Snow White (Blancanieves) (2025)

La nueva versión de Blancanieves llega precedida por una polémica desproporcionada, víctima de ataques motivados más por prejuicios que por una evaluación real de su contenido.

Director: Marc Webb

Gal Gadot, Rachel Zegler, Andrew Burnap, Martin Klebba

La nueva versión en acción real de Blancanieves producida por los estudios Disney ha sido objeto de un repudio anticipado similar al que sufrió Emilia Pérez antes de su estreno. Este fenómeno de lo que podría llamarse “bullying cinéfilo” es, en muchos casos, alimentado por discursos racistas y misóginos, tal como ocurrió con la injustamente vapuleada adaptación de La Sirenita. Lo más triste es que gran parte de las críticas provienen de personas que ni siquiera han visto la película.

Ahora bien, Blancanieves no es una revolución cinematográfica como lo fue Mi amigo el dragón, ni una audaz deconstrucción como Cruella, pero tampoco es un producto insípido y sin alma como Aladdin o la reciente Mufasa. En esta versión, Blancanieves es una princesa de inclinación izquierdista que se convierte en una defensora del proletariado (así como lo leen), mientras que la Reina Malvada es una amalgama entre Margaret Thatcher y ciertos regentes latinoamericanos que priorizan la mano dura sobre el corazón grande. El Príncipe Encantado, por su parte, es reemplazado por un encantador Robin Hood que persuade a Blancanieves para que se una a la causa revolucionaria.

Uno de los aspectos más notorios es la reinterpretación de los siete enanos, quienes ya no son «enanos» en el sentido clásico del término, sino criaturas mágicas generadas por CGI. Bobito, en particular, se transforma de un personaje tímido en una víctima de bullying por parte de sus compañeros de vivienda que encuentra su voz y se empodera con el tiempo. Aunque las canciones pueden resultar excesivas, el mensaje central de la película—que la verdadera belleza se encuentra en el interior—logra resonar, a pesar de las críticas infundadas de ciertos sectores de la internet.

La historia mantiene los elementos esenciales del clásico de 1937, pero con giros contemporáneos. Blancanieves (Rachel Zegler) crece bajo el yugo de la Reina Malvada (Gal Gadot), quien se autoproclama soberana tras la misteriosa desaparición del rey. La joven descubre a Jonathan (Andrew Burnap), un ladrón que roba provisiones para alimentar a los desfavorecidos. Blancanieves lo ayuda a escapar y pronto se ve envuelta en la resistencia contra la Reina.

El espejo mágico, en una metáfora obvia sobre el poder mediático, le insiste a la Reina que su belleza palidece ante la de Blancanieves, llevándola a ordenar su muerte. La joven huye al bosque, donde encuentra refugio en una cabaña habitada por las criaturas mágicas. En lugar de esperar un rescate, Blancanieves se une a la causa revolucionaria de Jonathan y enfrenta a la Reina en una confrontación final que no solo redefine su destino, sino también el del reino.

Marc Webb, conocido por el clásico (500) días con ella, dirige la cinta con un enfoque seguro pero carente de riesgo (en algunos momentos la cinta parece un homenaje a Dormilón). La estética se esfuerza en replicar el esplendor del clásico animado, pero el resultado final recuerda más a una feria medieval que a un mundo de fantasía. Rachel Zegler, quien demostró su talento en West Side Story, posee una voz encantadora y momentos de carisma, pero su interpretación carece de la fuerza necesaria para hacer de su Blancanieves una figura memorable (además de ser el miembro de la realeza con el peor peinado desde los tiempos de Prince Valiant). Gal Gadot, por su parte, se roba el espectáculo interpretando a la Reina Malvada, convirtiendo a su personaje en su ser tan odiado como su Mujer Maravilla fue amada. Andrew Burnap como Jonathan aporta el carisma necesario, aunque su personaje se siente más como un arquetipo de héroe rebelde que como un personaje genuinamente tridimensional. En cuanto a los actores que prestan sus voces a las criaturas mágicas, hacen un trabajo más que decente (Bobito y Gruñón son mis “seres mágicos” favoritos). 

Blancanieves es un testimonio de cómo cada película es, en cierta medida, un reflejo de su tiempo. En lugar de ser una reinterpretación fresca y audaz del clásico de Disney, la cinta se siente como un intento por complacer a todos y termina sin satisfacer a nadie. No es la peor adaptación en acción real de Disney, pero tampoco es una que dejará huella. Sin embargo, si su misión era mantener algo de la magia de los estudios y enviar un mensaje sobre la belleza interior y la lucha contra la opresión, en eso sí que logra cumplir.

Sobre André Didyme-Dôme 1857 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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