La Suprema (2024)

La ganadora del Festival de Cine de Cartagena es una vibrante y adorable comedia costumbrista sobre el pugilismo y la búsqueda de un televisor.

Dirección: Felipe Holguín Caro 

Elizabeth Martínez, Antonio Jiménez, Pabla Flórez, Ana Victoria Rodríguez, Moisés Ramírez

El premio del público en el pasado festival de cine de Cartagena lo obtuvo una cinta de extraña belleza ambientada en un pueblo que no aparece en los mapas de Colombia, en la tradición del Macondo de Gabriel García Márquez. Sin embargo, en la vereda de La Suprema del municipio de Matuya ubicada en María la Baja (Bolívar), todo lo que sucede puede ser mágico y ensoñador pero tiene su base en la realidad. La mayor parte del elenco de la película vive en La Suprema y el fotógrafo Mauricio Vidal logra capturar con mucha pericia ese lugar tan bello como el Barichara que inspiró a Encanto, la adorable película de Disney, o la Providencia de El día de la cabra (2017), esa preciosa pero olvidada comedia de enredos del colombiano Samir Oliveros. Cuando la cinta se presentó por primera vez a los habitantes de La Suprema, la reacción fue tan enérgica como la de los niños del Chocó que vieron cine por primera vez y se encontraron con Pantera Negra, un superhéroe muy parecido a ellos en la pantalla. 

La ópera prima del director Felipe Holguín pertenece a un nuevo género al que bien podríamos llamar “neorrealismo mágico colombiano”, pese a que su historia no tiende a la tragedia sombría y desesperanzadora desarrollada en las obras maestras de De Sica, Visconti y Rosselini. La Suprema está más cerca a las comedias dialectales costumbristas italianas como Los desconocidos de siempre (1958) de Mario Monicelli, en donde Nápoles es reemplazada por este pueblito hermoso y entrañable, mientras que los habitantes pertenecientes a la periferia que luchan por sobrevivir y cumplir sus sueños, son reemplazados aquí por personas que hablan español y que poseen una hermosa tez oscura. 

Siguiendo la línea trazada por las cintas sobre jóvenes mujeres pugilistas como Girlfight (2000) de Karyn Kusama y Million Dollar Baby (2004), nuestra protagonista Laureana (Elizabeth Martínez) sueña con convertirse en boxeadora y tiene a un veterano entrenador llamado Efraín (Antonio Jiménez) que la va a yudar a cumplir con sus ambiciones. Hay que decir que los dos actores protagonistas exudan el carisma y atractivo suficiente para consagrarse como actores internacionales si los astros se llegan a alinear. Asimismo, la cantadora Pabla Flórez, cantautora de bullerengue e hija de la legendaria Eulalia González Bello, asume un personaje que representa a las grandes matronas del caribe colombiano y nos entrega unos interludios musicales de inmenso valor.

Pero, en realidad, esta no es una cinta sobre boxeo sino una simpática comedia sobre la búsqueda de un preciado televisor y una planta eléctrica que los habitantes de La Suprema necesitan con urgencia para poder ser testigos de un importante enfrentamiento de un pugilista orgullo del pueblo, que fuera entrenado por Efraín. Esta historia está inspirada en una anécdota escrita por Manuel Jaimes Triviño que cuenta lo que pasó en San Basilio de Palenque en 1977, cuando Antonio Cervantes “Kid Pambelé” ganó el título mundial de boxeo por primera vez para Colombia. Un representante del gobierno de turno llegó al pueblo con un televisor para ser testigos del evento, pero la gente quedó indignada porque no había electricidad para encenderlo.

La Suprema llega a ser una variación de La estrategia del caracol (1993), la inolvidable cinta de Sergio Cabrera acerca de un grupo de personas humildes y de escasos recursos que se une para enfrentarse al clasismo y la corrupción del estado. No estamos hablando de la típica película contemplativa colombiana que aborda el conflicto armado, el desplazamiento y la pobreza, que se dirige a una élite cinéfila, obtiene galardones en el exterior y espanta al público masivo. Tampoco es la típica comedia burda, populista, bulliciosa y destartalada que llena las salas de nuestro país, pero que es odiada y despreciada por los críticos. La Suprema logra, como lo hicieron en sus días La estrategia del caracol, El día de la cabra y la más olvidada aún Mamagay (1977) de Jorge Gaitán Gómez, quedarse en el terreno medio de la poesía, el entretenimiento y el comentario sociopolítico, y eso es algo muy saludable para un país polarizado hasta en su cine.

Sobre André Didyme-Dôme 1780 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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