La tormentosa situación sociopolítica de Colombia en los años ochenta, sirve de escenario para capturar el encuentro entre un sastre y una ascensorista.
Director: César Heredia
Héctor García, Fabiana Medina, Edgar Duran Jr.
El primer largometraje del director César Heredia está inspirado en sus recuerdos de infancia. Su abuelo era un sastre que cosía a los oficinistas de la zona en un taller ubicado en el centro de Bogotá, a pocas cuadras del Palacio de Justicia. Salvador (Héctor García), el protagonista de la cinta de Heredia, es uno de esos sastres que trabajaban en la Bogotá violenta y caótica de los años ochenta, y es el nombre que le da título a una historia romántica con tintes de tragedia.
Salvador es un hombre solo, retraído y hosco que trabaja confeccionando vestidos para caballeros. Isabel (Fabiana Medina) es una mujer que comienza a trabajar como ascensorista en el edificio donde trabaja el sastre. Al contrario de Salvador, ella es una mujer alegre, amable y extrovertida. A él le gustan los boleros, a ella le gusta la salsa. Ambas son almas solitarias y, por un breve momento, se encuentran el uno al otro en lo que podría pensarse como el inicio de una relación romántica. Pero los celos de Salvador, combinados con la delicada situación que vivía la capital colombiana en 1985, hacen que este romance no llegue a tener un final feliz.
La dirección de arte de Camilo Barreto y la fotografía de Juana González logran desplazarnos de manera efectiva al centro de Bogotá de 1985 y, por tal razón, se le perdonan algunos errores cronológicos que solo quienes vivimos en el lugar y en la época lograremos discernir. Asimismo, la antipatía del personaje de Salvador se equilibra muy bien con el carisma de Isabel, gracias al desempeño de los dos actores.
El trágico acto final ayuda a redondear una historia acerca de cotidianidades y soledades, la cual se adecúa mejor al formato de un corto que al de un largometraje. Pero, pese al exceso de metraje y al amargo sabor de boca que deja el triste relato de un amor malogrado, la cinta augura un futuro promisorio a su director y consolida un sólido repunte para el cine colombiano, el cual nos ha entregado en este año que termina, una serie de producciones de calidad destacada. Salvador es una de ellas.
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