El infierno que vivió el director francés en la realización de La espuma de los días se convierte en la inspiración para una incómoda y dolorosa comedia acerca de un director megalómano pero muy creativo, intentando culminar su indulgente proyecto.
Dirección: Michel Gondry
Pierre Niney, Blanche Gardin, Françoise Lebrun
Nacido en Versalles, Michel Gondry se hizo conocido internacionalmente por su trabajo en videos musicales para artistas como Björk, The White Stripes, Radiohead y Daft Punk, entre muchos otros, los cuales son visualmente sorprendentes, empleando técnicas de animación stop-motion, efectos artesanales y trucos de cámara para crear mundos surrealistas y atmosféricos que complementan la música de una manera única y muy original.
Al igual que sus colegas Spike Jonze, Anton Corbijn y Mark Romanek, Gondry no demoró en incursionar en el cine, primero con una divertida pero olvidada sátira a la psicología experimental llamada Human Nature (2001), con guion del gran Charlie Kaufman (Being John Malkovich), y luego con la cinta sobre el amor, la memoria y la identidad que llamó la atención de la crítica y el público (también escrita por Kaufman) y titulada Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), que resultó siendo aclamada por su originalidad, profundidad emocional e innovativa narrativa no lineal.
Sin embargo, Gondry nunca pudo repetir el éxito que obtuvo con la película protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet, pero eso sí, no perdió un ápice de su originalidad, como lo demuestran La ciencia del sueño (2006), protagonizada por Gael García Bernal y Be Kind, Rewind (2008), una alocada comedia protagonizada por Jack Black y Mos Def sobre dos hombres que intentan recrear películas populares con un presupuesto limitado.
Pero luego los estudios y el público comenzaron a castigar severamente la creatividad del director. The Green Hornet (2011), pese a ser una adaptación más que decente del superhéroe extraído de una radionovela y una serie de televisión de culto, terminó siendo atacada injustamente; la olvidada The We And The I (2012) no es conocida ni siquiera por los fieles seguidores de su trabajo y la exquisita adaptación del libro La espuma de los días (2013) fue el equivalente al infierno para un cineasta independiente.
Al parecer, la creatividad de Gondry estaba rayando en los terrenos de la patología. Su estado delirante llevó a que la realización de la cinta se alargara y se pasara de presupuesto, enfureciendo a los productores. El director se escapó a la casa campo de una tía en Cévennes (centro de su documental de 2009, La espina en el corazón), donde ella aún vivía en su hogar de la infancia e insistió en completar La espuma de los días a su manera. La película, que protagonizó Romain Duris como un adinerado solitario que se enamora de una joven enferma interpretada por Audrey Tatou (Léa Seydoux fue la primera opción), terminó siendo su primer largometraje narrativo después del fallido esfuerzo de estudio que significó The Green Hornet. Esa experiencia en la que se sintió atado, lo lanzó hacia el otro extremo de una creatividad sin restricciones. El resultado fue más doloroso aún para Gondry. La película de más de dos horas recibió críticas menos que tibias.
El director no se rindió y dirigió Microbe & Gasoil (2015), una de las mejores películas sobre la infancia de todos los tiempos que posee un pequeño problema: casi nadie la vio (así como su serie Kidding con Jim Carrey). Es por eso por lo que Gondry ha estado recluido por más de ocho años recuperando sus fuerzas antes de dirigir una nueva película para cine. El resultado es El libro de las soluciones, quizás su trabajo más incómodo y personal. Algunos asumen que el éxito de Gondry se debió a Kaufman, el guionista de sus dos primeras películas, pero aquellos que hemos seguido su carrera desde sus primeros videoclips, sabemos que eso no es cierto. En su última cinta, su creatividad está intacta. Es solo que duele.
La película trata sobre Marc (Pierre Niney del biopic sobre Yves Saint Laurent), un director de cine que está haciendo una película tan excéntrica y letárgica como solo un director francés pretencioso puede hacerla. Marc, un prodigio del cine tan solo en su propia mente, se reúne con los ejecutivos del estudio independiente que financia su último proyecto. La película que está haciendo dura más de 4 horas, pero él está convencido de que es una obra maestra. Como es de esperarse, la ejecutiva del estudio a cargo rechaza los avances y le asigna la labor de completar la cinta a Max (Vincent Elbaz), su mano derecha. El joven director, destrozado por la respuesta, sale con el pretexto de fumar un cigarrillo. Realmente Marc está corriendo hacia la sala de edición para robar la película, junto con el equipo de edición para impedir que el estudio arruine su «visión». Es así, que Marc y su editora, Charlotte (Blanche Gardin), se dirigen a Cévennes, donde se refugian en la casa de campo de la paciente y amorosa tía de Marc, Denise (Françoise Lebrun).
La premisa de hacer una película sobre la realización de una película ya había sido llevada al paroxismo por Gondry en Be Kind, Rewind, pero esta cinta en realidad trata sobre los delgados límites entre la creatividad y la locura. Marc es un chico consentido, egocéntrico, paranoico, maltratador y casi sociópata. Para él, todos son unos ineptos excepto él y su adorada tía. Marc presiona a su asistente Sylvia (Frankie Wallach) para que le consiga un estudio de grabación en el campo y se lo consigue; se queja e insulta a Carlos (Mourad Boudaoud), el asistente de edición que tose compulsivamente y logra que se contenga; dirige a una orquesta para que ejecute la banda sonora de su película sin partitura, tan solo siguiendo sus movimientos corporales y lo logra; busca a Sting para que grabe unos temas para su cinta y lo encuentra (Paul McCartney compuso varios temas para La espuma de los días); y ocupa su tiempo pensando en nuevas ideas para editar su película que enloquecen a Charlotte, así como desarrollando ideas alucinantes como la de filmar un documental sobre una hormiga o crear una sala de edición utilizando los mecanismos de un automóvil. En uno de sus tantos momentos de crisis, se reencuentra con su proyecto llamado El libro de las soluciones, colmado de indulgencias creativas, dibujos y frases contradictorias y termina de escribirlo. Hasta llega a reemplazar al alcalde por unos días.
Luc Bossi, el productor de La espuma de los días y quien coescribió el guion con Gondry, dijo que el cineasta se sintió desafiado por la adaptación uno de los libros más queridos de la cultura francesa, pero no hasta los extremos representados en El libro de las soluciones, además de aprobar el deseo de Gondry de aislarse durante la posproducción. Y, al parecer, Gondry creó muchas cosas durante su tiempo en el campo, incluidos carteles para la promoción de la película y un pequeño libro con consejos de creación. Lo de la orquesta se supone que también fue cierto, así como el maltrato a su editora.
La discusión sobre qué tanto es real y qué tanto es producto de la ficción puede llegar a ser interminable. Lo único cierto es que El libro de las soluciones no llega a ser una de las mejores cintas del director, ya que sucumbe al caos, como sucedió con La ciencia del sueño y Be Kind, Rewind, pero sigue evidenciando la altísima creatividad de un director que cuando es alegre, bromista, colorido y socarrón es mucho más efectivo.
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