Una demencial sátira sobre la creación de las Pop-Tarts que está llena de referencias imprecisas, como si se tratara de una consulta a Chat GPT.
Dirección; Jerry Seinfeld
Jerry Seinfeld, Melissa McCarthy, Hugh Grant, Jim Gaffigan, Amy Schumer
Las películas biográficas sobre músicos (Bohemian Rhapsody, Rocketman, One Love, Back To Black) recibieron y seguirán recibiendo su merecido, gracias a la cinta Weird: The Al Yankovic Story, que subrayó con mucha gracia todos los lugares comunes y vicios de este tipo de biopics. Ahora Jerry Senfield se propone hacer lo mismo con las películas y series sobre marcas corporativas (The Founder, Air, Flamin’ Hot, Super Pumped, The Beanie Bubble, BlackBerry).
El resultado es casi que inversamente proporcional al logrado por Eric Appel cuando deformó y exageró la historia de “Weird Al” Yankovic para su biopic paródico, la cual resultó una muy buena película y auténticamente graciosa, aunque lo cierto es que los recientes títulos que abordan la vida de los músicos son muy irregulares, por no decir mediocres. En el caso del género escogido por Seinfeld, las películas han sido cínicas, muy graciosas y unas estupendas críticas al capitalismo. Es por eso por lo que su cinta paródica sobre el origen de las Pop-Tarts de Kellogg’s no llega a ser tan punzante y efectiva como lo fue Weird. Pero eso no significa que el primer largometraje de Jerry Seinfeld como director sea un completo desastre, como sí lo fue la comedia merecidamente olvidada The Road To Wellville de Alan Parker con ese Anthony Hopkins de dientes prominentes interpretando a Albert Kellogg.
Unfrosted fue confeccionada por Seinfeld junto con los co guionistas Spike Feresten, Andy Robin y Barry Marder, el mismo equipo que trabajó en la cinta animada Bee Movie, que el comediante protagonizó y produjo en 2007. Definitivamente, la historia de la abeja es muy superior a la historia falsa de las Pop-Tarts, pero cuando las situaciones cómicas llegan a serlo de verdad, son geniales.
Un ejemplo de ello es la breve participación de Jon Hamm y John Slattery encarnando de nuevo a los personajes de Don Draper y Roger Sterling, los exitosos publicistas de la serie Mad Men, aconsejando a los ejecutivos de Kellogg’s para que le añadan algo de sexo misógino a los anuncios de las Pop-Tarts. Los espectadores que basan su conocimiento del pasado en las imprecisas fuentes que se encuentran en la internet, probablemente pensarán que Draper y Sterling son personajes tan reales como el Joe Cabana interpretado por Seinfeld o el Edsel Kellogg III encarnado por Jim Gaffigan (en una entrevista con Jimmy Fallon, Seinfeld afirmó con cinismo que nunca pidió permiso de utilizar la marca Kellogg’s para su película y que le encantaría que lo demandaran).
A propósito de Bob Cabana (cuyo nombre es el de un distinguido astronauta), aquí es un ejecutivo de Kellogg’s a principios de la década de 1960, que trabaja en cereales para el desayuno junto con su jefe Edsel Kellogg III (nombre de una fallida marca de automóviles), un descendiente falso del fundador (vale la pena decir que el verdadero inventor de las Pop-Tarts fue el empresario William Post).
Para desarrollar el proyecto ultrasecreto de una unidad comestible rectangular rellena de mermelada, Cabana acude a Donna Stankowski (Melissa McCarthy), una ex colega que renunció para trabajar como científica de la NASA, y que vuelve a unirse temporalmente a Kellogg’s para desarrollar las Pop-Tarts. Por consejo de Stankowski, Kellogg’s reúne a un Dream Team que incluye al creador de los Sea Monkeys y posible agente Nazi (Thomas Lennon), al Chef Boyardee que solo habla italiano (Bobby Moynihan), el experto en fitness Jack LaLanne (James Marsden) y el diseñador de bicicletas Steve Schwinn (Jack McBrayer). Basta con decir que esta cinta merece verse en una doble función junto a Oppenheimer.
Kellogg’s se encuentra en una feroz rivalidad con Post, la compañía de cereales dirigida por Marjorie Post (Amy Schumer), quien realmente fue la hija de Charles William Post, el fundador de la compañía. Pero aquí, Marjorie mantiene un amorío secreto con Edsel, mientras que, al mismo tiempo, compiten por ser la compañía de cereales número uno (de acuerdo con la película, existe una premiación de los mejores cereales y eso incluye a la Avena Quaker cuyo fundador y logo es interpretado por Andy Daly).
Junto a esta rivalidad entre compañías se encuentra también el peligroso sindicato de los distribuidores de leche, liderado Harry Friendly (Peter Dinklage) y su secuaz Mike Diamond (Christian Slater), quienes ven a las Pop-Tarts como un peligro ya que no se necesita de leche para consumirlas. Además, el actor real Thurl Ravencroft (Hugh Grant), quien ha interpretado a el Tigre Tony para Kellogg’s durante años (falso), busca agremiarse con las demás mascotas de los cereales para luchar en contra de las Pop-Tarts. Como si fuera poco, Kellogg’s hace una peligrosa alianza con El Sucre (Félix Solis), el amo del cartel de la droga más peligrosa de todas (el azúcar); y ni hablar de las peligrosas asambleas de “las cinco familias” de los desayunos: Kellogg’s, Post, General Mills, Ralston Purina y Quaker (en una clara referencia a El padrino).
Hay otra escena particularmente graciosa en la que el equipo de Kellogg’s acude al presidente John F. Kennedy (Bill Burr) en busca de ayuda y entra en cuestión su discurso de inauguración «No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país.». Asimismo, Kennedy pregunta si pueden llamar Jackie O’s a una marca de cereales en honor a su esposa (ese es el nombre de una popular franquicia cervecera) y tanto Cabana como Kellogg’s no entienden la referencia, ya que la primera dama todavía no ha conocido a Aristóteles Onassis, por lo que asumen que el presidente (quien está a la espera de una “importante reunión” con las gemelas de la marca de chicle Double Mint) tal vez dijo “Cheerios” en lugar de “Jackie O’s”. Quizás Seinfeld encontró su inspiración en esas terribles y mentirosas respuestas de Chat GPT cuando se le consulta sobre eventos históricos.
La mezcla arbitraria entre realidad y ficción en la demencial cinta de Seinfeld es tanto su gran cualidad como también su mayor debilidad, ya que a veces, el caos es demasiado y sobrepasa a los chistes. Sin embargo, una cinta en la que el creador de los Sea Monkeys se une con el Chef Boyardee para crear una Pop-Tart mutante, vale muchísimo la pena.
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