La Fianza (2025)

La fianza combina tensión, humor negro y crítica social en un secuestro que desvela las mentiras tras una vida de lujo.

Director: Gonzalo Perdomo 

Juana Acosta, Julián Román, Israel Elejalde

En La fianza, ópera prima del director colombiano Gonzalo Perdomo, convergen varios géneros y referencias cinematográficas. Desde el inicio, la película evoca la tensión de The Desperate Hours (1955), aquella cinta de suspenso dirigida por William Wyler y protagonizada por Humphrey Bogart y Fredric March sobre un secuestro en un hogar suburbano que tuvo un remake en 1990 con Mickey Rourke y Anthony Hopkins, pero también añade tintes de humor negro que recuerdan a The Ref (1994), con Dennis Leary, Kevin Spacey y Judy Davis donde un ladrón se convierte en terapeuta de pareja. Este híbrido de influencias convierte a la película en un thriller de enredo que, aunque no siempre logra mantener su coherencia, destaca por su originalidad y sus actuaciones.

La historia se desarrolla casi en su totalidad dentro de una casa acomodada en España, donde Ana (Juana Acosta) y su hija pequeña son retenidas por Walter (Julián Román), un sicario con un fuerte motivo de presión: el esposo de Ana, Ricardo, está envuelto en turbios negocios con una peligrosa organización. Este esquema de secuestro doméstico pronto se convierte en una sátira de las apariencias, la corrupción y los privilegios económicos.

Uno de los puntos más curiosos de La fianza es la reunión en pantalla de Juana Acosta y Julián Román, quienes ya habían trabajado juntos recientemente en la conmovedora Del otro lado del jardín. Esta vez, ambos se mueven en un registro totalmente distinto, enfrentándose en un duelo actoral donde la intensidad y el humor encuentran equilibrio. Acosta brilla como Ana, una mujer que comienza como la sofisticada matriarca de una familia ideal, solo para descubrir que su vida es una construcción frágil de mentiras. Su interpretación capta tanto el miedo como el desconcierto de alguien que debe despojarse, capa por capa, de su acento y de sus ilusiones.

Por su parte, Román se desenvuelve con naturalidad en un papel complejo: un hombre que combina la amenaza física con un trasfondo vulnerable. Los constantes cambios de acento –pasando de un tono neutro al colombiano más marcado en ciertos momentos– refuerzan las dinámicas de poder entre los personajes, pero también son un recordatorio de las raíces caleñas compartidas de los actores, que el guion utiliza como un guiño a la comunidad migrante.

La película inicia con una premisa intrigante y un guion que saca provecho del espacio reducido y el fuera de campo. Los primeros dos actos logran mantener una atmósfera tensa, combinada con momentos de comedia involuntaria que nunca resultan excesivos. La dirección de Perdomo, aunque contenida, saca partido de los recursos mínimos, dejando que las actuaciones lleven el peso de la historia.

Sin embargo, en el último acto, La fianza pierde el control. Los giros de la trama, que al principio resultan sorprendentes, se vuelven exagerados y, en ocasiones, inverosímiles. La entrada del personaje de Ricardo (interpretado por Israel Elejalde) en el tercer acto, si bien añade una nueva dimensión, también precipita el desmadre narrativo, haciendo que el cierre pierda la lógica interna que la película había construido con tanto esfuerzo.

Lo que diferencia a La fianza de otros thrillers es su trasfondo satírico, que toca temas como el arribismo, la corrupción, el clasismo y la desconexión emocional en las familias modernas. Aunque no termina de consolidar estas críticas como un comentario profundo, la película logra momentos de humor y agudeza, especialmente en las interacciones entre Ana y Walter, cuya relación mezcla desconfianza y una inesperada camaradería.

El humor negro, dirigido sobre todo a los colombianos que viven en España, funciona como un guiño efectivo a una audiencia específica, pero también puede resonar con cualquier espectador que disfrute de la ironía costumbrista en un contexto de alta tensión.

A pesar de sus debilidades, la cinta deja en claro el talento de Gonzalo Perdomo como director y de sus protagonistas, quienes llevan el relato con fuerza y carisma. Si bien no es un thriller impecable, su mezcla de tensión, humor y sátira hace que valga la pena descubrirlo.

Sobre André Didyme-Dôme 1868 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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