Si usted es de las personas que piensan que Scooby-Doo fue un buen dibujo animado, comparte memes nostálgicos del Capitán Cavernícola en las redes sociales, y sabe quienes son Mandibulín, el Pulpo Manotas y Simiolón, quizás esta película sea para usted.
Director: Tony Cervone
Con las voces de Will Forte, Frank Welker, Mark Wahlberg, Jason Isaacs, Gina Rodriguez, Zac Efron, Amanda Seyfried, Tracy Morgan, Ken Jeong
Hay cosas que nunca tendrán explicación y la enorme popularidad de Scooby-Doo es una de ellas. Este personaje creado en 1969 por Iwao Takamoto, Joe Ruby, Ken Spears, William Hanna y Joseph Barbera, nunca tuvo la calidad de los programas de televisión clásicos de los estudios Hanna-Barbera, como lo fueron Los Picapiedra, El Oso Yogui, Don Gato o Los Supersónicos. De hecho, Scooby-Doo es, de manera objetiva, uno de los peores dibujos animados en la historia de la televisión. Pero, como la mala hierba que fuma Shaggy, se niega a morir.
Su conocida estructura narrativa (un grupo de adolescentes y su perro mascota resuelven misterios sobrenaturales y desenmascaran villanos) tuvo una primera encarnación en la infame serie Scooby-Doo, ¿Dónde estás?, la cual se inspiró en Los Hardy Boys y Nancy Drew, unos populares libros sobre adolescentes detectives de los años sesenta. Curiosamente, la primera serie duró poco, pero influenció a una gran cantidad de caricaturas sobre adolescentes, mascotas y misterios, como las espantosas Josie y las Gatimelódicas, Magi Buggy, Mandibulín, El Fantasma Revoltoso, El Capitán Cavernícola y sus Ángeles Adolescentes, y Los Archivos de Buford.
A comienzos de los años setenta, se revivió la serie de Scooby-Doo, esta vez con un invitado especial por episodio (Batman, Don Knotts y los Trotamundos de Harlem fueron algunos). Y a finales de la década, Scooby y Scrappy-Doo, la peor encarnación de todas, incluyó al detestable sobrino del famoso sabueso (quien junto a Jar Jar Binks, es uno de los personajes más odiados de todos los tiempos).
Los años ochenta tuvieron a los 13 fantasmas de Scooby-Doo (con un nuevo personaje, un joven de origen chino llamado Flim-Flam); así como a Un cachorro llamado Scooby-Doo, en donde se contaban sus aventuras de infancia. Para el nuevo milenio, se estrenaron dos terribles películas de acción real (aunque la primera entrega se salva cuando nos enteramos que el villano era un Scrappy Doo enmascarado). Periódicamente, se han producido varios largometrajes animados sobre el personaje para el mercado “directo a vídeo” (uno de ellos incluye a la agrupación Kiss como coprotagonista), y tampoco hay que olvidar una versión porno que convierte en realidad muchas de las fantasías más perversas y oscuras de los seguidores de la serie.
¡Scooby!, la nueva película animada (originalmente pensada para las salas de cine), marca una nueva aparición del gran danés y su grupo de amigos: Shaggy, Fred, Velma y Daphne, esta vez sin Scrappy-Doo (quien debe estar pudriéndose en prisión) o Flim Flam (una probable víctima del coronavirus). Esta cinta no llega a ser la misma historia ridícula de fantasmas, pero tampoco es una versión hiperviolenta para adultos (como sí ocurrió con Los Banana Splits). Sin embargo, su timidez y falta de riesgo la convierte en un producto mediocre.
Los primeros cinco minutos de ¡Scooby! parecen advertir el camino a seguir de esta película: Un niño solitario y sin chivera llamado Shaggy, se encuentra en las playas de California a un cachorrito huérfano y hambriento que habla un inglés imperfecto, siendo este es el origen de una gran amistad.
Pero rápidamente, la película se salta la infancia de Shaggy y Scooby, y nos vuelve a poner en el tradicional escenario de los jóvenes adolescentes que resuelven misterios montados en su icónica van psicodélica. Sin embargo, Shaggy (con la voz de Will Forte) y Scooby (Frank Welker, quien hacía la voz de Fred en los años setenta), son abducidos por una misteriosa nave espacial.
¡Oh sorpresa! La nave pertenece nada menos que a Fabulman y su perro Dinamita (una pareja de superhéroes que protagonizó un antiguo y olvidado show de Hanna-Barbera). Según se nos informa, este nuevo Fabulman (Mark Wahlberg) no es el original, sino una versión “millennial”, al que le gusta más tomarse selfies y convertirse en DJ, que luchar por la justicia, para vergüenza de su ayudante. El Fabulman original se encuentra pensionado y gozando de su retiro (probablemente en el mismo ancianato donde se hospedan Birdman, El Fantasma del Espacio, El Trío galaxia y los Herculoides).
Fabulman, Dinamita y Dee Dee Sykes (una de los Ángeles Adolescentes del Capitán Cavernícola, quien aquí es la asistente del dúo dinámico), le piden a Shaggy y Scooby que los ayuden en la captura del malvado Pierre Nodoyuna (Jason Isaacs), el villano de las series animadas Los autos locos y El escuadrón diabólico, quien reemplazó a su fiel ayudante, el perro Patán, por un ejército de pequeños robots para robar una serie de cráneos pertenecientes a perros prehistóricos. Mientras tanto, Fred (Zac Efron), Daphne (Amanda Seyfried) y Velma (Gina Rodríguez), siguen las pistas que los conducirán al paradero de sus amigos desaparecidos.
Es en este momento donde la cinta logra captar la atención del espectador, especialmente para aquellos que consumimos en los años setenta y ochenta grandes cantidades de basura televisiva y conocemos todos los referentes. A medida que avanza la historia, se harán algunos guiños a otros personajes del universo Hanna-Barbera como El pulpo Manotas, o Hong Kong Phooey, pero serán tan rápidos que casi llegan a ser subliminales. De todas maneras, la presencia del mismísimo Capitán Cavernícola (Tracy Morgan), logrará despertar el niño interior de muchos padres de familia, los cuales van a estar mucho más emocionados que sus hijos de la generación Z.
Pero todo se viene abajo con un tercer acto que involucra al Cancerbero y a Péritas, el perro de Alejandro Magno (en un intento por brindar una lección de historia barata y asociarla con el origen de Scooby-Doo). Y lo que es peor: todo terminará en persecuciones tontas y un mensaje recalcitrante sobre el valor de la amistad, requisito obligatorio de casi todas las películas animadas dirigidas al público infantil.
Si ¡Scooby! se hubiera arriesgado más en los chistes anárquicos, los referentes a otros programas de Hanna-Barbera y en incluir más invitados extraídos de la vida real como Simon Cowell (quien aquí hace una breve pero divertida aparición), la película hubiera funcionado a las mil maravillas. Pero los intentos de ser incluyentes y actuales para atraer a las nuevas generaciones, y un respeto innecesario por una estructura narrativa que jamás funcionó, la convierten en una desilusión.
P.D. Los créditos finales incluyen guiños al Fantasma Revoltoso, La Hormiga Atómica, Mandibulín, Simiolón y Frankenstein Jr, los cuales pueden servir de pretexto para impartir una clase sobre personajes olvidados de la televisión animada.
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