Senna (2024)

La miniserie Senna transforma la fascinante vida del piloto en un drama superficial y predecible, aquello que actualmente recibe el nombre de “contenido”.

Gabriel Leone, Kaya Scodelario, Matt Mella, Pâmela Tomé

Ayrton Senna no es solo uno de los pilotos más importantes de la Fórmula 1, sino también un símbolo de orgullo nacional en Brasil, un atleta cuya destreza en las pistas y legado fuera de ellas dejaron una huella imborrable. Su trágica muerte en 1994 marcó un antes y un después en la historia del automovilismo, convirtiéndolo en una leyenda. En 2010, Senna, el excelente documental de Asif Kapadia, logró captar la esencia de este prodigioso piloto, explorando su compleja personalidad y su lucha tanto en el deporte como en la vida, mientras dejaba al espectador con el corazón en la mano. Sin embargo, la nueva miniserie de Netflix, también titulada Senna, falla rotundamente en estar a la altura de su protagonista y de la obra de Kapadia.

A lo largo de seis episodios, la miniserie de Netflix desperdicia una oportunidad única de profundizar en la vida de Senna, optando en cambio por seguir los tropos más obvios y desgastados de los dramas de automovilismo. Aunque las secuencias de carreras son emocionantes y están técnicamente bien logradas, todo lo demás se siente vacío. Gabriel Leone interpreta a Senna con carisma y determinación, pero el guion nunca explora qué lo impulsaba realmente, reduciéndolo a una caricatura unidimensional: un hombre que solo quería ganar. Su fe católica, su filantropía y su orgullo brasileño apenas reciben atención, y los momentos más significativos de su vida personal son tratados de forma superficial.

Una de las elecciones más desconcertantes de la serie es la inclusión de personajes ficticios como Laura Harrison (Kaya Scodelario), un personaje inventado que se supone representa a los periodistas que cubrieron la carrera de Senna. Si bien Scodelario (estupenda en la serie de Guy Ritchie The Gentlemen) tiene raíces brasileñas y habla fluidamente portugués, lo cual agrega autenticidad a su actuación, su personaje carece de complejidad y pertinencia y se siente como un intento forzado de añadir drama donde no era necesario. Su arco narrativo, al igual que el de otras figuras femeninas, parece cumplir un rol secundario y estereotipado, sin explorar realmente las dinámicas humanas que definieron la vida de Ayrton.

Además, la serie toma decisiones cuestionables con respecto a figuras clave de la vida de Senna, como su pareja Adriane Galisteu, apenas mostrada en pantalla debido a conflictos con la familia del piloto, que controla estrictamente su legado. En contraste, Xuxa Meneghel (Pâmela Tomé) la famosa animadora del programa infantil de televisión y otra de sus exparejas, recibe un trato mucho más prominente, pero con una recreación de momentos que pertenecen más a la cultura del espectáculo que a la realidad.

En términos narrativos, Senna nunca logra aportar algo nuevo o significativo. Incluso con seis horas para explorar su historia, la serie opta por una narración tediosa y superficial (aquello que hoy en día se define como “contenido”). Los personajes secundarios, especialmente los corredores como Nelson Piquet (Hugo Bonemer), Alain Proust (Matt Mella) o Niki Lauda (Johannes Heinrichs), caen en clichés que rozan lo cómico y lo ridículo, convirtiendo la historia de Senna en un mal capítulo de Meteoro: El rey de las pistas.

Lo peor de todo es que las escenas de carreras no logran capturar la emoción y la velocidad que definieron la carrera de Senna, haciendo sentir que el irregular biopic de Michael Mann sobre Enzo Ferrari luzca como una obra maestra en comparación. Las cosas se desinflan aún más cuando los motores se apagan, ya que el pesado y tedioso drama personal carece de peso emocional y, al igual que el resto de la serie, queda reducido a una experiencia genérica y predecible que no genera ningún tipo de conexión con el espectador.

Senna, con un presupuesto récord para una producción brasileña, tenía todas las herramientas para ser un homenaje digno y profundo. En cambio, nos ofrece un espectáculo vacío, incapaz de capturar la complejidad y el espíritu del hombre detrás del volante. Los fanáticos de Ayrton y de la Fórmula 1 probablemente se sientan decepcionados por este intento de humanizar a una leyenda que, en última instancia, nunca logra cobrar vida en pantalla.

Sobre André Didyme-Dôme 1809 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*