El director de Llámame por tu nombre regresa al terreno del erotismo y la sensualidad, en una cinta sobre tenis, triángulos amorosos y una banda sonora fuera de este mundo.
Dirección: Luca Guadagnino
Zendaya, Mike Faist, Josh O’Connor
El Cinéma du look fue un término acuñado en la década de los ochenta por el crítico cinematográfico Raphael Bassan en 1986 para describir un conjunto de películas que compartían ciertas características estilísticas y temáticas, asumidas por directores que experimentaron con estilos visuales audaces y estructuras narrativas no convencionales.
Los directores más prominentes asociados con el Cinéma du Look son Jean-Jacques Beineix (el lautor de Diva y de la explosiva cinta erótica Betty Blue), Luc Besson (Azul profundo, La Femme Nikita), Léos Carax (Los amantes del Puente Nuevo, Pola X) y especialmente, el norteamericano Michael Mann (el autor de cintas como Thief y Heat).
Una de las características más distintivas del Cinéma du look consistía en un énfasis en la estética visual sobre la narrativa convencional. Las películas del movimiento a menudo presentaban imágenes vibrantes y saturadas, así como una cuidadosa atención al diseño de producción y la composición visual. Este enfoque estilístico se inspiró en gran medida en la moda, la publicidad y el arte contemporáneo, lo que resultó en películas visualmente impactantes que desafiaban las expectativas del público.
Mientras que Mann y Besson tratan de recuperar sus días de gloria con cintas tibias de no dan cuenta de su enorme talento como Ferrari y DogMan, le corresponde a Luca Guadagnino, este gran autor italiano consagrado por obras como I Am Love, Call Me By Your Name, Bones And All y los espléndidos remakes de La piscina (A Bigger Splash) y Suspiria, resucitar al Cinéma du look con un ejercicio estilístico de alta categoría ambientado en el mundo del tenis y conocido como Challengers.
La cinta escrita por el dramaturgo y novelista Justin Kuritzkes (el esposo de Celine Song, la directora de Past Lives), exuda sensualidad y erotismo en cada uno de los gránulos de la fotografía saturada del tailandés Sayombhu Mukdeeprom (colaborador frecuente de Guadagnino y del maestro Apichatpong Weerasethakul).
Challengers (“retadores” en español), trata sobre un triángulo amoroso que involucra a Art y Patrick, dos amigos y prodigios del tenis (Mike Faist, el reportero de la magnífica The Bikeriders, y Josh O’Connor, el príncipe Carlos de la serie The Crown), ambos perdidamente enamorados de Tashi, otra tenista tan talentosa como ellos o más, pero que emocionalmente viene a ser el equivalente del picahielos usado por Sharon Stone en Bajos instintos.
Kuritzkes y Guadagnino nos cuentan la historia como si se tratara de un partido de tenis (al inicio de la cinta Tashi comenta que las relaciones son como el tenis y de ahí el título de Challengers). Es por eso por lo que se narra haciendo uso de múltiples flashbacks y flashforwards que van revelando detalles importantes sobre la relación de estos tres deportistas, amantes, amigos y enemigos, haciendo que nuestra mente rebote del pasado al presente de una manera indiscriminada. Es por esto por lo que es mejor no revelar más de la trama (que, por cierto, es el punto débil de la cinta, ya que está llena de melodrama cursi como el Heat de Michael Mann).
De lo que sí hay que hablar es del fenómeno viral que causó la revelación de la escena de un ardiente Ménage à trois entre la chica y los dos chicos, que pareciera inspirado en la olvidada y candente cinta noventera Threesome (que inspiró el famoso vídeo Lady de la agrupación electrónica Modjo) y en la más ardiente aún Y tu mamá también, en el que la experimentada Maribel Verdú invita a los jóvenes interpretados Gael García Bernal y a Diego Luna a dejar a un lado su represión sexual y expresar libremente su deseo del uno por el otro (Freud decía que lo único que diferencia a la amistad de la relación de pareja es el ejercicio del sexo). Si usted sospechaba que la escena iba a ser altamente excitante, pues déjeme decirle que está en lo correcto. Estamos hablando del director de la escena de los duraznos de Llámame por tu nombre.
Los tres protagonistas de Challengers son feromónicos y despliegan altas dosis de sexualidad. En realidad, esta no es una cinta sobre tenis sino una película erótica de cabo a rabo. Pero también es una cinta que toma partido por los hombres, que aquí están colmados de defectos, pero también son nobles, temerosos, valoran la amistad, están dominados por sus emociones y sucumben irremediablemente al amor de una mujer egoísta, que solo piensa en ganar, manipular e imponer su voluntad en el par de enamorados que, probablemente ella en realidad no ama (ni siquiera la vemos preocuparse en lo más mínimo por su hija, ya que todo gira alrededor de ella, colocándola al borde la sociopatía). Pero pese a que el personaje de Zendaya es detestable a más no poder, posee la fuerza magnética y el peso que solo una gran actriz como ella puede lograr al encarnar a un personaje.
Pero el ingrediente que hace de Challengers un platillo exquisito está en la banda sonora compuesta y ejecutada por Trent Reznor y Atticus Rose, quienes se retrotraen a la época del techno industrial de finales de los ochenta que resultó en el álbum Pretty Hate Machine de Reznor (alias Nine Inch Nails) para cargar de una energía desbordante cada segundo de esta cinta editada magistralmente por Marco Costa. Es aquí donde se comprende como Guadagnino bebe del cine y la televisión de Mann. El creador de Miami Vice entendió, en una época de comedias eróticas dirigidas a los jóvenes como Risky Business, de afiches hechos con aerógrafos, del culto al físico, música de sintetizador y luces de neón, que la esencia del videoclip consistía en darle primacía al texto musical y energizarlo con imágenes estilizadas y contundentes; y aplicó esta inversión (música primero imagen después) en la televisión y luego en el cine, con unos resultados que transformaron al cine moderno en cine contemporáneo (que lo diga Quentin Tarantino, Edgar Wright, Guy Ritchie o Nicolas Winding Refn).
En Challengers la música es la verdadera protagonista. Usted querrá salir a descargar la música de Reznor y Rose para convertirla en la banda sonora de todos sus actos cotidianos (hacer ejercicio, conducir, lavar los platos e inclusive escribir sobre películas). Gracias a esta dupla de compositores, el tenis nunca se había sentido en el cine de una manera tan intensa. Esto es más bien Cinéma du sound.
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