Bring Them Down (Acaba con todos) (2025)

Una tragedia rural en clave cristiana que convierte la tierra, la sangre y la culpa en símbolos de un sacrificio sin redención.

Dirección: Chris Andrews 

Christopher Abbott, Barry Keoghan, Colm Meaney, Paul Ready, Nora Jane-Noone 

En el paisaje escarpado de la Irlanda rural, donde los muros de piedra delimitan tanto el territorio como las emociones, se despliega Bring Them Down, un intenso drama dirigido por Christopher Andrews. Esta ópera prima, austera y profundamente simbólica, no sólo retrata el conflicto entre familias rivales, sino que excava con precisión en las raíces teológicas de la culpa, el sacrificio y la expiación. Hay en ella una densidad espiritual que remite al Antiguo Testamento: padres e hijos enfrentados, la tierra como herencia sagrada y maldita, y una violencia que parece perpetuarse como castigo divino.

Michael (Christopher Abbott, el protagonista de la estupenda The Wolf Man y notable aquí en su contención física y emocional), es un hombre marcado por errores de juventud, exiliado en vida dentro de la granja familiar. Su padre (Colm Meaney), áspero y brutal, representa la figura del patriarca decrépito pero todavía dominante, una especie de Dios castigador que ya no tiene poder para redimir, pero sí para seguir maldiciendo. La convivencia entre ambos es una penitencia diaria, una liturgia de resentimientos no resueltos.

Frente a ellos, los vecinos como Gary (un perturbador Paul Ready), su esposa Caroline (Nora-Jane Noone) y su hijo Jack (Barry Keoghan) funcionan como un espejo deformante. Gary, exaltado y vengativo, arrastra su propio legado de rencor, mientras Jack actúa como un ángel caído, imprudente y trágico, cuya arrogancia juvenil desata la cadena de fatalidades. Caroline, antiguo amor de Michael, aparece como figura entre la nostalgia y el reproche: una María Dolorosa atrapada entre dos familias condenadas.

La trama se pone en marcha con un hecho mínimo pero cargado de simbolismo: unos carneros robados, una verja mal cerrada. A partir de allí, el relato se tensa como un salmo oscuro. Las disputas de propiedad se entrelazan con heridas ancestrales y decisiones morales imposibles, y en medio de todo emerge un dilema central: ¿cuánto puede un hombre cargar antes de quebrarse?, ¿es posible romper el ciclo del pecado heredado?

Christopher Andrews filma con una mirada rigurosa y deliberadamente grave. La cámara observa la violencia con distancia moral, casi como si se tratara de una parábola filmada. El uso del irlandés no es solo una apuesta cultural: es también una forma de elevar el conflicto al nivel del mito. La lengua ancestral envuelve los diálogos en un tono ceremonial, ajeno a cualquier naturalismo. Como en una misa sin perdón, cada palabra pesa.

El elemento religioso no es decorativo, sino estructural. Toda la cinta está atravesada por una ética cristiana distorsionada: El padre que espera obediencia, el hijo que desea liberarse, el sacrificio inevitable como única vía de redención. No hay redención en realidad, pero sí un tránsito hacia ella, un gesto último de compasión o venganza que, en su ambigüedad, recuerda al Dios de la ira más que al de la misericordia. En este sentido, el título mismo (Acaba con todos) resuena como una oración vengativa, un salmo invertido.

La partitura de Hannah Peel contribuye a esa atmósfera densa: sonidos industriales, percusiones primitivas, resonancias de maquinaria oxidada. La música no acompaña; hiere. Se siente como si fuera parte del terreno mismo, de los alambres tensos, de las rocas manchadas de sangre.

Bring Them Down es menos una historia sobre la rivalidad entre hombres que una elegía sobre la imposibilidad de romper con lo heredado. La masculinidad se presenta como un legado tóxico, pero también como un destino que pesa sobre los hombros con la fuerza de una cruz. La violencia, lejos de ser catártica, parece repetirse como ritual, como si solo mediante el derramamiento de sangre se pudiera expiar la vergüenza.

Al igual que la obra maestra Dead Man’s Shoes (2004) de Shane Meadows, Andrews ha conseguido un filme de venganza austero, con un ritmo meditativo y un simbolismo potente. Si a veces parece demasiado contenido o críptico, es porque no busca respuestas, sino provocar incomodidad y reflexión. Acaba con todos no redime, no consuela, pero observa con dolorosa lucidez la herida abierta de la familia, de la religión y de la tierra. Como una parábola rural del fin de los tiempos.

Sobre André Didyme-Dôme 1873 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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