Lo que pudo haberse convertido en una nueva Get Out o un nuevo Evil Dead, termina siendo una película de terror que promete mucho pero que, al final, entrega poco.
Director: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett
Samara Weaving, Adam Brody, Mark O’Brien, Henry Czerny, Andie MacDowell
Grace (Samara Weaving luciendo como la hermana perdida de Bruce Campbell y Margot Robbie), se encuentra a punto de contraer matrimonio con Alex (Mark O’Brien), integrante de una familia de millonarios que, supuestamente, acumularon su fortuna gracias a la venta de una serie de exitosos juegos de mesa. Grace procede de un entorno poco privilegiado y es vista por algunos familiares de Alex como una cazafortunas, imperando un ambiente de tensión e hipocresía previo a la boda.
Sin embargo, luego de terminar la ceremonia, Grace descubre que la excéntrica familia necesita que ella sea partícipe de una larga tradición, la cual consiste en elegir al azar un juego para jugar con ellos. La joven tiene la mala fortuna de escoger el juego de las escondidas, el cual dentro de la tradición familiar incluye un giro muy particular: si ella es encontrada, será asesinada.
Las comedias de horror pueden ser un muy efectivas si se logran hacer bien. Basta pensar en las primeras películas de Peter Jackson o de Sam Raimi para hacerse una idea de lo que se puede lograr al mezclar los sobresaltos con situaciones absurdas llenas de humor negro. El problema con Boda sangrienta, pese a su curiosa premisa, es que no es lo suficientemente graciosa y tampoco es lo suficientemente aterradora, lo que da como resultado un producto tibio (pero muy sangriento), que se salva apenas gracias a una divertida interpretación por parte de su actriz protagonista.
Boda sangrienta pudo haber sido una interesante película de terror con subtexto social (al estilo de Get Out), si se hubieran explotado a profundidad los problemas de muchas mujeres con la familia de su esposo. Pudo también haber sido una cinta delirante y frenética (al estilo de Evil Dead), si se hubieran llevado las diversas situaciones al paroxismo. Sin embargo, termina siendo un producto al que le falta ingenio, inteligencia y efectividad a la hora de asustar.
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