Se estrena en las salas de cine una road movie colombiana que generará en algunos espectadores la sensación de que “esto ya lo he visto antes”.
Director: Erwin Goggel
Paola Baldión, Julián Román, Indhira Serrano, Edgardo Román
Gracias a El palenque de San Basilio y a Poner a actuar pájaros, el soposeño Erwin Goggel se convirtió en uno de los documentalistas colombianos más interesantes de comienzos del siglo XXI, junto a Marc de Beaufort (Los archivos privados de Pablo Escobar), Luis Ospina (Un tigre de papel, Todo comenzó con el fin), Nicolás Rincón Guillé (En lo escondido, Los abrazos del río), José Antonio Dorado Zúñiga, (Apaporis), Felipe Guerrero (Corta), Priscila Padilla (La eterna noche de las doce lunas), Patricia Ayala (Don Ca), Margarita Ramírez (La sierra), Rubén Mendoza (Memorias del calavero, Señorita María), César Alejandro Jaimes y Juan Pablo Polanco (Lapü) y Catalina Mesa (Jericó: El infinito vuelo de los días).
Pero al igual que muchos directores cuyo talento se evidencia en el documental (como es el caso de Rubén Mendoza), Goggel insiste en el cine argumental. El resultado es la película Hilo de retorno, una road movie que se “estrena” este año.
Algunos cinéfilos vamos a sentir con el nuevo trabajo de Goggel, una inevitable sensación de Déjà vu ¿La razón? En el 2010, el director Carlos Gaviria presentó en las salas de cine Retratos de un mar de mentiras, su primer largometraje que contaba la historia de Marina (Paola Baldión), una chica retraída y de mirada triste, que se embarca en un viaje con su primo Jairo (Julián Román), un fotógrafo optimista, materialista, alcohólico y mujeriego, con el objetivo de reclamar las tierras que el padre de Marina (el fallecido Edgardo Román), le dejó de herencia luego de morir trágicamente en un alud de lodo.
Goggel fue el productor de Retratos y ambas películas son prácticamente la misma (la premisa es igual, los actores son los mismos), salvo algunos cambios en la trama y especialmente en el tono (la película de Gaviria se inclina hacia la comedia, mientras que la versión de Googel es un drama oscuro y trágico) ¿Qué sucedió aquí? La información suministrada no es mucha.
Al parecer, las “diferencias creativas” entre Goggel y Gaviria los llevaron a un acuerdo: Estrenar dos películas, cada una con un título y los créditos de director diferentes (algo muy parecido a lo que sucedió con la precuela de El exorcista de 2004, cuando Renny Harlin y Paul Schrader terminaron asumiendo cada uno su propia película, o lo que sucedió recientemente con las dos versiones de Justice League dirigidas por Joss Whedon y Zack Snyder, respectivamente).
Dejando a Retratos por fuera de la ecuación y pensando en que muchos espectadores no han visto la primera película de Gaviria, lo cierto es que Hilo de retorno es una película caótica, salvaje y destartalada, que nos recuerda al cine colombiano de los años ochenta (el trabajo de Goggel por momentos evoca el cine de Jairo Pinilla, Gustavo Nieto Roa, Dunav Kuzmanich, Carlos Mayolo, Ramiro Meléndez y Luis Alfredo Sánchez), y permite ver cómo lo que antes se pensaba como un defecto, ahora se puede analizar como la búsqueda de un lenguaje cinematográfico particular.
Aquí también se hacen evidentes las buenas actuaciones de sus protagonistas, especialmente Baldión quien, en el acto final, logra sacar a su traumatizada niña interior de una forma conmovedora y visceral. Ser testigos de la última aparición del gran actor Edgardo Román en la pantalla grande (Julián es su hijo), en un corto pero poderoso papel, es un plus que sus admiradores sabremos apreciar con creces.
Volviendo a la inevitable comparación entre las dos películas, definitivamente gana esta última versión, la cual es mucho más profunda y estremecedora que su predecesora estrenada doce años antes. Sin embargo, lo cierto es que Goggel se distingue más trabajando de la mano con Víctor Gaviria (él fue camarógrafo en La vendedora de rosas y productor ejecutivo en La mujer del animal), y asumiendo su oficio como documentalista.
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