Un activista, un boxeador, un jugador de fútbol americano y un cantante de Soul, se reúnen para celebrar en un cuarto de hotel, en un momento de grandes cambios sociales y políticos.
Director: Regina King
Kingsley Ben-Adir, Eli Goree, Aldis Hodge
En febrero de 1964, el activista político Malcolm X, el boxeador Cassius Clay, la estrella del fútbol americano Jim Brown y el cantante Sam Cooke, se reunieron en un cuarto de hotel en Miami, para celebrar la victoria de Clay sobre Sonny Liston, que lo llevaría a la edad de 22 años, a obtener el título de campeón en la categoría de peso pesado.
La invitación estuvo a cargo de Malcolm X. Los hombres de la Nación del Islam protegían a este hombre cuya vida estaba amenazada. Malcolm le tenía a sus amigos varias cubetas de helado de vainilla. Pero lo que supuestamente iba a ser un festejo, termina convirtiéndose en una acalorada discusión entre cuatro hombres cuyas vidas estaban pasando por unos puntos críticos de inflexión: Malcolm estaba pensando en separarse de su mentor Elijah Muhammed, Clay estaba pensando en cambiar su nombre por Muhammed Ali para hacer parte de la Nación del Islam, Jim Brown estaba pensando en retirarse de una prestigiosa carrera deportiva para dedicarse de lleno a la actuación, y Sam Cooke era víctima de las criticas de Malcolm por ser un cantante de música ligera que no estaba utilizando su melodiosa voz para cantar sobre los problemas sociales, como sí lo estaba haciendo su colega Bob Dylan.
Este encuentro real se convertiría en el centro de una obra teatral escrita por el debutante Kemp Powers en el 2013 (más adelante codirector de la cinta animada Soul), y varios años más tarde, en una estupenda película dirigida por la actriz Regina King (ganadora del Óscar a la mejor actriz por If Beale Street Could Talk en el 2019). Con su primer largometraje como directora, King demuestra un sorprendente grado de experticia, permitiendo que sus cuatro actores protagonistas hagan muestra de sus enormes talentos.
Kingsley Ben-Adir, a quien hemos visto en series como Peaky Blinders y High Fidelity, logra un retrato de Malcolm X, que compite seriamente con la magnífica interpretación de Denzel Washington en la obra maestra de Spike Lee. Eli Goree, a quien hemos visto en series como Riverdale y Ballers, imita a la perfección a ese joven arrogante que se siente el rey del mundo. Aldis Hodge, a quien hemos visto en las series Underground y City On A Hill, construye un retrato de Brown a partir de gestos y miradas (el prólogo, en el que el deportista se encuentra con el adinerado Señor Carlton, interpretado por Beau Bridges, en su nativa Georgia, es una de las mejores escenas de toda la cinta). Y Leslie Odom Jr., a quien hemos visto en las series Smash y Person Of Interest, confecciona al trágico cantante de Soul con toda la humanidad y complejidad que se merece.
Como es lógico pensar, la obra de Powers se toma sus libertades, ya que es muy difícil saber qué fue lo que en realidad ocurrió en ese cuarto de hotel (el único sobreviviente que podría servir de testigo es Brown). Pero la intención tanto del autor como de la directora de la adaptación cinematográfica, no es la de hacer un recuento de los hechos tal y como ocurrieron o de hacer un biopic sobre cuatro grandes figuras de los años sesenta. Esta es una película política que nos habla sobre el papel de los afroamericanos en una sociedad que los admira, pero que, al mismo tiempo, los desprecia. A su vez, Una noche en Miami… es una cinta que nos muestra a cuatro hombres que se debaten entre sus aspiraciones personales y su compromiso con una sociedad que necesita de sus voces para que el cambio del que habla Bob Dylan en su famosa canción, se lleve a cabo.
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