Una estupenda comedia negra, hija de El club de la pelea y de The Foot Fist Way, que logra deconstruir los mitos sobre la masculinidad que continúan intoxicando a la sociedad actual.
Director: Riley Stearns
Jesse Eisenberg, Alessandro Nivola, Imogen Poots
En el 2006, Danny McBride protagonizó una estupenda película en formato de documental falso, llamada The Foot Fist Way, acerca de un patético luchador que trabaja como instructor de artes marciales, el cual intenta sobrellevar la infidelidad de su esposa y cumplir con la meta de conocer a su ídolo, un actor de películas de acción, quien termina siendo un borracho degenerado.
Como si se tratara de un Mash-Up, el director y guionista Riley Stearns (Faults), amalgama la premisa de esta cinta con la premisa de la película de David Fincher The Fight Club, esa impresionante deconstrucción del machismo inherente a la sociedad capitalista, basada en la novela de Chuck Palahniuk, para entregarnos la comedia negra The Art Of Self-Defense, la cual logra desprenderse de sus predecesoras (aunque no totalmente), para convertirse en un trabajo extremadamente divertido e igualmente inteligente.
Aquí, Jesse Eisenberg (todo un maestro al encarnar personajes patéticos y pusilánimes), interpreta a Casey Davies, un contador que vive acompañado de su perro salchicha y que no logra encajar en su lugar de trabajo. Una noche, mientras Casey va a la tienda a comprar comida para perro, es brutalmente atacado por un grupo de motociclistas. Luego de salir del hospital, Casey busca comprar un arma para defenderse, pero termina inscribiéndose en una academia de artes marciales, dirigida por un instructor que responde al nombre de Sensei (un excelente Alessandro Nivola). Es así que Sensei, va a enseñarle a este remedo de hombre a convertirse en todo un varón, del mismo modo en que Tyler Durden le enseño a hacer valer sus derechos al cobarde hombre sin nombre del Club de la pelea.
Esta película, ambientada en 1999 (mismo año del estreno de la mencionada película de Fincher), es un ataque directo a ese tóxico y estúpido movimiento antifeminista que se ha venido cultivando al interior de los movimientos de derecha y ultraderecha, y que aquí se revela con una frase que Sensei usa para referirse a Anna (Imogen Poots), una de las mejores luchadores y la única mujer de la academia, a la que se le ha negado el derecho de portar un cinturón negro de Karate: “el hecho de ser mujer siempre le impedirá convertirse en hombre”.
Y es que Sensei le explica a su aprendiz, que, para lograr convertirse en todo un maestro de las artes marciales, la música que escucha (metal en reemplazo de adulto/contemporáneo) y las mascotas que elige (pastores alemanes en reemplazo de perros salchicha), deben ser lo más masculinas posibles. Cuando se leen los comentarios idiotas y absurdos de los fanáticos en contra de cintas como Capitana Marvel o la versión femenina de Las Cazafantasmas, se comprende cómo alguien como Sensei, puede tener en el mundo real cientos de seguidores.
Aunque The Art Of Self-Defense presenta una serie de giros sorpresivos (de alguna manera predecibles), que es mejor no revelar, lo cierto es que su perverso sentido del humor la convierte en una sátira profunda, que genera dolor en cada una de las risas que produce, y que nos muestra a un hombre que busca recuperar su dignidad y su masculinidad en el lugar menos indicado.