Uno de los pocos autores verdaderos del cine contemporáneo, se atreve a entregarnos tres historias sobre el absurdo, la crueldad y las dinámicas de poder. Y no estamos hablando de un reboot de la trilogía Cincuenta sombras de Grey.
Director: Yorgos Lanthimos
Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Yorgos Stefanakos
En la víspera del estreno de Poor Things, Willem Dafoe habló con la prensa acerca de cómo ya no se hace cine como antes. “Las películas son hechas por empresas de juguetes. La gente no presta atención, ya no quieren ir al cine, prefieren ver estupideces en su casa o mirar 10 minutos de película e irse a dormir. Se perdió la tradición de ir a la sala de cine, para después ir a cenar o tomar algo y comentar la película”.
El comentario de Dafoe contrasta con una crítica publicada en redes de un espectador llamado Sebastián Valcarce de la cinta Kinds Of Kindness: “Ayer día lluvioso y de frío…previo a cena…se nos ocurrió ir al cine en el paseo diagonal para ver algo y hacer tiempo al horario del evento… Fuimos a ver Tipos de gentileza ¡¡3 horas!!! En mi vida vi y vimos algo tan malo, raro, bizarro, que habré mirado el reloj no menos de 200 veces, bostecé otras tantas, son 3 historias a cuál peor…”
A Dafoe le faltó añadir que el cinéfilo, esa persona que de verdad ama el cine y que persigue las películas de ciertos autores (así se estén presentando en salas pequeñas y lejanas), está en vía de extinción. Ahora el público masivo acude al cine para que le cuenten la misma historia una y otra vez, prefiere productos reciclados y probados antes de enfrentarse a un trabajo novedoso y original y utiliza la sala de cine como un lugar para pasar el tiempo antes de acudir a un compromiso prioritario (cena, fiesta, etc.) o para hacer la digestión después de haberse atiborrado de comida chatarra en la rotonda de comidas del centro comercial donde también encontramos los múltiplex, esas aberraciones que exhiben una y otra vez la misma película perteneciente a la misma franquicia en casi cada una de sus salas múltiples.
Si usted es de aquellos que todavía cree en el cine como una realidad estética con valor afectivo o una realidad intelectual con valor significativo (parafraseando al teórico francés Marcel Martin), quizás el nuevo trabajo de Yorgos Lanthimos (uno de los autores más poderosos del cine actual), sea lo que estaba buscando. Sin embargo, el pesimismo por el panorama actual del cine, hace dudar mucho a quien escribe.
Poor Things, el anterior trabajo del director, bien puede pensarse como toda una obra maestra del cine, equiparable a clásicos disruptivos como Viridiana de Luis Buñuel, A Clockwork Orange de Stanley Kubrick, Blue Velvet de David Lynch o Matador de Pedro Almodóvar. Su nueva cinta, Kinds Of Kindness, puede considerarse como un trabajo menor, como lo fueron El fantasma de la libertad de Buñuel, Lolita de Kubrick, Inland Empire de Lynch o Kika de Almodóvar. Pero los verdaderos cinéfilos sabemos que dicha calificación solo se puede hacer comparando las diferentes obras que componen la filmografía de los autores mencionados, ya que si se llegan a comparar con los títulos que abundan en las salas de cine actuales, estas cintas terminarán convirtiéndose en otro puñado de obras maestras.
Así como Wes Anderson, ese otro de los grandes maestros del cine contemporáneo, nos entregó en Netflix una magistral antología de cortometrajes con historias separadas pero conectadas por un mismo elenco y autor (Roald Dahl), Lanthimos nos entrega un largometraje para cine de tres horas de duración, conformado por tres historias protagonizadas por un mismo elenco y co escritas por su antiguo colaborador Efthimis Filippou.
La primera lleva como título La muerte de R.M.F. y nos muestra a un empleado llamado Robert Fletcher (Jesse Plemons) que, como dicta la canción de Talking Heads, posee un bello automóvil y se encuentra en una bella casa con una bella esposa (Hong Chau), pero la pregunta es ¿cómo llegó allí? La respuesta está en Raymond (Willem Dafoe), un jefe que le ha dado todo (incluso una memorabilia deportiva invaluable). El precio a pagar para Robert está en que él debe obedecer todo lo que su jefe le ordene, como quién debe ser su esposa, en qué momentos debe tener sexo, qué debe beber y comer y si debe tener hijos o no. Robert llega a su límite cuando Raymond le ordena matar a un hombre llamado R.M.F. (Yorgos Stefankos) estrellándolo con su auto. Al rehusarse, es despedido ipso facto, su esposa desaparece junto con su trabajo y es rápidamente reemplazado por Rita (Emma Stone). Robert ahora es libre, pero no quiere serlo.
La segunda historia se llama R.M.F. está volando. Plemons ahora encarna al oficial de policía Daniel, quien se encuentra muy triste debido a que su esposa Liz (Emma Stone), una bióloga marina, ha desaparecido junto con otros investigadores en una expedición. Liz es rescatada por un helicóptero piloteado por R.M.F. (Stefankos) y regresa ilesa a su hogar. Sin embargo, Daniel se convence de que ella no es su esposa y que una impostora está usurpando su identidad. Daniel comienza a comportarse de manera errática (deja de comer y le dispara en la mano a una persona inocente). Liz, que se encuentra embarazada, desea con toda su alma ver a su esposo feliz, ante lo cual Daniel la trata como a un perro y le pide algo extremo: cortarse un dedo y cocinarlo para él. La esposa de Daniel ha regresado a la vida y desea lo mejor para él, pero Daniel no quiere creerlo.
La última y la más extraña de las tres historias es R.M.F. come un sándwich. En ella Emily (Emma Stone) y Andrew (Jesse Plemons) son los miembros de un culto sexual y místico liderado por los enigmáticos Omi (Dafoe) y Aka (Chau). Los integrantes de la secta deben beber de las lágrimas de sus líderes y no deben tener sexo con personas que no sean ellos. Al mismo tiempo, Emily y Andrew están buscando a una mujer con el don de poder resucitar a los muertos. Emily ha abandonado a su esposo y a su pequeña hija para hacer parte del culto, pero los extraña a cada momento. Ella prefiere la seguridad de una organización a la de su propia familia.
Lanthimos, como todos los grandes directores en la historia del cine, explora constantemente sus intereses y obsesiones, que en su caso tienen que ver con las convenciones sociales que contaminan (o permean) la naturaleza humana. ¿Hay una o varias ideas que conecten a las tres historias? La verdad es que no. La gentileza del título es algo que también está ausente en ellas. En cambio, lo que tenemos son historias colmadas de absurdo, crueldad y dinámicas de poder. Quizás estos tres elementos son el nexo, así como R.M.F. es el mismo personaje en las tres historias.
Si esta hubiera sido una precuela, una secuela, un spin-off o un reboot de Cincuenta sombras de Grey¸ Lanthimos le hubiera vendido el alma al diablo y apostado a lo seguro, dando como resultado un millonario éxito de taquilla. Pero estamos hablando de un director al que le interesa hacer una película personal y compartirla con quien esté dispuesto. Por esta razón, el público masivo lo atacará con diferentes tipos de hostilidad y su cinta se perderá en esas pocas salas de cine que todavía intentan proyectar películas originales, arriesgadas y disruptivas, por encima de las franquicias recalcitrantes. De todas maneras, hay que agradecer la gentileza de Disney por permitirnos ver en la gran pantalla, así sea por unos pocos días, una de esas películas que los cinéfilos (aquellas personas enfermas como nos diagnosticó Truffaut), todavía buscamos con anhelo.
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