El director de Moulin Rouge hace un regreso triunfal, luego de casi una década de ausencia en la gran pantalla.
Director: Baz Luhrmann
Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh
Se puede pensar en Baz Luhrmann como uno de los pocos y verdaderos autores que sobreviven en el cine actual. Su filmografía es corta, pero auténtica y contundente (Strictly Ballroom, Romeo + Juliet, Moulin Rouge, Australia, The Great Gatsby). Todas estas películas poseen su sello personal y exploran sus intereses particulares, los cuales son la transgresión temporal, su amor por la grandilocuencia y el barroquismo, por el kitsch y la música popular, la transformación y evolución del género musical dentro del séptimo arte y su preferencia por la tragedia y el melodrama romántico.
Luego de casi una década de ausencia en la gran pantalla (su última cinta fue la adaptación de la novela de F. Scott Fitzgerald, la cual puede considerarse como su obra más irregular), Luhrmann hace un regreso triunfal con Elvis, quizás uno de los mejores biopics sobre músicos en la historia del cine (esta es una cinta superior a Bohemian Rhapsody y Rocketman), así como una de las películas más resonantes en la carrera del director australiano, junto a la magistral Moulin Rouge.
La vida de Elvis llevada al cine por Luhrmann y los guionistas Sam Bromell, Craig Pearce y Jeremy Doner, es contada desde la perspectiva del “coronel” Tom Parker, el infame mánager del Rey del Rock, interpretado estupendamente por Tom Hanks, casi irreconocible bajo un meticuloso trabajo de prótesis y maquillaje. Aquí, Parker se defiende de la acusación de haber acabado con Elvis, argumentando que fue el amor el que mató al Rey del Rock. Esta premisa corresponde a Luhrmann en su máxima expresión. Si quieren una versión más precisa sobre la vida de Presley, el documental This Is Elvis, dirigido por Malcolm Leo y Andrew Solt es tremendamente informativo. Pero si quieren vibrar de emoción y ver a un director de cine hacer despliegue de su talento, esta película es su mejor opción.
Elvis es encarnado por Austin Butler, un actor que se inició participando en series para preadolescentes como Hannah Montana, ICarly, Manual de supervivencia escolar de Ned y Los diarios de Carrie, y que obtuvo el papel por encima de los más populares y experimentados Harry Styles, Miles Teller, Ansel Elgort y Aaron Taylor-Johnson. La elección de Luhrmann no pudo ser más acertada. Butler captura la belleza, la sensualidad, el talento y el carisma de Elvis, de una forma que bien puede describirse como espectacular con letras mayúsculas. Muy probablemente veremos tanto a Hanks como a Butler dentro de los postulados a los próximos premios de la Academia.
Pero más allá de unas interpretaciones sobresalientes, la película de Luhrmann llega a ser un trabajo que permite ver el proceso creativo de su protagonista. Aquí veremos como Elvis es seducido por el Gospel de Mahalia Jackson y Sister Rosetta Tharpe, por el Blues de B.B. King y Arthur “Big Boy” Crudup, y por el Rhythm & Blues Big Mama Thornton y Little Richard. Si a esto le sumamos sus orígenes con el sello Sun del visionario Sam Phillips y como telonero de las giras de Hank Snow (uno de los pioneros de la música Country), tenemos ante nosotros a ese potente cóctel musical que dio origen al Rock & Roll.
Y es que el Rock & Roll bien puede reducirse a una ecuación: La música proveniente de la cultura afroamericana, más la música proveniente de la clase trabajadora blanca del sur de los Estados Unidos. El resultado de esta fórmula lo encontramos en la música de Bill Haley & His Comets, Jerry Lee Lewis (hay varias similitudes entre la cinta de Luhrmann y Great Balls of Fire, el biopic protagonizado por Dennis Quaid), Buddy Holly (su biopic, protagonizado por Gary Busey, sigue siendo toda una joya) y, de una manera grandilocuente, en Elvis.
La atemporalidad intencional característica del cine de Luhrmann, en donde la música no corresponde a la época en la que transcurren sus historias, aquí dista de ser un recurso gratuito, para convertirse en un vehículo para la transmisión de ideas. La hibridación de géneros (algo que también se exploró en La Bamba, el maravilloso biopic sobre Ritchie Valens), el espíritu rebelde (aquí Elvis cita en varias ocasiones a James Dean) y la encarnación del arquetipo del héroe (Elvis adoraba al Captain Marvel Jr., el superhéroe juvenil de los cómics de Shazam!), hacen parte del espíritu del Rock & Roll y Luhrmann lo sabe muy bien. No por nada Eminem se encarga de la canción final, llamada El rey y yo, para hacernos saber que el Rock no ha muerto y que su espíritu sigue vivo, así ahora se canalice por medio del Hip Hop.
La tríada conformada por Sexo, Drogas y Rock & Roll está presente en Elvis, como también ese aspecto mucho más perverso de la industria musical y es el de la explotación, que aquí se encarna en Parker y es el detonante de la tragedia de Elvis contada por Luhrmann. La dinámica faustiana entre Presley y el “coronel”, es la que nos lleva a recordar la leyenda fundacional de Robert Johnson y a confirmar que los músicos, para convertirse en estrellas, sí le venden de verdad su alma al diablo.
Dejar una contestacion