
September 5 es un thriller meticuloso e implacable sobre el cubrimiento periodístico del atentado en Múnich.
Director: Tim Fehlbaum
Peter Sarsgaard, John Magaro, Ben Chaplin, Zinedine Soualem, Leonie Benesch

El cine ha producido obras maestras sobre el periodismo que han sabido capturar la tensión, la responsabilidad y el dilema moral de la profesión. All the President’s Men (1976), The Insider (1999) y Spotlight (2015) han mostrado cómo la investigación periodística puede desafiar el poder, mientras que Broadcast News (1987) y The French Dispatch (2021) han explorado el lado humano y a veces absurdo del oficio. Citizen Kane (1941) sigue siendo la gran catedral del cine sobre la prensa, y The Post (2017) reafirmó la importancia de la verdad en tiempos de crisis. Ahora, September 5 se suma a este panteón con un relato tenso y absorbente que no solo reconstruye los eventos del ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, sino que examina la fascinación y la responsabilidad de los medios de comunicación en tiempo real.

Dirigida por el suizo Tim Fehlbaum (The Colony), la película adopta la forma de un procedural periodístico que sumerge al espectador en el caos de aquella transmisión en vivo que marcó un antes y un después en la cobertura mediática de la violencia global. Al igual que Munich (2005), la monumental película de Steven Spielberg sobre la represalia israelí contra el grupo terrorista Septiembre Negro, September 5 es un filme que nos enfrenta con la brutalidad de la historia, pero desde una perspectiva diferente: la de los periodistas que, atrapados en la urgencia del momento, terminaron siendo parte del problema.
La película se desarrolla desde el punto de vista del equipo de deportes de la cadena ABC, cuyos reporteros y productores, confinados en su estudio improvisado, son los ojos del mundo ante una crisis que se desarrolla en tiempo real. Sin poder verificar la información con certeza, y luchando contra la presión de sus competidores, se ven obligados a tomar decisiones editoriales de alto riesgo. La crudeza del momento, magnificada por los bancos de monitores y las voces que se superponen en la sala de producción, nos recuerda la intensidad de Broadcast News y la minuciosidad de Spotlight.
John Magaro brilla como Geoffrey Mason, el joven director de la transmisión, cuya adrenalina y angustia lo convierten en una figura inolvidable. Peter Sarsgaard encarna al ejecutivo Roone Arledge con la autoridad y frialdad de quien sabe que un error puede costarle la credibilidad de la cadena. Ben Chaplin interpreta a Marvin Bader, el productor que trata de mantener el equilibrio entre la ética periodística y la necesidad de dar la primicia. Destacan también Zinedine Soualem como Jacques Lesgards, el ingeniero de transmisiones atrapado en la paranoia de la época, y Leonie Benesch como Marianne Gebhardt, la asistente idealista y la única traductora del alemán en el equipo cuya inocencia se ve afectada por la crudeza de los hechos.
El gran acierto de September 5 es su capacidad de atraparnos en la dinámica de una redacción televisiva enfrentada a lo desconocido. Al igual que en The Insider, donde Michael Mann diseccionó los entresijos de 60 Minutes, aquí Fehlbaum disecciona el detrás de cámaras de una de las coberturas más impactantes de la historia. La película muestra cómo la transmisión en vivo, lejos de ser solo un medio de información, puede convertirse en un actor más de la tragedia. La escena en la que los periodistas se dan cuenta de que los terroristas están siguiendo la cobertura en sus televisores es un recordatorio de que la línea entre la noticia y la participación en los hechos es peligrosamente delgada.
Más allá de su impecable factura técnica y su meticulosa reconstrucción de los hechos, September 5 es un tributo a una profesión que, en muchos sentidos, está en peligro de extinción. Como en The Post, la película nos recuerda que el periodismo no es solo un oficio, sino una vocación que, cuando se ejerce con responsabilidad, es más necesaria que nunca.
Tim Fehlbaum ha logrado un filme contundente, sin adornos innecesarios, que se despliega como un thriller ineludible. La historia se nos presenta sin concesiones y sin respiro, en una suerte de montaña rusa emocional que nos sumerge en el frenesí de aquellos días de septiembre. Con una narración directa, una lograda mezcla de tomas reales y dramatizadas (que nos recuerdan a No de Pablo Larraín) y una puesta en escena claustrofóbica, la película nos mantiene al borde del asiento hasta su devastador desenlace.
Como en los mejores dramas periodísticos, aquí no hay héroes absolutos ni respuestas fáciles, solo una pregunta latente: ¿hasta qué punto los medios afectan la historia en lugar de solo reportarla? September 5 nos obliga a mirar de frente el costo de la inmediatez y el impacto de la información en una sociedad que, aún hoy, sigue debatiendo los límites del periodismo en la era digital.
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