El virtuoso director de Se7en, El club de la pelea y La red social, confecciona su trabajo más personal, complejo y maduro hasta la fecha, y una de las mejores películas del 2020.
Director: David Fincher
Gary Oldman, Lily Collins, Amanda Seyfried, Charles Dance, Tom Burke
David Fincher, el hijo del videoclip, reconocido por su perfeccionismo y dominio de las atmósferas, nos entrega su película número 11, un trabajo filmado en un exquisito blanco y negro, con sonido monofónico y basado en el guion de Jack Fincher, el padre de David, quien falleciera en el 2003.
Mank es la tercera cinta de David Fincher basada en hechos reales (las otras dos son las obras maestras Zodiac y The Social Network) y cuenta cómo Herman J. Mankiewicz escribió el guion de la película más importante de la historia del cine: El ciudadano Kane.
Gary Oldman, el actor británico de una versatilidad sin igual (ha interpretado de manera magistral a Sid Vicious, Lee Harvey Oswald, Drácula y a Winston Churchill), encarna a Mankiewicz, esta vez sin ningún trabajo elaborado de maquillaje o de ayudas prostéticas, a pedido de su director). El trabajo de Oldman aquí, se suma a una de las mejores de una carrera llena de grandes interpretaciones. Así de buena es.
Con una estructura narrativa similar a la del clásico de Welles, David Fincher arma una cinta que le presta una especial atención a los magníficos diálogos escritos por su padre, asumiendo una libertad formal para experimentar, propia de un director europeo de finales de los años sesenta. Por esta razón, Mank está tristemente destinada a ser un trabajo abrumador y tedioso para todos aquellos que buscan en Netflix un entretenimiento “rápido y furioso”.
La cinta parte de la leyenda que gira en torno al debut de Welles como director cinematográfico: Los estudios RKO le brindan la posibilidad al joven prodigio de 25 años de edad (interpretado por Tom Burke), la oportunidad de dirigir una película con una completa libertad autoral. Es así que Welles elige como escritor de su ópera prima a Mankiewicz, un periodista, crítico y dramaturgo convertido en guionista de Hollywood, con una gran adicción al juego y al alcohol.
Mankiewicz es recluido en una casa en el campo para llevar a cabo su tarea en el plazo acordado (noventa días que luego serán convertidos en sesenta), y es supervisado por dos mujeres: Fraulein Freda (Monika Grossman), quien actúa como su enfermera; y Rita Alexander (Lily Collins), quien hace de secretaria y mecanógrafa. El actor y productor John Houseman (Sam Troughton), es el encargado de supervisar el trabajo de Mank y procurar que no sucumba ante las tentaciones etílicas. El resultado gradual del trabajo de Mankiewicz es un guion complejo, extenso, inteligente y cargado de connotaciones políticas, así como la película de Fincher.
Por medio de numerosos flashbacks, se nos muestra cómo Mankiewicz obtiene su inspiración del legendario magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst (Charles Dance), antiguo amigo de Mank, quien haría todo lo posible para evitar el estreno de El ciudadano Kane y desacreditar a Orson Welles. También se nos muestra la conexión entre Hearst y los legendarios productores de Hollywood Louis B. Mayer (Arliss Howard) y David O. Selznick (Toby Leonard Moore), así como el amorío entre Hearst y la actriz Marion Davies (Amanda Seyfried), cuya parte íntima, según cuenta la leyenda, Hearst la llamaba con el nombre de Rosebud (“capullo de rosa”), palabra clave en el misterio propuesto por la película de Welles.
Así como Alfonso Cuarón (Roma) y Martin Scorsese (The Irishman) lograron convertir en realidad sus proyectos personales gracias a Netflix, la plataforma de streaming le permitió a Fincher tomar el guion de su padre y convertirlo en un grandioso homenaje a la era dorada de Hollywood. Mank constituye un regalo para todos a quienes nos apasiona la historia del cine, y para aquellos (cada vez menos), que amamos el poder que posee el séptimo arte para impresionar nuestra mirada, deleitarnos con unas magníficas actuaciones, descifrar unos diálogos cargados de subtexto y abrirnos a las múltiples reflexiones que un padre escritor hace sobre el poder, el arte y la condición humana.
El padre debe sentirse orgulloso desde el más allá, ya que su hijo virtuoso logró convertir su formidable guion, en unas imágenes en movimiento de una gran belleza. Dichas imágenes sufren al no poderse ver en la gran pantalla (como debe ser), pero de todas maneras constituyen todo un triunfo cinematográfico.
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