Una road movie colombiana hablada en inglés y que captura el espíritu del cine indie de los años noventa.
Director: Juan Felipe Zuleta
Matthew Jeffers, Sarah Hay, Roy Abramsohn
Las películas protagonizadas por actores de talla pequeña pertenecen casi todas al género fantástico como Bandidos del tiempo (con el fallecido David Rappaport, protagonista de la recordada serie de televisión El hechicero) o Willow (con Warwick Davis, el protagonista de esa magnífica comedia televisiva llamada La vida es muy corta). Por otra parte, algunos dramas o comedias asentadas en la realidad bordean lo ofensivo, reemplazando al actor de talla pequeña por un intérprete sin estas características, como es el caso de Guillermo Francella en Corazón de León o Gary Oldman en Tiptoes.
Pero gracias al talento de Peter Dinklage (parte vital del elenco de Juego de tronos), se pudo confeccionar la estupenda The Station Agent, el poderoso biopic sobre la vida del fallecido actor Hervé Villechaize (My Dinner with Hervé) y una hermosa adaptación en clave de musical de Cyrano. Y no podemos olvidar el clásico de Werner Herzog También los enanos comenzaron pequeños.
Ahora Matthew Jeffers se une a Perter Dinklage, David Rappaport, Warwick Davies, Hervé Villecheize y a la leyenda Billy Barty (Rumpelstiltskin, Patrulla nocturna, UHF) como uno de esos grandes actores de talla pequeña, gracias a la cinta Objetos no identificados.
Y es que Jeffers es el alma de esta entrañable road movie dirigida por el colombiano Juan Felipe Zuleta, que si bien sigue la estructura narrativa canónica de este tipo de películas (una pareja de personajes incompatibles emprende un viaje, sale transformada por la experiencia y conforma una gran amistad), eso no le quita que esté cargada de altas dosis de humanidad.
La premisa de la cinta es la siguiente: Convencida de que los extraterrestres que la secuestraron cuando tenía 15 años finalmente están regresando para llevársela, Winona (Sarah Hay), una joven algo alocada y trabajadora sexual de buen corazón (que evoca a la protagonista del clásico de Fellini Noches de Cabiria), le pide a su vecino Peter (Jeffers), un hombre de pequeña estatura que está de luto por la muerte de un amigo cercano, que le preste su auto. A regañadientes, el gruñón y algo neurótico Peter acepta, pero solo si puede unirse a la aventura. Es así como estas dos personas tan diferentes en apariencia, pero conectadas por la soledad, la baja autoestima y la psique afectada, se embarcan en una misión a través de Estados Unidos y Canadá, para encontrarse con los alienígenas, como si se tratara de una versión indie y mucho más adulta de la comedia Paul.
Los protagonistas de Objetos no identificados están quebrados por la vida y son en extremo falibles. Él es pequeño y ella no; él pretende ser maduro y a ella le gusta comportarse como una niña; él es pretencioso y ella es delirante. Pero ambos chocarán inevitablemente con la realidad (tal vez él más que ella). La mejor escena de la cinta y la que desgarra nuestro corazón, tiene que ver con Peter bailando con un hombre apuesto, viril y amable al que conoció en un bar. Es algo demasiado bueno para ser verdad.
Todos los lugares comunes de una road movie los encontramos en Objetos no identificados. Problemas con el auto, una conversación sincera en el cuarto de un motel, un encuentro con otros viajeros tan peculiares como los protagonistas, la obligatoria escena del bar y, en última instancia, una confrontación final en el tercer acto, en donde se expresan las quejas reprimidas sin importar como uno lastima al otro.
Sin embargo, esta es quizás la única cinta hasta la fecha protagonizada por un hombre gay de talla pequeña, con la doble marginalidad que esto conlleva. Asimismo, los elementos oníricos mezclados con la ciencia ficción y la música atmosférica de sintetizador a cargo de Sebastián Zuleta (hermano del director), logran otorgar a la cinta su necesario toque de originalidad, mientras que, al mismo tiempo, estos elementos capturan la libertad y el sentido del riesgo característicos de ese cine independiente de la década de los noventa que tanta falta nos hace en la actualidad.
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