La nueva película de Mamoru Osoda lo confirma como todo un maestro del anime.
Rechazado por los estudios Ghibli por no poseer el talento suficiente para dirigir El castillo vagabundo, el director Mamoru Hosoda se ha dedicado los últimos quince años a demostrar que sus detractores estaban equivocados.
La chica que saltaba a través del tiempo (2006), Las guerras del verano (2009), Los niños lobo (2012), El niño y la bestia (2015) y, especialmente, Mirai, mi pequeña hermana (2018), han evidenciado a un director con una gran sensibilidad, con una tendencia hacia las historias protagonizadas por personajes femeninos y una obsesión con El mago de Oz y con La bella y la bestia, el relato francés atribuido a Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve y que inmortalizaron en el cine Jean Cocteau y los estudios Disney.
Belle, su último trabajo, es también su mejor película hasta la fecha y es una explosión de color tan grandiosa que hace lucir a Encanto como una flor marchita.
Su protagonista es Suzu, una adolescente retraída y solitaria quien vive con su padre en una casa en el campo, pero, a la vez, es toda una celebridad en U, el mundo virtual en el que vive inmersa, como lo hacen más de cinco mil millones de personas en el mundo. U bien puede pensarse como el Metaverso que propone Zuckerberg, pero con varios años de evolución. “Tú no puedes comenzar de nuevo en el mundo real, pero sí puedes hacerlo en el mundo virtual”, es uno de los lemas propuestos por esta plataforma a la que accede Belle, buscando una realidad alternativa.
Cuando era pequeña, Suzu vio morir a su madre intentando evitar que una niña se ahogara en un río. Ahora, esta joven de diecisiete años de edad, llena de tristeza y melancolía, no se atreve a cantar en público, salvo cuando asume la personalidad de Belle, la cantante más famosa de la plataforma virtual.
Suzu creó el perfil de Belle inspirada en Ruka, la joven más popular y atractiva de su escuela. Hiro, su mejor y única amiga, es una especie de mánager que protege la imagen de Belle y el secreto de la doble vida de Suzu. Asimismo, la chica se encuentra perdidamente enamorada de Shinobu, quien fuera su amigo de infancia y que ahora es el joven más atractivo y popular de la escuela.
La tímida Suzu no se atreve a responder las preguntas y comentarios que Shinobu le hace en la escuela. Pero como Belle, ella trata de descubrir el secreto detrás de la Bestia, una especie de luchador virtual y alma rebelde y torturada, que habita en la marginalidad de U. Los Justicieros, un grupo de avatares vestidos como superhéroes encargados de garantizar la armonía y el cumplimiento de las reglas al interior de U, persiguen a Dragón por alterar la paz y buscan revelar su verdadera identidad. Belle lo busca porque se siente muy atraída por él, así como la bella que se enamora de la bestia del clásico cuento de hadas.
Pero más allá de hacer una versión ciberpunk de La bella y la bestia y de poseer una animación preciosista y caleidoscópica (la cual se aprecia en su máximo esplendor proyectada en una pantalla de cine), la gentil cinta de Hosoda es también un comentario sobre las bondades y los peligros de las redes sociales y de los mundos virtuales. De acuerdo con lo planteado en Belle, la internet puede ser el medio que permita la conformación de redes de apoyo para todos aquellos que necesiten de una mano amiga, pero también es un medio que permite esconderse y evitar las dificultades inherentes a la condición de nuestra existencia.
Se podría decir que el discurso que Hosoda inició con sus películas de Digimon, acerca de los límites entre la realidad y la virtualidad, ahora es mucho más complejo y elocuente que los de Ready Player One o Matrix. Mientras que Encanto es una fábula impregnada de realismo mágico, Belle es una fábula que bien podría catalogarse como “hiperrealismo mágico”.
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