Una fotografía exquisita y unas estupendas actuaciones permiten que el director polaco Pawel Pawlikowski pueda crear una obra de arte inspirada en la vida de sus padres.
Dirección: Pawel Pawlikowski
Joanna Kulig, Tomasz Kot, Borys Szyc
La película Ida evidenció la maestría del director Pawel Pawlikowski, uno de los autores más interesantes del cine actual. Ahora vuelve con otro elegante trabajo ambientado en la Polonia de los años cincuenta y que nos cuenta la historia de dos amantes: una joven cantante llamada Zula (interpretada por Joanna Kulig) y Wiktor, su maestro de música (encarnado por Tomasz Kot).
Con una duración de menos de hora y media y utilizando como guía narrativa la música (desde el folclor tradicional polaco, pasando por el Jazz y el Rock & Roll), así como el escenario político polarizado de la Europa oriental de la época, Pawlikowski nos cuenta la tormentosa relación entre Zula y Wiktor, personajes inspirados en los padres del director, los cuales vivieron juntos y separados en una relación intermitente que perduró por años y que llevó a la pareja a Berlín, Yugoslavia y Francia.
Un encuadre atípico e intimista, con una exquisita composición en blanco y negro a cargo de Lukasz Zal (el mismo fotógrafo de Ida) y donde cada plano está lleno de significado, permite el maravilloso marco visual para una agridulce historia de amor que raya en el patetismo y en la obsesión enfermiza. Pawlikowski produce un ejercicio formal y narrativo que logra equilibrar por partes iguales el corazón y el intelecto necesarios para configurar toda una nueva obra de arte cinematográfico.