The Jack In The Box (Jack en la caja maldita) (2019)

¿Se acuerdan de esas cajas de juguete que tenían una manivela y que cuando se giraba salía de ella un payaso que nos asustaba? Esta es la película basada en ese juguete, solo que no asusta y no gira.

Director: Lawrence Fowler

Ethan Taylor, Lucy-Jane Quinlan, Robert Nairne, Philip Ridout

La Inglaterra de antaño que solía entregarnos unas maravillosas películas de terror (The Abominable Dr. Phibes, The Vault of Horror, Peeping Tom, The Innocents, Village Of the Dead, The Wicker Man, The Devils, Don’t Look Now, An American Werewolf In London), ahora es la Inglaterra que produce unas películas de terror de calidad altamente cuestionable.

Siguiendo la tradición iniciada este año con la ridícula y patética cinta sobre zombies Redcon 1, nos llega desde la tierra de la Reina Isabel y de las papas con pescado, una cinta basada en el popular juguete en el que una manivela activa una música inocente, para luego expulsar sorpresivamente de una caja un payaso de rostro macabro.

El prólogo de Jack en la caja maldita nos explica todo lo que tenemos que saber: Un hombre llamado Norman (Philip Ridout) se encuentra una misteriosa caja a medio enterrar. Como si nunca hubiera visto Hellraiser (otra gran película británica de terror), Norman le regala la caja a su esposa. Ella juega con ella y ¡ñom, ñom! Un payaso diabólico sale de la caja, se devora a la mujer y se la lleva probablemente a los quintos infiernos.

Luego saltamos en el tiempo doce años más tarde (o quince, ya que el guionista no se pudo poner de acuerdo con el flash forward), y nos ubicamos en un museo británico, al que llega Casey Reynolds (Ethan Taylor), un joven norteamericano que busca trabajo en el museo para comenzar una nueva vida, luego de un trágico incidente (curiosamente, el actor habla con acento británico pese a que dice ser originario de los Estados unidos).

Allí, Casey se hace amigo de Lisa (Lucy-Jane Quinlan), otra joven empleada del museo y, como ya se pueden imaginar, ambos descubren la caja maldita y deciden ponerla en exhibición. Lo que sigue a continuación es una serie de víctimas (ladrones, visitantes al museo, encargadas del aseo), que van siendo eliminadas sistemáticamente por el payaso diabólico (encarnado por Robert Nairne, un actor especializado en interpretar criaturas y monstruos, que aquí cuenta con un buen trabajo de maquillaje).

Los cinéfilos sabemos que los payasos asesinos no son innovadores para nada: Joker, Pennywise, la pandilla de Killer Klowns From Outer Space y el Clown de Jon Watts (el director de Spider-Man), ya se le adelantaron al pobre Jack. Y si a eso le sumamos unas pésimas actuaciones, una historia incoherente e implausible, y unas secuencias de sustos fáciles que no son efectivas, el resultado es todo un desastre. Sin embargo, ya viene una secuela ¿Por qué? Dios mío, ¿por qué?

Sobre André Didyme-Dôme 1638 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

2 comentarios

  1. La idea es buena. pero la película es pésima, un guión sin sustento, pésima actuación, pésimo doblaje además, nada de efectos especiales, no da miedo, ni risa, da coraje saber que pagas por ver aburrirte. Que mal por todo el trabajo de producción de esta malisima entrega.

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