El segundo largometraje de Franco Lolli vuelve a poner a una mujer en el centro, esta vez interpretada por la académica Carolina Sanín.
Director: Franco Lolli
Carolina Sanín, Leticia Gómez, Vladimir Durán, Alejandra Sarria, David Roa, Antonio Martínez
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, alguna vez se hizo una famosa pregunta: ¿Qué quieren las mujeres? Este interrogante, que aún continúa sin responderse, es suscitado por Litigante, la nueva película del director bogotano Franco Lolli, luego de su interesante debut con Gente de bien en el 2014.
Carolina Sanín, filósofa, escritora y docente y sin una experiencia actoral previa, es la nueva protagonista femenina y una digna sucesora de la actriz Alejandra Borrero (el eje central de la ópera prima de Lolli). Al igual que con Gente de bien, estamos ante un drama doméstico y no frente a un drama judicial, como el título falsamente nos lo da a entender. Sanín, quien hace un muy buen debut en la pantalla grande, interpreta a Silvia, una abogada y madre soltera quien, junto con María José, su hermana menor (Alejandra Sarria), debe cuidar de Leticia, su madre también abogada (Leticia Gómez) y enferma de cáncer.
El trabajo de Silvia pende de un hilo así como su reputación, ya que está envuelta en un caso de corrupción (del cual ella no hace parte). Sin embargo, ha vuelto a encontrar el amor en la forma de Abel (Vladimir Durán), un periodista que la acusó públicamente en una entrevista realizada en un programa radial.
Silvia pelea constantemente con su madre por sus diferencias en cuanto a su modo de pensar, de actuar, sus decisiones tomadas y su elección de pareja. Su pequeño hijo Antonio (Antonio Martínez), a menudo le genera dolores de cabeza. Y su relación con María José tampoco es la mejor. Es así que su amorío con Abel, el cual debería alivianar el peso de su vida diaria, termina convirtiéndose también en un nuevo problema para Silvia.
El término “neurosis”, que actualmente es considerado como obsoleto dentro de la psiquiatría moderna, hacía referencia a una serie de trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y las dinámicas sociales, familiares y laborales de las personas. Dentro de las “neurosis” existía un diagnóstico, mucho más obsoleto, denominado “histeria”. Este concepto, describe a una serie de malestares asociados a problemas afectivos y asociados a la psiquis femenina.
A Silvia bien se le podría definir como una mujer neurótica e inclusive histérica. Pero los tiempos han cambiado y hoy tendríamos que decir que esta mujer es una persona que debe enfrentarse a una serie de crisis (domésticas, laborales y afectivas) que la tienen abrumada, confundida y sumida en una tristeza profunda. Es una mujer que no sabe qué hacer con su vida.
El guion, escrito por Lolli junto con Marie Amachoukeli y Virginie Legeay, intenta aproximarse a la vida de Silvia de una manera realista y evita dar respuestas ante los dilemas y la forma de pensar y actuar de su protagonista. A veces se excede en los enigmas y termina desorientando al espectador (¿Quién es Sergio? ¿Un familiar? ¿Un amigo Gay? ¿Un compañero del colegio? ¿Por qué Silvia parece tener odio y rencor ante el padre de Antonio, pero luego parece tener una buena relación con él? ¿Era su profesor? ¿Era un hombre casado? ¿Era un colega de su madre?).
Ninguno de estos interrogantes tiene una respuesta, lo que nos lleva a pensar dos cosas: 1. Que estos personajes fueron creados con un propósito meramente argumental. 2. Que hacen parte de un universo personal que inspiró a los escritores y quienes asumieron que se podían presentar sin necesidad de dar explicaciones.
Litigante se siente televisiva y aunque la fotografía de Luis Fernando Arteaga permite una inmersión efectiva a la vida de Silvia, no alcanza a contarnos desde lo visual lo que las actuaciones y los diálogos llegan a decir. Su final es anticlimático y nos deja con el deseo de saber más sobre esta mujer. Pero, de todas maneras, esta es una película pequeña en factura, pero de una gran intensidad emocional, muy cercana a la tendencia actual del cine belga y francés, y que conecta también con el cine norteamericano de John Cassavetes, en la que se intenta buscar una verdad y comentar sobre ella, a partir de la descripción de las dinámicas cotidianas de una mujer que se encuentra al borde de un ataque de pánico, pero que se las arregla para no ceder ante el mundo en el que tiene que vivir.
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