En este documental sensible y revelador, varias personalidades transgénero nos hablan de sus percepciones con respecto al abordaje negativo que el cine y la televisión han hecho de los miembros de su comunidad a lo largo de los años.
Director: Sam Feder
Hoy en día, muchos se quejan de la obsesión de las nuevas generaciones por lo políticamente correcto y cómo esto afecta la libertad de expresión. Sin embargo, también se puede pensar en que dicha obsesión se basa en una inconformidad real. Las generaciones anteriores insisten en mantener un pensamiento retrógrado y un discurso clasista, racista, homofóbico y transfóbico, el cual las nuevas generaciones ya no están dispuestas a aceptar.
Disclosure, el documental de Sam Feder sobre las representaciones de la comunidad transgénero en los medios audiovisuales, nos muestra cómo las personas con una identidad de género opuesta a la de las personas cisgénero, han aparecido en la pantalla desde los inicios del cine mismo, pero generalmente retratadas de una manera estereotipada, trivializada, caricaturesca y satanizada.
A diferencia de The Celluloid Closet, el excelente documental de 1995 dirigido por Rob Epstein y Jeffrey Friedman, que analizaba la presencia de la homosexualidad en el cine, Disclosure se enfoca específicamente en las personas transgénero y posee un tono menos exhaustivo y mucho más político (películas como Transamerica, La mala educación, Kinky Boots, Flawless, el anime Tokyo Godfathers y Dreamer, el primer superhéroe transgénero de la serie Supergirl jamás se mencionan, mientras que otras como Una mujer fantástica, XXY, Breakfast On Pluto o Tangerine apenas se nombran).
Sin embargo, el espectador se enterará que D.W. Griffith, el pionero del cine y autor de The Birth Of A Nation (una obra de gran importancia para el desarrollo del séptimo arte, pero también de un horrible racismo), fue el primer director en incluir a una persona transgénero en el cine, en la cinta de corte religioso Judith Of Bethulia de 1914, la cual ya incluye los principales estereotipos que han permanecido a lo largo de los años en el cine y la televisión.
Varias personalidades mediáticas como las actrices Laverne Cox (Orange Is The New Black), Candis Cayne (Nip/Tuck, Dirty Sexy Money), y Trace Lysette (Transparent); así como el actor Chaz Bono (el hijo de Cher), la directora Lily Wachowski (The Matrix), y el director de la organización GLAAD Nick Adams, entre muchos otros, nos dan su percepción sobre el tratamiento de las personas transgénero en el cine y la televisión. Sorprende ver con una mirada crítica ganada por el paso de los años, como películas elogiadas por la crítica como The Silence Of The Lambs, The Crying Game, así como la popular comedia Ace Ventura: Pet Detective, nos muestran a las personas transgénero de una manera insensible, peyorativa y ofensiva.
Sin embargo, el documental falla en mostrarnos la otra cara de la moneda: ¿Qué dicen los directores y los actores protagonistas de estas películas al respecto? ¿Deberíamos prohibir aquellas películas que representan de manera negativa a las personas transgénero? ¿El contexto de la historia y la intención del director no justifican el abordaje a un personaje? ¿Un actor cisgénero no debería representar a un personaje transgénero y un actor transgénero debería representar a una persona cisgénero sin problemas? Estas son las preguntas que Disclosure debió haber explorado, luego de mostrarnos los prejuicios inherentes a las historias plasmadas en el cine y la televisión. Cuando un documental se queda solamente en mostrar un único aspecto de un fenómeno y no se abre a diferentes puntos de vista, pierde su poder como catalizador y generador de debate y termina convirtiéndose en un panfleto.
De todas maneras, el documental de Sam Feder triunfa en darle voz a los miembros de una comunidad para que nos den sus opiniones acerca de cómo son representados en los medios. La principal cualidad de Disclosure radica en mostrar cómo lo que muchos creemos como algo inofensivo, en realidad no lo es, como es el caso del recurso del cross-dressing con fines humorísticos (utilizado de manera recurrente por Milton Berle, Los tres chiflados, Monty Python y en comedias como Some Like It Hot, Tootsie, Victor/Victoria y Mrs. Doubtfire), así como la “clásica” revelación de una “mujer” que en realidad es un “hombre” (eje central de las cintas de terror y suspenso como Psycho, Dressed To Kill, The Crying Game y Sleepaway Camp). Asumir a una persona transgénero como chistosa y/o peligrosa es, en últimas, el imaginario más insidioso que el cine y la televisión ha difundido por años.
El documental también acierta en elogiar los retratos logrados en cintas como Boys Don’t Cry y en series como Transparent, Orange Is The New Black, Sense8, I Am Cait y Posse, así como en el personaje de Bugs Bunny (Lily Wachowski presenta un testimonio altamente revelador sobre el conejo de la suerte). Pero la ausencia de argumentos por parte de los creadores y los intérpretes de los trabajos que se ponen en tela de juicio, impide que surja el debate.
Es a partir de la discusión argumentada de miradas distintas, donde se puede llegar a los acuerdos necesarios que permitan un futuro mejor y una representación mucho más realista y menos prejuiciada (por lo tanto, mucho más humana) de todos nosotros, sin importar nuestra etnia, lugar de origen, creencia, profesión, edad, estrato económico, identidad de género y orientación sexual.
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