Moana 2 (2024)

Moana 2 brilla con su deslumbrante animación, pero padece de una historia derivativa y canciones poco memorables.

Director: David G. Derrick Jr., Jason Hand, Dana Ledoux Miller

Con las voces de Auli’i Cravalho, Dwayne Johnson, Hualalai Chung

Moana (1926) fue un hito en la historia del cine documental, dirigida por Robert J. Flaherty, quien es ampliamente reconocido como uno de los pioneros del género. Flaherty, famoso por su innovadora película Nanook of the North (1922), llevó su cámara a Samoa para capturar la vida de los habitantes locales, ofreciendo una visión romántica e idealizada de la vida en el Pacífico Sur antes de la llegada de la modernidad occidental. Moana, que significa «océano» en samoano, subraya la relación simbiótica entre los isleños y el entorno marítimo que los rodea. Flaherty se esmeró en crear una narrativa lírica, evitando el enfoque antropológico frío y académico, y optando por un tono poético y empático.

Por su parte Moana (2016), producida por Walt Disney, fue una película animada que combinaba aventura, comedia, música y mitología para contar la historia de una joven polinesia que busca su destino mientras salva su hogar. Dirigida por Ron Clements y John Musker, los creadores de clásicos como The Little Mermaid y Aladdin, Moana es una celebración de las culturas del Pacífico Sur, destacada por su animación impresionante, una historia poderosa y una banda sonora inolvidable.

MOANA 2 – © 2024 Disney Enterprises, Inc. All Rights Reserved.

El regreso de Moana a la pantalla grande prometía ser una experiencia emocionante, pero Moana 2 se queda en un terreno seguro, ofreciendo una secuela visualmente atractiva pero narrativamente derivativa. Aunque el filme intenta capturar la magia de la original, lo que entrega es un producto que a menudo parece más un ejercicio de reciclaje que una verdadera expansión de la historia de Moana (piensen en la decepcionante Frozen 2)

La trama sigue a Moana tres años después de los eventos del primer filme, mientras lidera una misión para romper la maldición de Nalo, encontrar la isla sumergida de Motufetu y unir a los pueblos del océano. Sin embargo, el guion se siente como una mezcla de ideas descartadas de otras franquicias. La búsqueda épica de Moana tiene un tufillo a Star Wars (parece como si se tratara de un guion descartado y reciclado de las aventuras de Rey), mientras que los conflictos marítimos evocan ecos de Piratas del Caribe con Elizabeth Swann al timón (¿otro guion reciclado?). Más allá de estos paralelismos, la presencia de un océano vivo nos recuerda mucho a la terrible Avatar 2, y los Kakamora, aunque divertidos, se asemejan a un intento de replicar el éxito de los Minions, ahora disfrazados de cocos (¿coco-minions?).

Uno de los mayores problemas de la cinta es su falta de riesgos creativos. La historia tarda demasiado en reunir a Moana (Auli’i Cravalho) con Maui (Dwayne Johnson), dejando que los nuevos personajes, aunque simpáticos, carguen gran parte de la acción sin el carisma necesario para sostenerla. Además, los momentos de verdadera aventura nos son atractivos, y los giros narrativos, como el enfrentamiento con la villana Matangi (Awhimai Fraser), se sienten apresurados y poco memorables.

Las canciones, otro elemento distintivo de las producciones de Disney, no logran igualar la calidad y la pegajosidad de la primera entrega. Aunque temas como Can I Get a Chee Hoo? tienen su encanto, no hay una melodía que capture la imaginación del público como lo hicieron How Far I’ll Go o You’re Welcome. Este vacío musical es especialmente decepcionante, considerando el legado de la primera película.

Pero eso sí, visualmente, Moana 2 es impecable. La animación transporta al espectador a paisajes deslumbrantes, con una atención al detalle que casi permite sentir la brisa y el agua salada. Sin embargo, esta espectacularidad técnica no puede compensar una narrativa que avanza con una previsibilidad agotadora.

Para colmo, la escena postcréditos, en lugar de entusiasmar, genera un cansancio inevitable al insinuar una tercera entrega. ¿Y si Disney hubiera aprovechado la oportunidad para romper el molde? Imaginar una tercera parte en live-action, con los personajes convirtiéndose en seres de carne y hueso, habría sido un giro atrevido y emocionante. Pero el Disney arriesgado de antaño ha quedado atrás, reemplazado por un enfoque obsesivo en productos reciclados y franquicias exprimidas hasta el límite.

Moana 2 termina siendo una secuela funcional que cumple con entretener a las familias, pero carece de la magia, la originalidad y la pasión que hicieron de su predecesora un clásico moderno. Es una pena que la historia de Moana, tan rica en potencial, se haya convertido en otra víctima del conformismo de las grandes franquicias actuales.

Sobre André Didyme-Dôme 1800 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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