El talentoso Stephen Graham protagoniza una cinta filmada en una sola toma, que retrata a un cocinero al punto del colapso.
Director: Philip Barantini
Stephen Graham, Jason Flemyng, Vinette Robinson, Alice Feetham
Las películas sobre comida necesitan de la misma atención, meticulosidad, talento y experticia al que un gran chef le dedica a su exquisito platillo. Cuando los resultados son óptimos, se obtienen clásicos como El festín de Babette, Big Night, Chef o Ratatouille. A este panteón de delicias cinematográficas, bien podemos añadir el segundo largometraje de Philip Barantini, el actor de las miniseries Band of Brothers y Chernobyl, ahora convertido en director.
Hierve bien puede pensarse como una película de acción ya que, por una hora y treinta y dos minutos, no le da respiro al espectador. Filmada en un único plano secuencia (al igual que El arca rusa, 1917, El hijo de Saúl o Victoria), la cinta nos muestra lo que sucede un día en un restaurante y gira en torno a su chef principal, quien es interpretado por Stephen Graham, el actor británico de series como Boardwalk Empire, Taboo y Band of Brothers (en donde conoció a su amigo Barantini). Los admiradores del protagonista de la cinta de culto This is England, sabemos de lo que es capaz y Andy Jones, su personaje, pone a prueba todo su inmenso talento.
Más que un capricho, la decisión de Barantini de filmar todo en una sola toma (se hicieron ocho intentos, de los cuales se escogió el tercero como el definitivo), resulta en una vibrante experiencia inmersiva que nos muestra el inmenso estrés que se maneja en un restaurante, con sus clientes hostiles y problemáticos, los empleados falibles, los problemas personales y los múltiples inconvenientes que surgen de manera inesperada, especialmente en un día difícil y atareado como lo es la víspera de Navidad.
Junto al Jones de Graham, encontramos, entre otros, a Carly (Vinette Robinson de las series Sherlock y Black Mirror), la temperamental sous-chef y mano derecha de Jones; Freeman (Ray Panthaki), un tercer chef mucho más emocional que sus colegas; Beth (Alice Feetham), una supervisora tan inepta como impositiva; Camille (Izuka Hoyle), la cocinera francesa a la que se dificulta entender el marcado acento de Jones; y Emily (Hannah Walters, esposa en la vida real de Graham), la encargada de los postres junto a su hijo, quien además de ser un experto en salsas, se autolesiona.
Las cosas se complican cuando una inspección al restaurante hace que su clasificación baje de 5 a 3. A esto se le suma un cliente racista y clasista que le hace la vida imposible a una de las meseras, un grupo de molestos influencers que pide un plato fuera del menú, una cliente alérgica a las nueces que termina ingiriéndolas por accidente y la incómoda presencia de Alastair Skye (un estupendo Jason Flemying), afamado chef, estrella de un exitoso programa de televisión, colega y ex socio de Jones, quien acude al restaurante acompañado de Sara Southworth (Lourdes Faberes), una reputada crítica de cocina, sin previo aviso y con una agenda oculta.
Gracias al talento de Barantini como director y guionista (junto a James Cummings) y al ojo clínico del director de fotografía Matthew Lewis, la tensión va escalando gradualmente hasta convertirse en algo casi intolerante, tanto para el espectador como para su protagonista. El resultado es un emocionante retrato de un cocinero al borde de un ataque de nervios o más bien, llegando a un punto máximo de ebullición.
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