Small Things Like These (Pequeñas cosas como estas) (2025)

Una historia cargada de resonancia moral, que confronta el poder silente de la Iglesia con la conciencia individual.

Dirección: Tim Mielants

Cillian Murphy, Emily Watson, Patrick Ryan, Eileen Walsh

La escritora irlandesa Claire Keegan ha demostrado tener una sensibilidad excepcional para retratar lo no dicho, lo reprimido, lo que tiembla por debajo de la superficie de las vidas más discretas. Su prosa, escueta y cargada de sugerencias, ha dado pie a una de las adaptaciones cinematográficas más delicadas y celebradas del cine reciente: The Quiet Girl (2022), dirigida por Colm Bairéad. Esa cinta se convirtió, con justicia, en un clásico instantáneo, una joya de contención emocional y sutileza narrativa. Small Things Like These, también basada en una obra breve de Keegan, no alcanza las mismas alturas ni la perfección casi milagrosa de su predecesora, pero encuentra su propia resonancia en un tono más sombrío, más urgente, más cargado de responsabilidad moral.

La historia se sitúa en una Irlanda de principios de los años ochenta, un entorno rural atrapado en la rutina navideña, envuelto en el frío y en la omnipresencia de una Iglesia católica que aún conservaba un poder absoluto sobre la vida pública y privada. Cillian Murphy (quien también produce la cinta) interpreta a Bill Furlong, un repartidor de carbón, hombre tranquilo, reservado, marcado por una infancia ilegítima y por la compasión de una patrona que le evitó el destino más temido para mujeres y niños “sin padre”: ser enviados a las infames Magdalene Laundries, instituciones religiosas en Irlanda donde se confinaba a mujeres consideradas “caídas” (madres solteras, huérfanas, o simplemente rebeldes) para realizar trabajos forzados, especialmente en lavanderías. Estas mujeres sufrían abusos físicos, psicológicos y sexuales, en un sistema sostenido por la Iglesia y tolerado por el Estado.

La película, dirigida con un tono contenido y lúgubre por Tim Mielants (Patrick, Will), se acerca a Bill desde la distancia, como si él fuese una figura observada por los mismos ojos que vigilan a las jóvenes internas en el convento local. Poco a poco, esa distancia se va acortando y comprendemos que su mundo, aunque aparentemente seguro y predecible, está rodeado por el eco de abusos sistemáticos. El hallazgo de una joven maltrecha en un cobertizo del convento despierta en él no solo horror, sino también un impulso de actuar, aunque sea a costa de su silencio, su seguridad, incluso de su familia.

La película funciona menos como una narración dramática tradicional y más como una meditación moral: ¿Qué significa ver y no hacer nada? ¿Qué tan pequeñas son las acciones individuales frente a una institución que ha hecho del castigo un deber y de la represión una virtud? La respuesta está en los gestos de Bill: mirar distinto a sus hijas al regresar a casa, intentar decir lo indecible a su esposa (la siempre excelente Eileen Walsh), o simplemente no apartar la vista. Murphy encarna todo esto con una actuación contenida, introspectiva, donde cada respiración parece cargar con décadas de culpa nacional.

Es imposible ver esta cinta sin evocar tanto la desgarradora The Magdalene Sisters (2002) como la canción de Joni Mitchell The Magdalene Laundries, que en su letra denuncia sin tapujos los abusos de estas “instituciones” que funcionaron en Irlanda hasta mediados de los años noventa. La cinta de Mielants no hace explícitas estas influencias, pero las deja vibrando como una resonancia profunda, como si el canto lejano de esas mujeres aún pudiera escucharse en los rincones del convento.

La puesta en escena es sobria, con una fotografía que evita el preciosismo y una banda sonora sutil, centrada en los sonidos del entorno: una radio encendida, unos pasos sobre la escarcha, la respiración de Bill en un pasillo vacío. Algunos movimientos de cámara (como panorámicas de 360 grados en espacios claustrofóbicos) refuerzan la idea de una vigilancia constante, de una sociedad atrapada en sus propias normas silenciosas. Emily Watson, como la madre superiora, ofrece un contraste inquietante con su voz amable y su mirada gélida, símbolo perfecto de la hipocresía institucionalizada.

El guion de Enda Walsh, con ecos de Dickens, adapta con fidelidad la novela original, respetando su brevedad y economía narrativa. No se siente como una obra ampliada para el cine, sino como un eco fiel de la escritura de Keegan, que deja que las imágenes y los silencios hagan el trabajo emocional más intenso.

En su conjunto, Small Things Like These es una cinta que evita el sentimentalismo y opta por el compromiso silencioso. Nos recuerda que la historia de las Magdalene Laundries no es un episodio remoto sino una herida abierta en la conciencia irlandesa, y que los actos verdaderamente heroicos rara vez son épicos: suelen ser pequeños, privados, y profundamente arriesgados. Esta es una invernal por el paisaje moral que habita: gélido, opresivo, pero con la posibilidad de que una chispa de dignidad humana pueda calentar el alma.

Sobre André Didyme-Dôme 1873 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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