirigida por Patricia Cardoso, ya no se asuma como la quinta parte oficial de la franquicia (de hecho, obtuvo una recaudación de taquilla muy pobre). El trabajo de Cardoso estaba lejos de ser una buena película, pero tenía humanidad, ternura y algunos momentos definitivamente graciosos.
Es por eso que la nueva película de El Paseo, aparece con un número cinco, quedando claro que El paseo de Teresa no fue aceptado dentro del cánon. La nueva quinta parte tiene como subtítulo El paseo de oficina, y esto ya es todo un descaro. Los productores de El paseo no solo se robaron la premisa de sus películas de la saga de comedias National Lampoon’s Vacation protagonizada por Chevy Chase (existen cuatro películas y un reboot) sino que ahora se ahora se roban las premisas de The Hangover y de Office Christmas Party (la cinta protagonizada por Jennifer Aniston) para mezclarla con la premisa de Un largo y ardiente paseo, la esperpéntica película pornográfica producida por Cali Sex y que alguna vez fue «revisada» por Martín de Francisco y Santiago Moure para su serie animada El siguiente programa.
El paseo 5 nos muestra a los estereotipados empleados de un banco que parecen los protagonistas de un chiste malo (la «jefa» costeña, el «cucho» boyaco, la cachaca «nueva era», la pastusa «rica y apretadita», la santandereana «fitness», el caleño al que «se le moja la canoa», el «sardino» tímido, la gordita «simpaticona» y, por supuesto, el «galán de vereda»), quienes después de evitar un robo, son premiados con un viaje a Melgar.
Esta es la oportunidad para que los actores se sobreactúen, hagan uso de una serie de acentos postizos y frases de cajón («lo que se hace en Las Vegas se queda en Las Vegas»), realicen comentarios machistas, misóginos, homofóbicos y racistas disfrazados de chistes y, supuestamente, confiesen bajo los efectos del alcohol sus amores ocultos y sus defectos (el personaje de «la pastusa» se queja de ser peluda y la «santandereana» de no tener tetas y culo, algo que además de ser una queja superflua, estúpida y para nada graciosa, ni siquiera se evidencia en el cuerpo de las actrices).
Piense en El Paseo 5 como una película porno sin sexo. Malas actuaciones, comentarios ofensivos, pésima fotografía, locaciones limitadas y risas que nunca llegan. Luego de soportar 88 minutos de ese suplicio, tan solo quedan dos conclusiones: La primera es que si el público colombiano continúa aceptando esta clase de producto deplorable, se continuarán haciendo películas como El paseo hasta llegar a El paseo millonario.
La segunda conclusión tiene que ver con nuestro cine. Como bien lo dijeron Santiago Moure y Martín de Francisco: «Nuestras artes visuales están íntimamente ligadas con lo estéticamente esperpéntico. Con lo grotesco, con lo vulgar, con lo ruin. Porque si para algo tenemos talento es para ser vulgares y proyectarlo de manera fiel al mundo. Solo se logra ser vulgar cuando se hacen las cosas mal y aquí se hacen bastante mal».
El anterior comentario se hizo con referencia a Un largo y ardiente paseo, pero sin lugar a dudas se aplica a la parte cinco de El paseo, la cual, aunque es la mejor de la saga, es el equivalente cinematográfico de una infección pillada en una piscina.