Si ya conoce la historia y ha visto las dos versiones anteriores, no importa. Igual no podrá evitar estallar en lágrimas.
Dirección: Ang Xu
Xiaogang Feng, Joan Chen, Jugang Bai, Eponine Huang
Hachiko es una de las historias más conmovedoras de lealtad canina en la historia moderna. Este perro de raza Akita nació el 10 de noviembre de 1923 en una granja cerca de la ciudad de Ōdate, en la prefectura de Akita, Japón y la historia que se desarrolló en torno a su vida se han convertido en todo un símbolo de fidelidad y devoción inquebrantable.
En 1924, Hachiko fue llevado a Tokio por su dueño, Hidesaburō Ueno, un profesor de agricultura en la Universidad de Tokio. Ueno y Hachikō rápidamente formaron un vínculo estrecho. Cada día, Hachiko acompañaba a su dueño hasta la estación de tren de Shibuya y regresaba a esperarlo por la tarde cuando volvía del trabajo.
El 21 de mayo de 1925, el profesor Ueno sufrió una hemorragia cerebral mientras estaba en la universidad y falleció de manera repentina. Ese día, Hachiko esperó en la estación como de costumbre, pero su dueño nunca regresó. A pesar de esto, el perro continuó esperando a Ueno todos los días, precisamente a la misma hora, durante casi diez años.
La presencia diaria de Hachiko en la estación de Shibuya conmovió profundamente a los transeúntes y al personal de la estación. Muchos le dieron de comer y lo cuidaron. Su lealtad se convirtió en un símbolo nacional cuando, en 1932, un artículo sobre él fue publicado en el periódico Asahi Shimbun. Esto hizo que Hachiko se ganara el cariño y el respeto de las personas en todo Japón.
Hachiko murió el 8 de marzo de 1935. Su cuerpo fue encontrado en una calle de Shibuya. Tras su muerte, fue disecado y su piel fue conservada para ser exhibida en el Museo Nacional de Ciencia en Ueno, Tokio. Su historia sigue siendo recordada a través de una estatua de bronce erigida en su honor en la estación de Shibuya, justo en el lugar donde esperó a su dueño todos esos años. Esta estatua se ha convertido en un popular punto de encuentro y en un símbolo de la lealtad y el amor incondicional.
En 1987 esta historia se contó en una entrañable cinta de 1987 dirigida por Seijiro Koyama (fue la película más taquillera de Japón en ese año) y más tarde, en 2009, Lasse Hallström actualizó el relato y lo llevó a Estados Unidos en una nueva cinta protagonizada por Richard Gere, que bien puede considerarse como la película más triste de todos los tiempos y la mejor sobre perros de la historia.
Hachiko también es el tema de tres libros infantiles, los cuales son Hachiko: La verdadera historia de un perro leal (2004), escrito por Pamela S. Turner e ilustrado por Yan Nascimbene; la novela corta Hachiko Waits, también del 2004, escrita por Lesléa Newman e ilustrada por Machiyo Kodaira, y Hachiko: El perro que esperaba (2022), del autor catalán Lluís Prats y la ilustradora polaca Zuzanna Celej.
Con motivo de la celebración de los cien años de Hachiko, se estrena con un año de diferencia en occidente una tercera versión bajo el absurdo título de Hachiko 2, cuando en realidad es una nueva adaptación cinematográfica de la historia (y no una secuela), ambientada en la China actual. La pregunta que se suscita es la siguiente: Habiendo dos estupendas versiones cinematográficas de la historia de Hachiko, así como tres preciosos libros que nos cuentan su historia una y otra vez, ¿vale la pena una nueva película? Lo cierto es que sí, definitivamente.
El director Xu Ang (12 Ciudadanos) es el encargado de adaptar la historia de Hachiko para el público chino y aunque la película es un homenaje al perro real (como queda claro en el título original), el nombre del perro en esta película es Batong, en honor a una de las piezas del Mahjong (Hachi significa “ocho” en japonés y Batong se refiere a la ficha del “ocho de círculos” del juego de mesa chino).
Ambientada en Chongqing durante el período de la construcción de la presa en el río Yangtsé en la década de 1990, el fotógrafo Shan He (Perdido en las estrellas) nos deleita con una ciudad en crecimiento, pero que aún conserva parte de su encanto rural, con sus calles empinadas, el teleférico, las arboledas, las ventanas abiertas de las casas, los vecinos unidos y los paseos al río. Es aquí donde vive el profesor asociado Chen (un estupendo Feng Xiaogang) con sus dos hijos (Eponine Huang y Jugang Bai) y su esposa Li Jiazhen (Joan Chen, a quien los amantes de la serie Twin Peaks recordamos cómo Jocelyn Packard, esa mujer cuya alma quedó atrapada en la madera).
Li es una mujer fuerte, amante del Mahjong, encargada de administrar una pequeña tienda familiar y de preparar unos deliciosos platillos para su familia. El hijo es un obseso de los computadores que se encuentra a la espera de una oferta de trabajo para irse a vivir a Shanghái con un grupo de amigos, pero que teme decírselo a su padre. Por su parte, la hija ayuda a su madre en la tienda y solo piensa en su novio y en cómo presentarlo a su padre. Puede que Chen sea una persona seria y tradicional, pero lo cierto es que es un padre y esposo de gran corazón.
En uno de sus viajes a la universidad, el bus se avería y ahí es donde encuentra a ese pequeño cachorro asustadizo y sin hogar. Es así como Chen decide adoptarlo, pero sin decirle nada a una esposa que se resiente porque su marido no ha podido ascender en su trabajo y a unos hijos que solo buscan su aprobación, pero que le brindan muy poco amor.
Al descubrir a Batong oculto en la casa, Li lo rechaza al principio, ya que fue mordida por un perro cuando era niña y obliga a su esposo a darlo en adopción. Pero luego de una elocuente protesta de Chen (uno de los mejores momentos de la película), el cachorro se queda en casa.
Batong es interpretado por varios actores caninos de diferentes edades que pasaron por un largo entrenamiento, especialmente uno que fue rescatado de una granja de cría de perros en China especializada en carne y piel de perro (en la cinta, Batong es salvado de un destino similar). Sí, la película dura dos horas, pero las vale. Al tomarse su tiempo para construir a partir de detalles la relación entre el profesor y el perro, no se podrá evitar estallar en lágrimas cuando la realidad de la muerte los separe a los dos (el final al estilo de Cumbres Borrascosas puede parecer cursi, pero en realidad es tremendamente efectivo).
Puede que de las tres películas sobre Hachiko, esta sea la más débil. Pero eso no quiere decir que sea una mala película, todo lo contrario. Esta es una cinta con alma y corazón que nos habla con elocuencia sobre el amor más puro que existe.
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