La idea de hacerle justicia a la película original de 1978, se va al traste con una secuela tan recalcitrante y vacía como su protagonista.
Director: David Gordon Green
Jamie Lee Curtis, Anthony Michael Hall, Judy Greer
Antes de hablar de la última entrega de la saga Halloween, hay que tener en cuenta a los neófitos en la materia. Por esa razón, aquí va una breve contextualización: La primera película, estrenada en 1978 y dirigida por John Carpenter, es una cinta inaugural del género slasher junto con Masacre en Texas y Viernes 13. Este subgénero del terror se caracteriza por poseer una estructura narrativa fija, en la que un grupo de adolescentes se alejan del mundo adulto para cometer actos irresponsables (beber, consumir drogas, tener sexo sin protección), para luego ser masacrados de forma violenta y sistemática por un asesino en serie enmascarado, de origen sobrenatural y con una gran aficción por las armas cortopunzantes. La encargada de enfrentarlo es la denominada final girl, una chica juiciosa y virginal, que terminará siendo la única sobreviviente del monstruo asesino.
El éxito de la primera Halloween, protagonizada por un brutal y silencioso asesino enmascarado conocido como Michael Myers y una niñera llamada Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), condujo a una segunda parte (otra característica del slasher son sus innumerables secuelas). Halloween II, de 1981, fue una cinta tan exitosa como ultraviolenta, pero sufrió por la falta de la dirección experta de Carpenter (quien no volvería a dirigir ninguna otra entrega de la saga).
Halloween III: El imperio de la brujería (1982), se arriesgó al no incluir a Michael Myers y en su reemplazo contar una serie de historias cortas de terror ambientadas en el día de las brujas. No funcionó. Por esa razón, Halloween IV tiene como subtítulo El regreso de Michael Myers (1988). Luego llegarían Halloween V: La venganza de Michael Myers (1989), Halloween VI: La maldición de Michael Myers (1995) y Halloween H2O (1998), todas exitosas, pero de pésima calidad.
El músico y director Rob Zombie se encargaría de hacer un reboot de la saga con dos cintas de buena calidad: Halloween (2007) y Halloween II (2009), pero curiosamente, no obtuvieron la misma acogida del público que esas secuelas cansadas y mediocres que se presentaron en las salas de cine, después del fracaso de la parte tres (que, por cierto, no fue una mala película).
En el 2018, el director David Gordon Green (autor de las estupendas George Washington, Pineapple Express, Joe y Goat), se encargó de una nueva cinta de Halloween, la cual no es un reboot, sino la continuación de la primera película dirigida por John Carpenter (es decir que, si quiere apreciar al máximo esta última entrega de Halloween y entender lo que sucede, debe verse primero el clásico del 1978 y luego la versión estrenada cuarenta años después).
Es así que Halloween Kills, la película número 12 de la saga también dirigida por David Gordon Green es, en realidad, Halloween III, y se basa en los acontecimientos ocurridos en las entregas de 1978 y 2018 (Green tiene pensada una tercera y última parte llamada Halloween Ends).
Aunque la primera cinta de Halloween dirigida por Green fue todo un éxito de taquilla y los críticos la calificaron como la mejor entrega de la saga desde la versión original, lo cierto es que carece de la tensión y el suspenso que hicieron de la película de Carpenter toda una joya dentro del cine de terror (es mucho mejor la Halloween II de 1981 dirigida por Rick Rosenthal). Halloween Kills, pese a que incluye a Jamie Lee Curtis (la final girl original) y a muchos de los personajes de la película de Carpenter, es una cinta aburrida y recalcitrante, que incluye algunos momentos de gore muy bien logrados, pero nada más. Los guionistas Green, Scott Teems y el comediante Danny McBride, estudiaron juiciosamente la trama del Halloween original, para ajustar sus secuelas al canon, pero se les olvidó reflexionar sobre qué fue lo que llevó a que esa cinta nos hiciera estremecer.
Este fan service vacío y sin alma como el mismo Michael Myers, comienza en el preciso momento donde terminó la anterior película (así como Halloween II de 1981 hizo lo mismo) y la historia nos lleva al mismo hospital donde Myers hizo de las suyas en la cinta anteriormente mencionada. Pero esta vez, Michael no acude al hospital, pero allí se quedan Laurie Strode y el oficial Hawkins (Will Patton) cuidando sus heridas. En cambio, Michael quiere regresar a su casa donde, cuando era niño, asesinó a su hermana.
Los sobrevivientes de la primera matanza, conformados por Tommy Doyle (Anthony Michael Hall), el niño que cuidaba Laurie en 1978, Lindsey Wallace (Kyle Richards, repitiendo su personaje de la cinta original), Marion Chambers (Nancy Stephens, quien actuó en las primeras dos cintas), y Lonnie Elam (Robert Longstreet, quien reemplaza a Brent Le Page), se enteran que Michael Myers escapó de la institución psiquiátrica donde estaba internado y que se encuentra en Haddonfield (la ciudad ficticia de Illinois donde se desarrolla la historia). Como si se tratara del origen de Freddy Krueger (otro personaje icónico del cine de terror), ellos se reúnen con otro grupo de personas para linchar a Michael y hacer justicia con sus propias manos. Grave error.
Dentro del grupo de personas en busca de venganza se encuentran Cameron (Dylan Arnold) y su novia Allyson (Andi Matichak), la nieta de Laurie Strode y quien sobreviviera a Michael junto con su abuela y su madre Karen (Judy Greer) en la cinta del 2018.
Los tiempos han cambiado y el público inteligente ya no aguanta que los protagonistas de sus películas se comporten como idiotas. En Halloween Kills todos se comportan como tal, ocultando información vital, separándose para convertirse en víctimas fáciles, haciendo bromas tontas cuando el peligro real está muy cerca y enfrentándose a un monstruo letal y prácticamente invulnerable con bates o armas de bajo calibre. Es una pena que la excelente fotografía de Michael Simmonds y el preciso trabajo de edición de Tim Alverson, se desperdicien, junto con un director que ha demostrado que puede dar muchísimo más, en una película mediocre que bien puede agruparse junto con las terribles secuelas que decidió omitir.
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