Runa Simi (2025)

Con desbordante humanidad, este documental peruano demuestra que el doblaje de películas puede ser una forma de resistencia, afecto, memoria y herencia. 

Director: Augusto Zegarra

Aunque los puristas del cine insistamos en que las películas deben verse en su idioma original y con subtítulos, el doblaje tiene una razón de ser insoslayable: permite que los niños (especialmente los que aún no leen con fluidez) puedan acceder a historias que, de otra manera, quedarían vedadas para ellos. Es allí donde Runa Simi encuentra su médula emocional: No solo como documento sobre un proceso de traducción, sino como un gesto político y pedagógico y como un acto de amor entre generaciones.

En Runa Simi, el cine ya no es un espectáculo de evasión, sino un terreno donde se disputan la dignidad y el derecho a existir con la propia voz. Fernando Valencia, locutor, padre soltero y soñador impenitente, decide doblar completamente The Lion King (El rey león) al quechua con ayuda de su hijo Dylan. Lo que podría parecer una anécdota enternecedora se transforma, bajo la mirada atenta de Augusto Zegarra, en un viaje simbólico de resistencia frente al olvido.

Zegarra evita el didactismo o la grandilocuencia. En cambio, elige la cercanía. Sigue a Fernando en su vida cotidiana, en sus pequeños triunfos y grandes frustraciones. Desde las llamadas que no son contestadas por Disney (Rob Minkoff, el director de la cinta animada sí le respondió) hasta los rituales andinos con los que pide protección para su causa. La cámara no se entromete sino que observa. Y en esa observación se revela una intimidad tierna y política.

Fernando, con su entusiasmo modesto y su profunda conciencia histórica, se convierte en un protagonista inolvidable. Su vínculo con Dylan (quien pone la voz de Simba) es el corazón palpitante del filme. Las escenas en las que ensayan, juegan, se abrazan o simplemente contemplan el hermoso paisaje cusqueño, son de una dulzura conmovedora. “Esto es la vida”, le dice el padre al hijo mientras miran desde una cima. “No tener la casa más grande. Esto.”

Pero Runa Simi también denuncia. Una que se expresa con gentileza, sin alaridos, pero con firmeza. En una de las secuencias más demoledoras, se escucha la voz de un abogado admitiendo que doblar películas en quechua no es rentable. La frialdad empresarial contrasta con el calor humano del proyecto de Fernando, subrayando así una desigualdad estructural donde los idiomas originarios (con millones de hablantes) son tratados como ornamentos sin valor económico.

La fotografía de Renzo Rivas enmarca los Andes con dignidad y belleza, sin exotismos. La edición de Carlos Rojas tiene el ritmo justo: Da espacio para que las emociones florezcan, para que las miradas, los silencios y los gestos hablen por sí mismos. La música, que incluye versiones quechuas de clásicos como Hakuna Matata, transforma lo conocido en algo profundamente nuevo y entrañable.

Hay también una poética de la esperanza. Aunque el final de la historia no garantice una victoria, el documental no busca cerrar con una moraleja complaciente. Más bien, abre preguntas sobre qué idiomas valen, quién decide qué voces se escuchan y por qué el acceso al arte sigue estando mediado por lógicas coloniales.

Runa Simi significa “lengua del pueblo”. Y es, en última instancia, sobre eso que trata esta obra luminosa: El derecho a sentir, a soñar y a contarse el mundo en la lengua con la que uno aprendió a decir “mamá”, “tierra” y “futuro”.

Esta es una película necesaria, no porque enseñe, sino porque recuerda. Y en esa memoria se cifra la posibilidad de una comunidad que se rehúsa a desaparecer.

Sobre André Didyme-Dôme 1942 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para las revistas ROLLING STONE Y THE HOLLYWOOD REPORTER EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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