En esta comedia romántica graciosa, humana y sensible, un hombre debe cuidar a su incontrolable ex pareja, quien ha estado internada en una institución psiquiátrica.
Director: Adrián Suar
Elenco: Adrián Suar, Pilar Gamboa
El actor y productor argentino Adrián Suar (Un novio para mi mujer, Me casé con un boludo) debuta en la dirección con una comedia romántica protagonizada por él mismo y con un título que parece inspirado en las innumerables cintas de los años noventa protagonizadas por Sandra Bullock, Julia Roberts, Kate Hudson, Hugh Grant y Matthew McConaughey.
30 noches con mi ex nos cuenta la historia de Turbo (Suar), un hombre apodado así por su ex esposa, debido a su actitud acelerada y su dedicación obsesiva al trabajo. La ex en cuestión se apoda La Loba (Pilar Gamboa), una mujer de espíritu libre y sin pelos en la lengua, pero con graves problemas mentales que la llevaron a ser internada en una institución psiquiátrica. De la tormentosa relación que terminó hace más de seis años, nació una hija (Rocío Hernández), quien ahora es una adolescente que adora a sus padres, pese a todos sus defectos.
El disparate se inicia cuando la psiquiatra encargada del caso de La Loba le propone lo siguiente a Turbo: Cuidar de su ex por treinta días para que ella se adapte de nuevo al mundo real, ya que no tiene a nadie más excepto a quien fuera su pareja. Como es de esperarse, Turbo se muestra renuente al principio, pero por amor a su hija, decide aceptar la propuesta. ¿Adivinen qué? La Loba, con su personalidad salvaje e incontrolable, sus comentarios impropios y abruptos (generalmente de tipo sexual) y sus comportamientos erráticos, le hace la vida imposible a Turbo, pero el hombre va a recordar gradualmente por qué terminó enamorado de ella.
Pese a que esta es una comedia romántica de enredos con una estructura narrativa canónica, las cosas salen muy bien, gracias a un manejo experto del ritmo a cargo de su director, a un guion sensible, humano y sincero (escrito por Suar junto a Javier Gross y Nazareno Obregón Nieva) y a unas muy buenas interpretaciones, especialmente la de Gamboa, quien logra capturar el encanto y el carisma de su personaje, sin caer en una caricatura de lo que es en realidad una persona con un diagnóstico psiquiátrico.
Las buenas comedias románticas producidas en Norteamérica e Inglaterra son cada vez más escasas. Pero quienes centren su mirada en Argentina, descubrirán que el género no ha muerto, sino que se ha trasladado a un país que ha demostrado su experticia a la hora de confeccionar este tipo de películas.
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