¿Qué sucede cuando un gato pierde ocho de sus nueve vidas? La segunda parte del spin-off de Shrek intentará contestar a esa pregunta.
Directores: Joel Crawford, Januel Mercado
Con las voces de Antonio Banderas, Salma Hayek, Florence Pugh, Harvey Guillén, John Mulaney, Ray Winstone, Olivia Colman
El personaje de El Gato con Botas, inspirado en los cuentos del italiano Giovanni Francesco Straparola Giambattista Basile y del francés Charles Perrault, apareció por primera vez en la segunda entrega de Shrek del 2004 y se robó el corazón de los espectadores, gracias a su actitud de sinvergüenza, su mirada tierna y el excelente trabajo vocal de Antonio Banderas.
En el 2011, los estudios DreamWorks decidieron dedicarle toda una película animada al gato, en donde se cuenta sobre sus orígenes y su complicidad con Humpty Dumpty (con la voz de Zach Galifianakis) y la gata Kitty Patas Suaves, que marcaría el regreso de la mágica dupla conformada por Banderas y Salma Hayek (protagonistas de las fabulosas Desperado y Érase una vez en México).
Ahora, once años más tarde, regresa a las salas de cine nuestro querido felino con una nueva aventura (existe una serie de Netflix de calidad irregular). Junto con él regresa Kitty Patas Suaves (Banderas y Hayek continúan dándole voz a los gatos bandidos) y unos “nuevos” personajes que incluyen a Ricitos de Oro (Florence Pugh) y los tres osos (Ray Winstone, Olivia Colman y Samson Kayo aportando sus voces como si se tratara de un spin-off de Peaky Blinders y no de una película para niños).
La divertida historia dirigida por Joel Crawford (The Croods 2: Una nueva era) y el mexicano Januel Mercado (de la serie animada para Nickelodeon Harvey Beaks), y escrita por Paul Fisher (The Croods 2) y Tommy Swerdlow (autor de la versión animada de El Grinch del 2018) se inicia con una estruendosa fiesta liderada por El Gato con Botas, con mucha leche y música, en donde se celebra el heroísmo de la leyenda felina.
Como era de esperarse, el gato se enfrenta a un nuevo peligro. Pero lo que no se esperaba es que con su nueva hazaña desaparecerá la octava de sus nueve vidas, lo que pone al héroe cara a cara frente a la muerte, representada aquí por un atemorizante Lobo Feroz (un estupendo Wagner Moura), quien hará sangrar al heroico gatito.
El gato, temeroso de desaparecer para siempre en las garras (o mejor dicho, en las guadañas) del Lobo Feroz, busca refugio en la casa Mamá Luna (Da’Vine Joy Randolph), una anciana obsesionada con adoptar gatitos huérfanos. Allí, nuestro protagonista entrará en un estado de letargo y depresión, dejándose crecer una barba al mejor estilo de Mel Gibson y haciéndose amigo de un gato huérfano (un maravilloso Harvey Guillén), quien en realidad es un perrito chihuahua de personalidad optimista, pero con una historia tan triste como oscura. Este perrito sin nombre es el alma de esta secuela.
Llegan al Hogar de Mamá Luna Ricitos de Oro y los Tres Osos, buscando al Gato con Botas para contratarlo y asignarle una misión: robar un mapa que los dirigirá a la estrella de los deseos. El gato ve aquí la oportunidad de recuperar sus vidas, pero no cuenta con que el malvado Jack Horner (John Mulaney) y Kitty Patas Suaves también están buscando el mapa. Al final, todos colisionarán y el Gato con Botas tendrá que decidir si toma la vía fácil o se enfrenta a la muerte.
Pese a la falta de detalle en las texturas y a unos riesgos en la animación que no llegan a ser del todo satisfactorios, El último deseo llega a ser una sólida secuela que se apoya en un talento actoral de lujo, un ritmo trepidante y un tono oscuro que nos remite a los Spaghetti Westerns y a los orígenes de los cuentos de hadas. Constituye una agradable sorpresa que encantará a chicos y grandes y, por supuesto, a los fieles seguidores del carismático personaje.
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