Los españoles Fernando Trueba y Javier Cámara, logran un entrañable retrato del padre, esposo, médico, político y defensor de la salud pública en Colombia: el Doctor Héctor Abad Gómez.
Director: Fernando Trueba
Javier Cámara, Sebastián Giraldo, Aida Morales
Fernando Trueba ha demostrado su tremenda capacidad para contar historias, así como su gran sentido de lo visual, en hermosas películas, como la ganadora del Óscar Belle Époque, la cinta animada Chico y Rita, y la sensualista El artista y la modelo.
Ahora, el director madrileño nos entrega la conmovedora adaptación de El olvido que seremos, la novela de Héctor Abad Faciolince y cuyo título está inspirado en “Aquí, hoy”, soneto atribuido a Jorge Luis Borges. En un principio, el director español rechazó el proyecto por considerar al libro como una obra imposible de filmar, debido al manejo de sus tiempos narrativos. Sin embargo, una relectura lo llevó a pensar en una adaptación cinematográfica centrada en un par de momentos, extraídos de los veinticinco años que se exploran en el libro (con un guion escrito por David Trueba, hermano menor de Fernando, y destacado director de obras como Los soldados de Salamina o La buena vida).
El olvido que seremos puede verse como una pieza de compañía de los documentales de Daniela Abad (la hija de Héctor Abad Faciolince), llamados Cartas a una sombra, donde la directora recurre al libro de su padre, para rendirle un homenaje cinematográfico a su abuelo; y The Smiling Lombana, donde se cuenta la fascinante historia de su abuelo materno (el cual no se menciona en la cinta de Trueba).
Tanto la novela como la película argumental, cuentan la historia de Héctor Abad Faciolince y de su padre, el doctor Héctor Abad Gómez, médico y activista antioqueño, que luchó por el derecho a la salud de los colombianos, y quien fue asesinado brutalmente el 25 de agosto de 1987 (el poema, supuestamente escrito por Borges, fue encontrado en el bolsillo de Abad Gómez el día de su muerte).
Filmada en Medellín, Turín y Madrid (y en algunos lugares donde ocurrieron los hechos históricos), El olvido que seremos goza de una nostálgica combinación de escenas filmadas en blanco y negro y a color (con una hermosa fotografía de Sergio Iván Castaño), cuyo manejo y textura nos recuerda por momentos a Roma, la obra maestra autobiográfica de Alfonso Cuarón. Además, cuenta con el carisma y la calidad actoral del español Javier Cámara, quien nos entrega un retrato entrañable de este hombre que sabía muy bien que su corazón estaba en la izquierda, su cerebro en el centro y su vesícula biliar en la derecha. A Cámara se le perdona que a veces se le olvide su acento antioqueño, ya que su interpretación de Héctor Abad Gómez es una de las mejores de una larga y prolífica carrera.
Es una coincidencia imposible de pasar por alto el hecho de que, en la película de Trueba, se nos muestra al Doctor Héctor Abad Gómez, luchando por el derecho a la vacunación (él estuvo encargado de la primera vacunación masiva contra la polio), temeroso del peligro de las infecciones y las epidemias, aconsejando a su hijo sobre cómo lavarse las manos, y defendiendo el acceso de las clases menos favorecidas a los servicios de salud. La labor de este profesor, médico, epidemiólogo y adalid de la salud pública resuena con fuerza en esta época de pandemia, treinta y tres años después de su trágica muerte.
Pero la cinta no solo se centra en la labor política, social y profesional de Héctor Abad Gómez. El mayor encanto de la cinta de Trueba se encuentra en la relación entre el padre y su hijo consentido (el cual es encarnado aquí por Nicolás Reyes Cano y por Juan Pablo Urrego). Como lo sostiene su director, más que una película sobre un asesinato, esta es una historia de amor entre un padre y su hijo, y un triste relato de cómo una familia envuelta en una burbuja de amor, bondad y libertad, es reventada por el odio, la violencia y la muerte.
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