¡Corre, Naomi, Corre! Una madre va en busca de su hijo en una cinta de suspenso efectista y minimalista.
Director: Phillip Noyce
Elenco: Naomi Watts, Colton Gobbo
El veterano director australiano Phillip Noyce, especializado en la acción y el suspenso, ha mantenido una carrera irregular que incluye unas cintas contundentes como Dead Calm (el remake no oficial de Un cuchillo en el agua de Polanski, que introdujo al mundo a Nicole Kidman), Blind Fury (un inolvidable clásico de culto en donde Rutger Hauer interpreta a una especie de samurái ciego al mejor estilo de Zatoichi), Rabbit-Proof Fence (la mejor película de su carrera, acerca de unas niñas que luchan por regresar con su familia nativa), The Quiet American (la excelente adaptación del libro homónimo de Graham Greene) y Salt (en donde Angelina Jolie reemplazó efectivamente a Tom Cruise, para convertirse en una espía letal que busca resarcir su nombre).
Estos trabajos contrastan con varias cintas fallidas como Patriot Games y Clear and Present Danger (las películas basadas en el agente Jack Ryan creado por Tom Clancy y protagonizado por Harrison Ford, las cuales no han envejecido muy bien), Sliver (un terrible remedo de Bajos instintos enfocado en el voyerismo), The Saint (un pésimo intento que recuperar al icónico personaje de Simon Templar), The Bone Collector (una copia mediocre de Se7en) o The Giver (una horrorosa cinta de ciencia ficción juvenil, que no pudo ser salvada por Jeff Bridges y Meryl Streep).
Noyce regresa a las pantallas con The Desperate Hour (su título original era Lakewood, pero se cambió a última hora), una cinta que no está dentro de sus grandes trabajos, pero que tampoco es un completo desastre.
En ella, la australiana Naomi Watts interpreta a Amy Carr, una mujer viuda y madre de dos hijos (una niña y un adolescente), que sale a trotar en su casa ubicada en un escenario rural quien descubre, gracias a su teléfono celular, que Noah (Colton Gobbo), su hijo mayor, se encuentra en peligro inminente.
La escuela secundaria a la que asiste Noah es víctima de una persona armada que está disparando a diestra y siniestra, y el chico puede ser la víctima, como también puede ser el responsable de lo ocurrido. Es así que Amy corre desesperada a través del campo, mientras intenta descubrir qué es lo que sucede antes de llegar al lugar de los hechos.
Desesperada pone a Naomi Watts tras los pasos de Halle Berry, quien desde hace unos años se ha inclinado hacia el suspenso minimalista con cintas como The Call (donde interpreta a una operadora del 911 que intenta rescatar a una chica adolescente de un asesino en serie), Kidnap (donde encarna a una madre intentando rescatar a su hijo de seis años de sus secuestradores).
Asimismo, Watts carga con toda la película como lo hizo Tom Hardy en Locke (prácticamente solo es ella con su celular). Probablemente hacer una película así, tiene que ver más con las limitaciones causadas por la pandemia, que por una licencia artística asumida por su autor y por el guionista Chris Sparling.
Pero al recordar que Sparling es el autor de Buried (esa cinta claustrofóbica en la que Ryan Reynolds es enterrado vivo en compañía de su celular), entendemos por qué la película se siente real y logra generar tensión. Sin embargo, el improbable último acto hace que el espectador se sienta manipulado y decepcionado, algo que ni una actriz del calibre de Naomi Watts pudo impedir.
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