Dos actores caídos en desgracia intentan redimirse con una película de acción “Clase B” entretenida, pero improbable.
Director: Timo Vuorensola
Alec Baldwin, Jonanthan Rhys Meyers, MyAnna Buring, Michael Sirow
Esta cinta de acción sobre un secuestro aéreo bien puede pensarse como un intento de redención por parte del director y sus dos protagonistas. El finlandés Timo Vuorensola se dio a conocer primero por las tres infames películas que se mofaban de Viaje a las estrellas conocidas como Star Wreck; luego por dos películas más infames aún llamadas Iron Sky, en la que los nazis viajan a la luna en 1945, para construir una base allí y luego invadir la Tierra; y más recientemente, por dirigir una deplorable versión “pirata” de la saga de terror Jeepers Creepers, sin la debida autorización de sus creadores. Estamos hablando de una especie de Ed Wood del siglo XXI.
Por su parte, el irlandés Jonathan Rhys Meyers entró por la puerta grande del cine, participando en títulos importantes como Michael Collins, Velvet Goldmine, Titus, Bend It Like Beckham, Misión imposible III y la obra maestra de Woody Allen Match Point, pero, al parecer, sus problemas con el alcohol llevaron a que su vida personal se convirtiera en un desastre, así como su carrera. Y casi todos sabemos sobre la tragedia que cayó sobre Alec Baldwin a partir de un accidente fatídico en un set de filmación.
¿Es esta la mejor película de Baldwin? No, pero por lo menos su carrera continúa. ¿Es la mejor para Rhys Meyers? Para nada, pero es grato volverlo a ver en la pantalla grande ¿Es el mejor trabajo de Vuorensola? Se podría decir que sí, pero su filmografía es todo un desastre.
Atentado en el aire está llena de problemas de lógica, efectismos mal logrados, problemas de ritmo e imprecisiones, comenzando con su título original, 97 minutos, cuando esta cinta realmente dura 4 minutos menos. Si se hubiera hecho en tiempo real a lo Nick of Time, o siguiendo las reglas de la serie 24, la cosa hubiera sido mucho más elegante y contundente, pero el resultado se acerca peligrosamente al de una película de acción “directo a vídeo” o una producción genérica de dudosa calidad para programar en la TV por cable un domingo en la noche. Sin embargo, al final todo llega a funcionar y la cinta se salva por una nariz, como sucedía con esas películas de VHS que se alquilaban a ciegas en los años noventa y lograban hacernos pasar un buen rato, eso sí, acompañadas de una pizza grasosa y una cerveza fría y espumosa.
La premisa parece surgir del universo del cine de acción cuando reinaban Chuck Norris, Bruce Willis, Steven Seagal o Jean Claude Van Damme. Un grupo de terroristas, al parecer eslavos, secuestra un avión comercial de pasajeros civiles con destino al aeropuerto JFK de Nueva York, mientras vuela sobre el Océano Atlántico. Durante la lucha por el control, el piloto resulta gravemente herido, el copiloto muere y la estructura del avión es perforada por un par de balas de armas impresas en 3D portadas por los secuestradores, creando una situación de presión inestable.
Es así que si el avión quiere aterrizar antes de quedarse sin combustible, los agentes de seguridad nacional en Tierra liderados por el director Hawkins (Baldwin) y su subalterna Toyin (Jo Martin), deberán encontrar una forma de activar el piloto automático o derribar el avión antes de que se convierta en un arma en sí mismo al peor estilo del 11 de septiembre.
Mientras tanto, uno de los secuestradores, Alex (Rhys Meyers), resulta ser un agente infiltrado de la Interpol que a su vez recluta a una médica llamada Kim (MyAnna Buring), para ayudarlo a revivir temporalmente al piloto con inyecciones de epinefrina y obtener consejos sobre cómo guiar el avión. Esta estrategia finalmente provoca la muerte del pobre piloto, frente a su joven hijo (Jake Hayes), pero Alex y Kim aparentemente no tenían otra opción si el objetivo es el de salvar al resto de los pasajeros.
Rhys Meyers aporta una cierta oscuridad y ambigüedad al papel de Alex, que a veces parece demasiado despiadado para ser un héroe, pero en estos tiempos de John Wick y Robert McCall, la cosa no parece tan rara.
El guion de Pavan Grover (quien interpreta al líder terrorista Anan), intenta agregar un giro sorpresivo al peor estilo de M Night Shyamalan, y la verdad sea dicha, no llega a ser ni creíble ni efectivo. ¡Pero qué importa! Esta es una cinta clase B después de todo y no hay que pedirle peras al olmo. Sin embargo, Baldwin y Rhys Meyers han tenido tiempos mejores y esta cinta no da cuenta de su talento.
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