
Flow es una película animada visualmente impactante que emociona sin palabras.
Director: Gints Zilbalodis

Flow es, sin duda, una de las mejores películas sobre gatos de todos los tiempos y, sorprendentemente, también una de las mejores sobre el fin del mundo. Dirigida por Gints Zilbalodis, esta obra maestra de la animación letona se posiciona como la gran favorita para obtener el Óscar a la Mejor Película Animada, y con razón: es una experiencia visual y emocional que trasciende los límites convencionales del género.

La historia sigue a un gato negro que, junto a un variado grupo de animales, lucha por sobrevivir en un mundo sumido en una catástrofe inminente (perdonen el spoiler pero los amantes de los gatos lo necesitan: el gatito no muere). Sin necesidad de diálogos, la película se comunica a través de una sinfonía de sonidos naturales y gestos, logrando una narración que es tan sutil como efectiva. Cada uno de los animales protagonistas (un golden retriever, un capibara, un lémur y un secretario) es entrañable, pero lo más impresionante es cómo mantienen su esencia animal sin caer en la antropomorfización. Sus comportamientos, reacciones y decisiones reflejan su instinto de supervivencia, lo que da una autenticidad poco común en la animación moderna.
La animación de Flow es cautivadora. Con un estilo minimalista y artesanal, cada fotograma está meticulosamente construido para transmitir una sensación de inmensidad y soledad en un mundo en crisis. Los paisajes, detallados y enigmáticos, presentan un escenario apocalíptico que es a la vez hermoso y aterrador. Sin necesidad de explicaciones o narraciones innecesarias, la película confía en la capacidad del espectador para sumergirse en su atmósfera y encontrar su propio significado en la historia.
Más allá de su belleza visual, Flow es una reflexión con connotaciones bíblicas sobre la conexión, la supervivencia y la fragilidad del mundo natural. A medida que los protagonistas atraviesan paisajes devastados y enfrentan peligros, la película plantea preguntas sobre el medio ambiente, el destino de la humanidad y la importancia de la comunidad en tiempos de crisis. Su final, aunque no es abiertamente esperanzador, deja una sensación de resistencia y unidad, un mensaje que resuena con especial fuerza en la actualidad.
Con su innovadora propuesta narrativa, su magistral animación y su conmovedora historia, Flow no solo se erige como una de las mejores películas animadas del año, sino como una de las más memorables de la década. No es casualidad que sea la favorita para llevarse el Óscar a Mejor Película Animada: esta es una obra de arte que permanecerá en la memoria de los espectadores mucho después de que los prados verdes se sequen y las aguas suban.
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