La primera parte de Wicked deslumbra con su espectacularidad visual, sus grandilocuentes números musicales y sus emotivas actuaciones principales.
Director: Jon M. Chu
Cynthia Erivo, Ariana Grande, Jonathan Bailey, Michelle Yeoh, Jeff Goldblum
Wicked, la adaptación cinematográfica del popular musical de Broadway y que funciona como precuela de El mago de Oz fue convertida finalmente en una realidad, gracias a la dirección de Jon M. Chu, el director que inició su carrera en el cine con las cintas de dudosa calidad Step Up 3D, G.I. Joe: Retaliation, Justin Bieber 3D: Never Say Never y Jem And The Holograms, para luego consagrarse con la deliciosa comedia romántica Crazy Rich Asians y el fabuloso musical In the Heights.
Chu convierte el universo de Oz en un despliegue mágico de colores, escenarios deslumbrantes (en su mayoría artesanales) y coreografías bellamente elaboradas. Desde la tierra de los Munchkins hasta el campus de la universidad Shiz que hará las delicias de los amantes de Harry Potter, la película transporta al espectador a un mundo fantástico lleno de detalles visuales y musicales.
Pero son Cynthia Erivo y Ariana Grande el alma y el corazón de esta cinta como Elphaba, la reservada e inteligente aspirante a hechicera de color verde y Glinda, la aspirante a hechicera tonta y egocéntrica. Erivo aporta toneladas de humanidad como la incomprendida Bruja Mala, mientras que Grande ofrece una Galinda/Glinda encantadoramente imperfecta, alternando entre comicidad y toneladas de ternura. La química entre ambas es el eje emocional de la historia, especialmente en una silenciosa y hermosa secuencia de baile que encapsula su conexión. Ambas logran respetar los roles que Idina Menzel y Kristin Chenoweth desarrollaron en Broadway (ambas hacen una aparición especial en la cinta), aportando al mismo tiempo su propio sello interpretativo.
El diseño de producción, liderado por Nathan Crowley y el vestuario de Paul Tazewell son verdaderas joyas, destacando en números como Popular, donde la actitud de Glinda se refleja en edulcorados tonos rosas. La cinematografía de Alice Brooks brilla especialmente en el uso de iluminación dramática, desde los tonos cálidos de la Biblioteca giratoria hasta los fríos y opresivos del castillo del Mago. Christopher Scott, colaborador habitual de Chu, entrega unas coreografías que impresionan tanto en complejidad como en creatividad.
El guion, escrito por Winnie Holzman y Dana Fox, equilibra muy bien los elementos de fantasía con los temas oscuros sobre rechazo y racismo. Aunque estos aspectos están intrínsecamente ligados al material original, su tratamiento en la película resulta novedoso y delicado, manteniendo un ritmo que no decae pese a la duración de la cinta de casi tres horas. Los números musicales están todos muy bien, pero se destacan especialmente The Wizard And I, el ya mencionado Popular y el apoteósico Defying Gravity.
Jonathan Bailey, como el príncipe Fiyero, aporta el sex appeal que lo convirtió en el galán de Bridgerton con un atractivo adicional generado por un aire sensible y bondadoso que contrasta con su picardía y despreocupación. Jeff Goldblum, como el Mago, añade ese toque de carisma y malicia característico del actor; Michelle Yeoh como Madame Morrible, la mentora de Elphaba, genera respeto y algo de temor; y Peter Dinklage como el profesor Dillamond que pertenece al grupo de los animales inteligentes, asume su papel de docente a la perfección. Y ni hablar del trágico origen de los monos voladores.
Pese a su larga duración, Wicked abarca solo la primera mitad de la obra teatral, concluyendo en el momento del intermedio. Este corte con un intempestivo “continuará” ofrece un final dramático, pero también exige paciencia para la conclusión en 2025 (además, el segundo acto de la obra de Broadway no es el mejor y esto deja en entredicho la calidad de la próxima secuela).
En definitiva, Wicked es toda una golosina visual emocionalmente satisfactoria que resalta por sus protagonistas y su ejecución técnica. Junto con Emilia Pérez, se erige como uno de los mejores musicales del año y nos hace olvidar al horrible Joker Folie à deux. Puede que no se ajuste a la perfección con la cinta original de 1939 y que en ocasiones se sienta más cercana a la olvidada secuela de Disney de 1985 o a la aún más olvidada precuela de 2013, pero posee la suficiente magia, corazón y nostalgia para entusiasmar tanto a los amantes del musical original como a quienes buscan una experiencia cinematográfica escapista durante las fiestas. Si Gladiator II y Wicked son el equivalente de lo que fueron Oppenheimer y Barbie el año pasado (¿Gladicked?), el equipo Wicked gana por un amplio margen.
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