Un joven ciclista intenta seguir los pasos truncados de su padre, en una cinta colombiana de hermosa factura y exceso de melodrama.
Director: Camilo Vega
Sebastián Gaitán, Variel Sánchez, Andrea Gómez
En comparación con el fútbol americano, el baloncesto, el béisbol y el boxeo, las películas sobre ciclistas son más bien escasas. Una de las mejores es Breaking Away (1979) de Peter Yates, que sigue a un grupo de amigos que no saben qué hacer con sus vidas, lo que los lleva a obsesionarse con el ciclismo y competir en una carrera importante. Otra joya del ciclismo cinematográfico es American Flyers (1985) con Kevin Coster, que sigue a dos hermanos (uno de ellos agonizante) mientras compiten en una carrera. Por otro lado, la olvidada Quicksilver de 1986, protagonizada por Kevin Bacon, se centra en un corredor de bolsa que deja su trabajo para liberarse y convertirse en un mensajero en bicicleta en la ciudad de San Francisco.
The Flying Scotsman (2006), basada en la vida real de Graeme Obree (Jonny Lee Miller), nos muestra a este ciclista escocés superando adversidades personales para establecer récords mundiales en ciclismo de pista. La emocionante y vertiginosa Premium Rush (2012) sigue a un mensajero en bicicleta (Joseph Gordon-Levitt) por las calles de Nueva York, mientras trata de entregar un paquete valioso y evade a sus perseguidores. La cinta biográfica de tono oscuro conocida como The Program (2015) está inspirada en el excelente documental de Alex Gibney (The Armstrong Lie del 2013), y se centra en la vida del ciclista Lance Armstrong (Ben Foster) y su lucha contra el cáncer, así como las controversias relacionadas con el dopaje en el ciclismo profesional.
Colombia, un país reconocido por sus grandes ciclistas, posee tan solo dos películas que giran en torno al deporte. La primera es El escarabajo (1983) de Lisandro Duque, que narra la historia de tres jóvenes (uno de los cuales sueña con ser un ciclista famoso), que cometen un robo para lograr sus metas. La segunda es la ocurrente De Rolling por Colombia (2020) de Harold Trompetero, en la que dos amigos que trabajan como locutores de radio se enfrentan a la crisis económica de 1952 e idean una estrategia para sobrevivir, la cual consiste en transmitir «en vivo” la segunda edición de la Vuelta a Colombia en bicicleta, inventando cada detalle de la carrera sin salir nunca de sus cabinas (curiosamente, tuvo una secuela, pero con fútbol).
Ahora llega una nueva película colombiana sobre ciclismo, que quizás es la mejor de las tres. Su nombre es El rey de la montaña y es una cinta de hermosa factura (la fotografía de Juan Carlos Cajiao captura la belleza del campo colombiano), pero con una historia altamente edulcorada, que pretende hacernos conmover hasta la médula. Lo que logra, en cambio, es hacernos reír por su cursilería, que parece sacada de un capítulo de Mercado de lágrimas de La carabina de Ambrosio.
Su protagonista es Pedro Cuesta (Sebastián Gaitán) un joven ciclista que de niño fue testigo de cómo su padre, el también ciclista Joaquín Cuesta (Variel Sánchez) quedó parapléjico en un accidente durante una carrera. Pedro intenta seguir los pasos de su padre y cumplir el sueño de convertirse en un campeón, pero el miedo y el dolor lo llevan a abandonar todo. La cinta deja así el ciclismo a un lado, para mostrarnos por hora y media lo que ya todos sabemos de antemano: El reticente Pedro va a terminar convencido de que debe volver a montar su caballito de acero para superar sus traumas y convertir el sueño en realidad.
La ópera prima del director Camilo Vega presenta problemas de ritmo (la penosa y lenta subida es mayor que la bajada catártica) y no ayuda mucho la actuación irregular de Sánchez, la actitud estereotipada de Esperanza Cuesta (Andrea Gómez), como la típica madre que no quiere que su hijo arriesgue su vida y termine como su papá; o el artificio de poner a Paulina (Mariana Mozo) una novia virginal y casi perfecta al lado de Pedro, para luego mostrarnos algo que dista mucho de ser sorpresivo (igual no se revelará aquí).
Sin embargo, El rey de la montaña abre las puertas para futuras películas sobre ciclismo. Las vidas de Cochise Rodríguez, Lucho Herrera, Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Egan Bernal y Mariana Pajón, entre otros astros del ciclismo colombiano, están más que listas para convertirse en grandes películas. Claro está, sí se hacen bien.
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