Una divertida cinta familiar que cautivará hasta los más chicos y que busca que las nuevas generaciones aprendan a amar la naturaleza y la vida animal.
Dirección: Gilles de Maistre
Mélanie Laurent, Daniah De Villiers, Langley Kirkwood, William Davies
El director Gilles de Maistre nos ofrece una bellísima cinta familiar en la que una niña de once años establece una gran amistad con un león blanco, especie que cuenta con una población de menos de trescientos animales.
Asesorada por Kevin Richardson, un zoólogo especializado en leones (y director de documentales), esta coproducción entre Francia, Sudáfrica y Alemania, pudo realizarse sin necesidad de recurrir a efectos digitales, haciendo que la actriz infantil y el león blanco crecieran juntos por un período de tres años para generar una impronta entre el animal y el ser humano. Luego de un complejo proceso de casting, de Maistre encontró a su actriz ideal en Daniah De Villiers, una niña sudafricana familiarizada con los leones (pero que casi no obtiene la autorización de sus padres para llevar a cabo semejante labor) y filmó su película con ella y con un hermoso león blanco llamado Thor (en la película recibe el nombre de Charlie) entre los años 2015 y 2017, mientras que los demás actores viajaron regularmente a las locaciones para filmar sus escenas. Lo anterior le permite ver al espectador a todo el elenco (incluyendo a Thor) envejecer de una manera orgánica y milagrosa, al mejor estilo de la película Boyhood de Richard Linklater.
Aunque Mia y el león blanco no llega al estatus de obra maestra de Boyhood, es una cinta muy entretenida y de espíritu noble. Inspirada en un documental de televisión dirigido por el mismo de Maistre, acerca de la amistad entre los niños y los animales salvajes alrededor del mundo, esta obra de ficción, además de divertir (algo que logra con creces) busca también denunciar el horrible negocio de las cacerías falsas, el cual se lleva a cabo durante años en todo el continente africano y que consiste en criar animales salvajes (entre ellos leones) para que los aspirantes a cazador les disparen con rifles o flechas en ambientes controlados para luego tomarse fotos con sus “presas” y exhibirlos como trofeos en sus hogares. Ya de por sí la cacería de estos hermosos animales es algo espantoso, mucho más esta actividad que tristemente es legal en la mayoría de países, en especial Sudáfrica.
La película cuenta la historia de Mia (De Villiers), una niña que vive con sus padres Alice y John Owen (Mélanie Laurent y Langley Kirkwood) y su hermano mayor que sufre de terrores nocturnos y ataques de pánico en una reserva de animales salvajes ubicada en Sudáfrica. Cuando John lleva a Charlie, un león blanco bebé, a vivir en la reserva con el ánimo de atraer turistas y poder sostener el lugar, Mia al principio se muestra reticente con el animal, ya que ella quiere volver a Francia para estar con sus amigos. Sin embargo, poco a poco la convivencia entre Mia y Charlie se va a hacer muy estrecha, hasta el punto que sus padres se preocupan por la seguridad de su hija. Sin embargo, es Mia quien va a proteger a Charlie de los peligros de las cacerías furtivas cuando una serie de situaciones (que es mejor no revelar) lleven a la niña a huir con su especial amigo.
Mia y el león blanco es una de esas raras películas que, pese a no ser de animación, logra mantener la atención hasta de los más pequeños, los cuales se emocionarán y se conmoverán con las peripecias de Charlie. Su productor, el actor y director Jacques Perrin (autor de ese milagroso documental llamado Nómadas del viento) es un acérrimo defensor de la naturaleza y de la vida animal quien logra con esta película (sin necesidad de discursos culpabilizantes y abrumadores), entretener y comunicar unos valiosos conceptos y valores que ojalá lleguen al corazón de las nuevas generaciones y permanezcan allí para siempre.