La segunda película basada en la serie de libros del autor de Escalofríos, se ambienta a finales de los años setenta en un campamento de verano, el lugar perfecto para que un asesino en serie haga de las suyas.
Director: Leigh Janiak
Gillian Jacobs, Sadie Sink, Brandon Spink, Emily Rudd, McCabe Slye
La segunda parte de la trilogía de películas basadas en los libros de La calle del terror, escritos por R.L. Stine, el mismo autor de Escalofríos, se inicia en el año 1994 (época en la que se desarrolló la primera película) y nos muestra a nuestros protagonistas (al menos los que sobrevivieron), buscando la ayuda de C. Berman (Gillian Jacobs de Community), una mujer que sobrevivió a la maldición de la bruja cuando era adolescente en los años setenta.
Como si se tratara de Titanic en clave de terror, Berman nos advierte que su hermana no sobrevivió a la tragedia y enseguida se nos cuenta su historia a manera de flashback. Ahora, la época es 1978 y el escenario es un campamento de verano muy similar al Lago Cristal donde Jason Vorhees y su desquiciada mamita hicieron de las suyas.
Leigh Janiak, la directora de toda la trilogía, mezcla los obvios referentes a Viernes 13, Halloween, My Bloody Valentine y Sleepaway Camp, con High School USA, la popular película para la televisión protagonizada en 1983 por Michael J. Fox, la cual fuera inteligentemente parodiada en Wet Hot American Summer (tanto la película como la serie hecha para Netflix).
Aquí encontraremos a dos final girls, pero sabemos de antemano que una de ellas morirá. Ellas son Ziggy (Sadie Sink de Stranger Things), quien es acosada cruelmente por las odiosas chicas de Sunnyvale, y Cindy (Emily Rudd), su hermana mayor y consejera del campamento, quien no dice malas palabras, escucha a Captain & Tennille y no piensa en el sexo, para desdicha de su novio Tommy (McCabe Slye).
Otra de las consejeras es Alice (Ryan Simpkins), la examiga de Cindy, quien suele tener sexo y fumar marihuana con su novio Arnie (Sam Brooks), mientras escucha a The Runaways. La rivalidad entre las dos consejeras queda en paréntesis, cuando los asesinatos comienzan y ellas descubran un misterioso sistema de túneles bajo el campamento.
Las madres de familia que cuando eran adolescentes crecieron tanto con la serie de televisión como con los libros de Escalofríos, quedarán con la boca abierta cuando vean el nombre de R.L. Stine asociado a una película en la que casi todos los niños del campamento de verano son brutalmente asesinados, la mayoría a hachazos.
La calle del terror parte dos se siente más estructurada y coherente que su predecesora, pero sigue pecando por su falta de originalidad y por unos personajes pobremente construidos. Sin embargo, los amantes de los slashers no quedarán defraudados.
Y como estamos hablando de una trilogía, los sucesos acontecidos aquí, sientan los precedentes para una última parte, la cual se desarrolla en el año de 1666.
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