
Cónclave es un relato de intriga y poder que transforma material convencional en un espectáculo fascinante y absorbente.
Director: Edward Berger
Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Isabella Rossellini, Serge Castellitto, Lucian Msamati, Carlos Diehz

El cónclave es un evento envuelto en secreto y tradición: La reunión de cardenales en la Capilla Sixtina para elegir al próximo Papa. Es un proceso cargado de tensiones políticas y alianzas estratégicas, un terreno fértil para la especulación y la ficción. Cónclave, dirigida por Edward Berger, adapta la novela de Robert Harris que va muy por la línea de El Código Da Vinci y lo hace con una elegancia sorprendente, elevando lo que podría ser una historia de suspenso convencional a una obra de gran impacto visual y emocional.

Berger, quien ya había demostrado su talento en su adaptación de Sin novedad en el frente, otorga al relato una atmósfera sofocante y un ritmo perfectamente dosificado. La película, protagonizada por un elenco de primera categoría, explora las maniobras ocultas dentro del Vaticano con una sofisticación que le otorga credibilidad a una trama que se mueve entre la realidad y la ficción con total libertad y que nos hace olvidar el desastre de Habemus Papam (2011), la tragicomedia de Nanni Moretti y protagonizada por Michel Piccoli, que bien puede considerarse como una de las peores películas de la historia.
Aquí, el Cardenal Lawrence, interpretado magistralmente por Ralph Fiennes, es el eje central de la historia. Su actuación, lejos de excesos teatrales, se compone de detalles sutiles: su respiración, su postura, la forma en que se desplaza por los majestuosos pasillos vaticanos. Con cada mirada, Fiennes nos recuerda por qué es uno de los actores más versátiles y talentosos de su generación. A su lado, Isabella Rossellini en un papel breve pero contundente, añade misterio y fuerza con cada aparición. Por otro lado, Serge Castellitto se roba la pantalla con su interpretación del conservador y viperino Cardenal Tedesco, un personaje que exuda carisma y dominio, encarnando la resistencia al cambio dentro de la Iglesia. Stanley Tucci, John Lithgow y Lucian Msamati, siempre confiables, interpretan a otros candidatos a Sumo Pontífice con secretos ocultos bajo las estolas.
La trama sigue la elección del nuevo Papa tras la muerte del anterior, una contienda marcada por la lucha de poder entre facciones progresistas y conservadoras. En medio de este proceso, surge la llegada inesperada del Cardenal Benítez (Carlos Diehz), una figura enigmática cuya presencia desata sospechas y tensiones. Lo que comienza como un drama político-religioso se convierte rápidamente en una historia de conspiraciones que podrían desestabilizar a la Iglesia.
Berger maneja con precisión el desarrollo del suspenso, asegurándose de que cada revelación aumente la intensidad narrativa. La fotografía de Stéphane Fontaine (Un profeta, Jackie) acentúa la opresión de los cardenales enclaustrados, utilizando encuadres cerrados y una iluminación tenue que resalta la majestuosidad del Vaticano sin perder el sentido de confinamiento. Cada composición visual parece extraída de una pintura renacentista, reforzando la solemnidad del relato.
El final de Cónclave es una sorpresa que desafía las expectativas. Aunque algunos lo considerarán descabellado, es innegable que logra impactar y generar debate, especialmente entre quienes critican la extravagancia narrativa de películas como Emilia Pérez. Berger no teme jugar con la teatralidad y el dramatismo, entregando un desenlace que cierra con contundencia el recorrido de intriga y manipulación.
Cónclave es un thriller absorbente que transforma material barato en una obra cinematográfica de gran sofisticación. Con un elenco excepcional, una dirección meticulosa y un desarrollo narrativo envolvente, la película se erige como una de las propuestas más intrigantes del año. Una muestra de que, con el enfoque adecuado, hasta la historia más implausible puede convertirse en un espectáculo fascinante.
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